lunes, 13 de mayo de 2024

41

 Pienso en la muerte más que antes. Tuve una época donde pensaba en ella a menudo, pero dejé de hacerlo. El año pasado después de cumplir los cuarenta años el tema ha vuelto a ser un poco más recurrente.

No lo hago de una manera trágica ni triste, simplemente la siento, como diría Fito, "rondando como un ángel asesino, mas no te asustes siempre se me pasa, es solo la intuición de mi destino". No solo pienso en ella sino en todas las decisiones que he tomado, en la vida y su sentido.

Hoy a mis 41 años asumo las decisiones que he tomado. No tendré hijos porque no me veo criando a otro ser vivo, pero soy feliz viendo  crecer a mis sobrinos que son prácticamente los hijos que no tendré. No sé si alguna vez vuelva a tener pareja porque, a decir verdad, soy un poco desastroso para las relaciones como lo puede confirmar cualquier mujer que haya tenido la loca idea de quererme. 

No me siento solo. Me siento rodeado de tanto amor, de mi familia, mis amigos y conocidos, las personas que se me acercan para decirme que les ha gustado mi libro; me siento rodeado de mis historias, mis letras, mis personajes y la vida que he venido construyendo, que no me queda tiempo para sentirme así.

También tengo a lo lejos como un faro quienes han partido tanto de manera literal como quienes se han alejado (o de quienes yo lo hice) para siempre. Su cariño y enseñanzas siempre vivirán en mi corazón hasta el día que deje de latir.

No creo en dios y creo que al final de la vida cerramos este pequeño, minúsculo paréntesis que somos en el universo. Y no dejo de maravillarme por el milagro que es la vida humana, pienso en los paisajes que he divisado, los países que he conocido, una tarde de sol bajo la playa, o un cielo estrellado, los rostros que he visto y amado, pienso en lo maravilloso que es haber sido hijo de mi padre y mi madre, en mi hermana y el futuro que siempre me parece encontrar en los ojillos de mis sobrinos.

Pienso en las calles que he caminado y nunca recorreré de nuevo, en conversaciones hasta el amanecer, o una noche de cerveza con amigos, en las noches sin estrellas donde escribo como si estuviera poseído por algo más, pienso en los libros leídos, las canciones oídas y las películas vistas y siento que la vida es hermosa. Y que la mía es un regalo que, a pesar de los momentos tristes y difíciles, a pesar de las pérdidas, vale completamente la pena.

Así que, como todos los años, repetiré lo mismo: Gracias a ustedes, quienes siempre están ahí, apoyándome y acompañándome en el camino. Los quiero.







jueves, 9 de mayo de 2024

40

(Escribí esto el año pasado para mi cumpleaños pero se me olvidó montarlo, lo hago ahora para que no se pierda)


 No importa quien seas, algún día serás solo huesos

El sake de Binks, Eichiro Oda



Hace poco jugué un videojuego (Death Stranding, para más señas) donde asumes el rol de un repartidor en un mundo postapocalíptico. Al principio es un poco (bastante de hecho) frustrante. Te enfrentas a un mundo agreste y hostil completamente solo, pero a medida que vas avanzando conoces gente, creas una red de amigos que hacen de este mundo horrible un lugar en el que vale la pena vivir.

Pensaba en este juego en esta madrugada del 12 de mayo de 2023 donde llego a mis 40 años. Si la vida sigue su curso normal y muero de viejo estoy llegando más o menos a la mitad de mi existencia. Miro en retrospectiva y si bien en el curso de la historia de la humanidad no es ni siquiera un parpadeo, personalmente siento que he vivido mucho. He visitado lugares maravillosos, leído libros espectaculares, he hecho cosas tanto buenas como malas y he tenido el placer de conocer personas maravillosas que hacen de mi vida algo especial.

Mencionaba el videojuego porque siento que aplica a mi vida. Son las personas que he conocido lo que le da sentido a ésta. Es su amor, el de todos aquellos que me conocen, me quieren y me soportan los que me impulsan a seguir adelante. Muchos de ellos ya no están, algunos han partido al claro al final del camino dejándome su recuerdo y enseñanzas en mi corazón; otros fueron parte muy importante de mí pero ya no están presentes, algunas veces por culpa mía, otras porque ellas han optado por alejarse, quizá no ha sido culpa de nadie, es la misma vida una sucesión continua de encuentros y despedidas y aunque ya no estén presentes lo que pasó con ellas me hizo feliz y me ha convertido en la persona que soy.

Y están, como no, los que aún siguen presentes. Contra viento y marea. En los momentos difíciles y los fáciles. Con los que comparto risas, tristezas y alegrías. Estas personas invaluables son para mí mi tesoro más preciado....

 Pienso en todo lo que he hecho, es natural pensar principalmente en mis errores. Las veces que he fallado, las personas a las que he lastimado (incluyéndome a mí). Cuarenta años son, a fin de cuentas, bastantes años, suficiente tiempo para hacer el bien y hacer el daño, pero no vale la pena enfocarme en ello, a estas personas solo me basta pedir perdón, aprender de mis errores, levantar la mirada y seguir adelante, siempre adelante hacia el futuro desconocido.


Este año he publicado un libro, mi primer libro (espero que hayan más) y muchas personas me han preguntado que siento. Si soy sincero no he escrito ni por la plata (impensable en Colombia), ni por la fama. Lo hice porque quiero compartir mis letras con el mundo y hacer feliz a la gente con mis historias, pero en estos dos meses desde que Erik vio la luz he sentido tanto el apoyo y el amor de las personas que siento que todos los esfuerzos, desvelos y esfuerzos han valido hasta la última letra.

Puse en el prefacio de este texto una frase de la canción del Sake de Binks incluido en el manga de One Piece de Eichiro Oda y creo que esto resume la vida. No importa que tanto hagamos, la plata, los viajes, los amigos que hagamos en el camino, el final es el mismo: todos terminaremos siendo huesos en un cementerio olvidado. Por eso bebamos, riamos, comamos, lloremos, miremos las estrellas, besemos, abracemos, caminemos bajo la lluvia, hagamos el amor, escribamos, leamos y hagamos lo que más nos hace felices porque la vida es un ratico y antes de que nos demos cuenta el show habrá terminado.

A todos ustedes, como siempre mil y mil gracias. Nunca lo hubiera logrado sin su cariño.
Un abrazo de su cuarentón de confianza. Los amo