Nota: Lo que voy a contar no
hace parte, por desgracia, de ningún
relato que haya escrito. Los hechos ocurrieron tal como relataré.
Y allí estaba yo, a las cinco de la mañana del domingo, extático
mientras iba al baño, viendo una sombra extraña al lado de la ventana externa de mi apartamento.
En un principio me pareció estar soñando porque estoy en un segundo piso y vivo
solo, al grito de ‘quién es usted’, la rata humana escaló hacia abajo con una
agilidad que ya quisiera tener Usain Bolt; al correr hacia la ventana y
mientras el ladrón terminaba de descender vi que encima de mi escritorio de la
sala no estaba mi portátil. Al salir a la calle el engendro de humano había
desaparecido con mi computador.
El sentimiento de angustia, impotencia
y rabia de saberte vulnerado no tiene comparación. La ira que te invade en un
principio por haber sido robado da paso con prontitud al miedo, ¿cómo entró este
individuo a mi apartamento? ¿Qué tal que el tipo hubiera sido un ladrón
agresivo? ¿Que hubiera llevado un puñal o una pistola y me hubiera lastimado
con tal de hacer crecer su botín? Amanece y no eres capaz de pegar los ojos
pensando en que esta basura pueda volver y te sientes inseguro en el único
lugar que creías estar a salvo en la ciudad.
Ir a la Policía es un saludo
a la bandera. Vas muerto del miedo pensando que mientras me dirigía al CAI más
cercano, el ladrón iba a regresar, a violar mi domicilio nuevamente, y a
terminar su tarea. Los uniformados me atendieron de manera amable pero sin
mayores sobresaltos, para ellos algo rutinario que seguramente ven todos los
días y por ende no merece demasiada atención. Al rato de volver a mi
apartamento apareció una patrulla. Los oficiales, un hombre y una mujer,
poniendo rostros solemnes examinaron mi apartamento y dictaminaron que
sencillamente el ladrón había escalado y forzado la ventana. Luego, se
despidieron con monosílabos, me dieron un par de teléfonos del CAI y
desaparecieron.
Las horas pasan y el temor
crece. Uno sale a las calles y, desafortunadamente, está mentalmente preparado
porque sabe que hay una posibilidad de que te roben, en una esquina, en un
cajero, en el transmilenio, en todas las modalidades posibles, con cosquilleo,
con puñal, con pistola, con intimidaciones. Se supone que la casa es el único
refugio que nos queda, el pequeño rincón de vida donde podemos estar
tranquilos, pero al parecer no es así en la Bogotá de los últimos años.
Y pasan los días y tomas
medidas. Cambias la composición de las ventanas, las aseguras con candados de última
tecnología por dentro. Te encierras en tu propio apartamento como si fueras un
pájaro en una jodida jaula de oro. Recuerdas que te robaron lo único de valor
que tenías porque de resto tu casa está llena de libros y una rata de estas que
seguramente abandonó la escuela porque pensó que estudiar es para los pirobos
que estudian’, asimismo caes en cuenta que por descuido no hiciste backup de
muchos de tus artículos porque no pensabas que te pudiera pasar algo así y odias profundamente al ser que encuentra
satisfacción en hacer el mal, en apropiarse de algo que no se merece.
También piensas: No te fue
mal. Que en este país lo menos grave que te pueden hacer los malvados es
robarte. Piensas en todas las historias que has oído de rateros que primero
disparan y luego preguntan, de seres que son capaces de hacer masacres en
poblaciones lejanas y sienten placer en torturar, en violar y ejecutar a
personas en presencia de sus hijos y parejas. Ni siquiera es necesario irse tan
lejos, en la misma ciudad ocurren cientos de paseos millonarios, atracos a
plena luz de día ante la inoperancia de la policía y asesinatos porque sí. Definitivamente no te
fue tan mal.
Me gusta mucho vivir en
Bogotá. Es la ciudad que me acogió con los brazos abiertos cuando no encontré
trabajo en Cali. Amo sus días fríos y
cielos azules. Disfruto en muchas ocasiones de su grandeza, de su caos. En esta
ciudad me he enamorado, me han roto el corazón, he ido a eventos culturales, la
he recorrido, he conocido a muchas
personas muy valiosas de las cuales aprendo (o lo hice) cada día y he conocido
mucho sobre la vida. Me duele ver en lo que se convierte cada día. Me parte el
corazón ver lo que ha hecho la izquierda con la capital en poco más de una década. La han convertido
en una cloaca, en una urbe asquerosa, llena de basura, insegura, fea. En una población
invadida por los indigentes, incluso el Transmilenio se ve diariamente lleno de
cantantes de rap amenazantes y vendedores de maní se suben en cada parada,
cuando se supone que este sistema debía ser un patrimonio de la ciudad, en una
ciudad cuyo lema ‘Bogotá Humana’ parece que se aplica únicamente a los ladrones
y malandros, una Bogotá corrupta, impune e inepta.
Se acercan las elecciones.
Les pido que por favor piensen cuál quieren que sea el destino que quieren para
la ciudad más importante del país. Yo estoy cansado de vivir con miedo de que me
pueda pasar en algún momento. No les digo que voten –o dejen de votar- por X o Y candidato pero les pido que piensen
bien en qué ciudad quieren vivir. Por mi parte creo que El Polo y partidos
similares ya tuvieron su oportunidad y no la aprovecharon. Espero que sepamos
escoger y que recuperemos la confianza de estar, por lo menos, tranquilos en
nuestra propia casa.
Bien lo dice Mendoza: firmar la paz no es garantía de nada. Hay mayor probabilidad de ser violentado en la ciudad por un ladrón o por tu mismo jefe que por un paramilitar o guerrillero.
ResponderEliminarLa violencia está en todos lados, y la que se desata en cada esquina es más preocupante que la violencia política.
Mauro Vargas.
Lo que ya te he dicho en Facebook, me alegra que no hubiese daños personales aunque claro, el susto se queda en el cuerpo y has perdido un objeto de valor que nadie te va a pagar ni devolver.
ResponderEliminarEs una lástima cuando los gobernantes fomentan lo peor de cada lugar, está claro que cada uno en nuestro territorio, debemos votar de forma consecuente y racional, teniendo en cuenta casos como este y muchos otros.
Lamento este desgraciado suceso para ti, poco más hay que decir...
Que complicado, pero lo importante es que no te paso nada
ResponderEliminarLa concha de la lora y la reputísima madre que lo remil parió!! Lo lamento mucho, compañero =/
ResponderEliminarQue momento de mierda, Tulio. Desde acá, un abrazo para superar este momento.
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