El que acecha en la oscuridad
Comenzó como un pequeño aruñón, casi imperceptible, en el dedo gordo del pie que solo noté al levantarme y caminar. Vi la herida, era minúscula, tal vez me había lastimado sin darme cuenta. Al día siguiente ví otra igual de pequeña a su lado, esta ardía más, cómo si tuviera la piel en carne viva. Las heridas se repitieron cada día, aumentando la intensidad, devorando los otros dedos y luego el pie. Empezaron a aparecerme morados en el muslo, pequeños círculos perfectos que hacían que el solo roce con la ropa me causara un dolor indescriptible. Por el día buscaba lo que me lastimaba, un animal quizá, pero no encontraba nada, intenté dormir de día pero sufría pesadillas dónde miles de ratas devoraban mi cuerpo. Por la noche duermo bien, pero en el instante justo antes de quedarme dormido me parece oír el leve movimiento de algo que se arrastra. Las heridas suben conforme pasan los días, ayer amanecí con una herida en el cuello, una línea que lo atraviesa por completo. Tengo miedo de esta noche, intento atravesar el silencio del cuarto oscuro con mi mirada pero solo veo sombras y tinieblas. Cierro los ojos e intento rezar pero siento un aliento caliente en mi mejilla que atraviesa mis ojos cerrados. Auxilio. No estoy solo.
¡Qué angustia!
ResponderEliminarSaludos.