Últimamente vivir en Colombia es como tomarse un tarro de ricino
diario. Si no es el problema de los trancones y la contaminación en Bogotá (y
con el alcalde más inepto del mundo que cree que la solución a todo es talar
árboles), está el asunto con Venezuela, la actitud cada vez más belicosa del
presidente Urib…Duque, quise decir Duque o una Policía corrupta e inepta hasta
el límite que prefiere agarrar a los golpes a un vendedor ambulante o multar a
un pobre parroquiano por comer una empanada callejera mientras a su alrededor
los robos y la inseguridad aumentan (y hay qué ver dónde está la Policía cuando
pasa un crimen real…seguramente multando jóvenes empanadictos).
Sí, la situación no pinta bien y a veces dan ganas de coger
las maletas y largarse a cualquier parte, pero el mundo no pinta mucho mejor.
Guerra, hambrunas, gobernantes estúpidos y corruptos y la sensación de saber
que si te vas siempre serás un extranjero. A esto sumémosle los medios de
comunicación que nos bombardean a diario con todo lo horrible que ocurre,
porque estos medios, al igual que los gobiernos saben que no hay una manera más
sencilla de manejar a la gente que el miedo mismo.
En este panorama pesimista se nos olvida que el sol sigue
brillando todos los días. Los problemas nunca han sido cosa del pasado y el ser
humano tiene cierta atracción irresistible al caos y la destrucción y le da
toda la relevancia a ello.
El problema en
Colombia no es (únicamente) Uribe, ni
Petro, Venezuela, los políticos
corruptos o los policías ineptos, siempre ha habido personajes así y en el
futuro seguirán existiendo. Muchas veces olvidamos que nosotros mismos somos el
problema, que nos dejamos contaminar el corazón de odio y de rabia, que a
diario explotamos no con un gran boom, sino con pequeños actos que nos amargan
la vida y de quienes nos rodean. Estamos
tan ensimismados en nuestros pequeños
espirales de desesperación que nos dejamos robar la paz por estos siniestros
seres.
La invitación está allí. Disfruten del sol y la lluvia,
respiren y tómense un tiempo para desconectarse de las redes o los noticieros,
caminen, cómanse ese helado del que están antojados, díganle a esa persona especial que para ustedes que la aman, vean a la gente andar sin
rumbo, algunos estarán enamorados, otros ensimismados, otros más irán como
hormigas mientras otros vagan sin rumbo. El apocalipsis en Colombia siempre está
a la vuelta de la esquina y el final de un modo u otro (y esperemos que sea
dentro de muchos años) es el mismo. ¿Qué necesidad hay de amargarse mientras
todo pasa? Vivan disfrutando el camino y
podrán darse cuenta de que hay más cosas maravillosas de las que creemos. Se
los prometo.
Todos estamos siempre al bor, muy al borde, del abismo.
ResponderEliminarUn saludo.
Alfred....muchas gracias por tu constante lectura y tus comentarios. Siempre me animas a seguir escribiendo. Gracias.
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