Los dos años que acaban de pasar
son quizá los más difíciles que me han tocado vivir hasta ahora. En estos
24 meses he perdido tanto de manera física como simbólica mucha gente que amé y cuya partida me dejó al borde
del abismo, también me pasó lo mismo con algunas creencias que tenía y hasta
con las cosas físicas, vaya, incluso hasta un ladrón se metió a mi apartamento
y me robó el portátil mientras dormía para demostrarme que no hay que dar nada en
la vida por sentado.
He pensado profundamente en el
significado de todo esto. Siempre he creído en el destino, así seamos nosotros
mismos quienes lo construyamos, y estoy
convencido que las cosas pasan por algún motivo. Creo que lo que la vida intenta
enseñarme de manera desesperada una y otra vez es que debo aprender a
desapegarme de personas, posesiones físicas e ideales.
Nunca he creído mucho en las
filosofías orientales que predican esta doctrina. Opino que lo que nos hace
humanos son los apegos, el aprovechar los placeres simples, un monje tibetano
nunca va a disfrutar de un buen vino, un abrazo, un suculento trozo de carne o
un buen polvo porque para ellos esto es simplemente el tránsito hacia el
nirvana o la reencarnación. Por el contrario, yo creo que son los momentos que experimentamos
aquí y ahora, un beso, un abrazo, contemplar un cielo estrellado o un amanecer
con quien nos enloquece los que hacen que la vida valga la pena.
Sin embargo es posible que me
haya ido al otro extremo y haya confiado demasiado en personas, objetos e ideas
que a la larga no valían tanto la pena. Olvidé por un momento que la vida no es
otra cosa que una sucesión de saludos y despedidas continúas e ininterrumpidas
hasta nuestra muerte. Las personas entran y salen de nuestra existencia como en
una obra de teatro a veces de manera tan efímera que nos sorprende lo breve de
su presencia pero el rol tan importante que desempeñaron en ella.
Este año aprendí a desconfiar
de las palabras. Las escritas sólo sirven para llenar un papel en blanco y las
que son dichas se las lleva el viento. Son nuestras acciones las que nos definen.
Son las personas que más nos dicen que nos aman y que somos importantes para
ellas, las primeras que nos lastiman y rompen con la sevicia de un verdugo.
Muchos cacarean que se quedarán a nuestro lado pero al final se terminan yendo
en medio de excusas tibias.
Pero, para nuestra fortuna,
estarán los de siempre. Los que no se vanaglorian tanto, los que hablan con las
acciones y quienes nunca nos abandonarían, ni siquiera cuando el viento esté en
nuestra contra y hayamos descendido hasta los infiernos. Son esas personas, ese
puñado, quienes valen la pena y quienes nos empujan a seguir luchando día tras
día.
A quienes se fueron, a quienes me traicionaron
y me hirieron con rabia con odio o con las mejores intenciones, en cierto
sentido les agradezco. Las lecciones de vida que me han enseñado no serán
olvidad y no está acabado quien lucha una y otra vez. Siempre me he considerado
como el toro, que embiste con gallardía, fiereza y nobleza una y otra vez hasta
lograr su cometido o ser derrotado en el combate y no será diferente con la
vida misma donde dejaré la sangre en el ruedo y triunfaré o fracasaré pero creo
que ya se está acabando el tiempo para las medias tintas.
Para las personas que han
seguido a mi lado a pesar de las adversidades. No hay necesidad de nombrarlas
porque ellas saben quiénes son…para ustedes mis queridos amigos, amigas y
familiares, mi gratitud eterna e infinita, gracias por acompañarme en la senda
y espero ser de tanto apoyo para ustedes como lo son conmigo. Mi alma les
pertenece.
Les deseo el mejor 2016 para
todos.
tampoco soy de supercherías orientales u occidentales, sin embargo tengo muy claro que la mejor filosofía es la de la vida, esa que nos enseña que las cosas deben nacer y morir: La amistad, "el amor", la felicidad, la tristeza...
ResponderEliminarBrindo por eso, Don Christian. Feliz año.
EliminarNo soy muy amigo de ninguna teoría, pues la realidad siempre acaba imponiendo su criterio, es cuestión de vivir acorde con nuestra manera de ser, fastidiando lo menos posible al prójimo.
ResponderEliminarFeliz Año Nuevo!!!