Sinopsis: Según Las Buenas y
Acertadas profecías de Agnes la Chalada Bruja (el único libro fiable de
profecías, escrito en 1655, antes de que ella explotara), el fin del mundo
tendrá lugar el sábado. El próximo sábado, para ser exactos. Justo antes de la
hora de la cena. Los ejércitos del Bien y del Mal se están agrupando, la
Atlánti da está resurgiendo, llueven sapos y los ánimos están algo alterados
así que... todo parece ajustarte al Plan Divino. De no ser por un ángel
quisquilloso y un demonio buscavidas que han vivido a costa de los mortales
desde el comienzo de los tiempos y que no están dispuestos a aceptar tan
fácilmente eso del “Fin de la civilización tal y como la conocemos” . Y...
¡vaya por Dios! ¡Parece que alguien ha hecho desaparecer al Anticristo
Antes de empezar esta reseña,
quisiera contarles una anécdota. Quiero que se imaginen a un joven y entusiasta
periodista que prácticamente no tiene donde caerse muerto, entrevistando a un
autor de imaginación prodigiosa pero prácticamente desconocido que solo había
publicado una novelilla, entre ambos hombres habría de gestarse una amistad maravillosa.
Como más de uno podrá haber adivinado, el escritor es Terry Pratchett, la
novelilla es El color de la magia (la primera entrega del
Mundodisco) y el periodista es Neil Gaiman.
Para nadie es un secreto mi
admiración por estos dos autores, aunque debo reconocer que me decanto un poco
(no mucho) más por Pratchett. Ambos son maestros en el género de la
fantasía, saben usar de manera asombrosa su imaginación creando situaciones
alocadas y magníficas, llenas de frases para enmarcar y armados con la dosis
precisa de veneno y sarcasmo que hace que el lector se ría a carcajadas y
reflexione con la misma intensidad.
Good Omens (o Buenos Presagios como
se le conoce en español) la única novela que escribieron juntos es prueba de
ello. Verbigracia podemos decir que se trata del Apocalipsis en ojo de este par
de locos. En él podemos encontrar un ángel bonachon y bibliotecario,
Aziraphale, y Crowley un demonio aficionado a los carros antiguos y a la banda
de rock Queen, quienes a pesar de sus evidentes diferencias han aprendido a ser
amigos, quienes hacen causa común para detener el inminente Apocalipsis que
habrá de suceder el sábado que viene.
Crowley y Aziraphale, demonio y ángel dispuestos a detener el día del juicio final. |
Desde luego no estarán solos en estas
páginas, junto a ellos estarán
personajes cada uno más excéntrico que el anterior como una organización de
monjas satánicas, un cazador de brujas que se enamora de una descendiente de la
bruja que fue quemada por su
tataratarabuelo, los cuatros jinetes del apocalipsis que esta vez andan en
moto, el cancerbero, guardián del infierno convertido en un inofensivo cachorro
y un anticristo que no sabe lo que es, o lo que se espera de él.
Es fácil reconocer los estilos de los
autores. Obviamente a Gaiman se le puede identificar por poner seres
mitológicos en entornos cotidianos tal como lo hace con los jinetes del
apocalipsis y que aplicaría en obras suyas como Sandman y American Gods,
mientras que Pratchett despliega su humor negro y situaciones descabelladas a lo
largo de la obra. Sin embargo, a pesar de esto, ello no plantea ningún
inconveniente para el desarrollo del libro, sino que por el contrario lo
enriquece y lo hace más adictivo.
A pesar de los personajes disparatados
y las situaciones que alocadas el libro mantiene una especie de cordura en
donde el lector no sólo se cree todo lo que le están contando sino que también
hace parte de esta aventura en busca de detener el inefable fin del mundo.
En fin, lo que pueda decir de esta
maravilla de libro es poco. Mi única recomendación es que traten de conseguir
un ejemplar y leerlo cuanto antes. Les aseguro que este apocalipsis valdrá la
pena. Por mi parte me quedaré con la imagen del periodista y el escritor
desconocido sentados en un bar sin saber que el destino les presagiaba un futuro brillante.
Terry Pratchett y Neil Gaiman, padres del apocalipsis y genios de la literatura fantástica. |
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