No se canta el himno nacional
con mayor alegría y devoción que cuando se juega un partido de fútbol en un mundial.
Es entonces cuando el país de manera conjunta cierra los ojos y canta, quienes están
por fuera dejan caer una lágrima de añoranza mientras recuerdan esa tierra tan
lejana que ya no les pertenece a ellos sino a su infancia o juventud, mientras
que el resto del territorio se hace uno en un país de cincuenta millones de
almas tan parecidas pero a la vez tan distintas.
Hace algunos meses estuve de
vacaciones en el Perú y me sorprendió el orgullo nacional que existe en torno a
su herencia indígena, en cómo a diferencia de acá no niegan la parte ‘india’
que los conforma sino que la aceptan y hace parte de su identidad como nación,
lo mismo ocurre con los mexicanos y su orgullo siempre latente por su sangre
azteca. Pienso en lo necesario que es que existan figuras en torno al cual
construir un imaginario como nación y siento que en Colombia no hay una clara:
García Márquez es un lugar común el cual la mayoría no ha leído, Antonio Nariño
y los próceres son demasiado lejanos, y científicos como Rodolfo Llinás y
Manuel Elkin Patarroyo si bien están despertando un renovado interés en las
nuevas generaciones no representan al colombiano del común.
Pero pienso en el fútbol y
creo que encuentro mi respuesta. No sólo en esta nueva generación que ha
logrado milagros como el quinto lugar en Brasil y la resurrección en este Mundial
sino en general. No hay colombiano que no piense en Willington Ortiz, Faustino
Asprilla, Arnoldo Iguarán, El Pibe Valderrama, Freddy Rincón o René Higuita y no
sonría. Esa es la magia del fútbol, hacer que un país más allá de sus diferencias
políticas, religiosas, económicas o filosóficas se unan alrededor de once tipos
en pantaloneta corriendo detrás de una pelota.
Muchos intelectuales,
encabezados por el gran Jorge Luis Borges, desprecian el fútbol y lo consideran
prácticamente una actividad digna de brutos, siendo incapaces de comprender la
tristeza de regresar a casa después de que el equipo amado es eliminado o la
euforia de la victoria, son incapaces de sentir como estos hombres no son
simplemente ellos, sino la representación de los sueños y la pasión de la
persona del común y su victoria es la de nosotros y su derrota duele al extremo
de que personas incapaces de demostrar sus sentimientos lloran como niños
pequeños abrazando una bandera.
Porque ya lo decía el gran
Terry Pratchett, “Lo que pasa con el
fútbol, lo verdaderamente importante del fútbol, es que no se trata solo de
fútbol” y agregaría que se trata sobre la vida misma y que nuestra
Selección Colombia nos representa a la perfección. Porque sus jugadores nos dan
lecciones día a día: De avanzar sin importar ser hijos de la violencia como a
Juan Guillermo Cuadrado quien a pesar de ver desde debajo de su cama como
asesinaban a su papá es hoy una gran estrella de la Juventus; de aprovechar las
segundas oportunidades de la vida como James Rodríguez suplente del Real
Madrid de Zidane y ahora pilar del gran Bayern Munich, de la fe inquebrantable
de Falcao García quien después de su terrible lesión que lo ausentó del Mundial
pasado y ser sentenciado por muchos a ser un ‘ex jugador’ demuestra que vale la pena soñar y luchar por
tus sueños, y podría seguir porque cada jugador es un universo aparte, una
historia de superación y sacrificios para representar los colores del país.
A veces olvidamos que esto es
un juego y que tal como ganamos hoy, perdemos mañana; que ningún jugador quiere
equivocarse o perder el partido, que el equipo puede tener un mal día o un
técnico se puede equivocar en la estrategia. Olvidamos que frente a la
Selección se paran también once tipos que representan millones de sueños del otro lado del mundo y que un grito de gol
nuestro es un lamento para ellos y viceversa, y que al igual que los nuestros
darán su alma para enorgullecer a su país.
Hoy celebramos la victoria sobre Polonia y esperamos volver a hacerlo el
próximo jueves contra Senegal pero quiero de mi parte, y sin importar el
resultado, decirles a cada uno de los integrantes del equipo lo profundamente orgullosos
que estamos de ellos.
Albert Camus decía que la
bandera de la patria es la camiseta de la selección nacional de fútbol y no
puedo menos que estar de acuerdo con él. Cincuenta millones de gracias
Selección Colombia y vamos por Senegal. #ConLaFeIntacta.
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