El pasado mes de julio una conductora
del SITP, un transporte público de Bogotá, aseguró que mientras conducía su
vehículo había sido atacada y violada por dos hombres y una mujer. Uno de
los sujetos era, según el retrato hablado por ella, un hombre cuyo rostro era
surcado por una cicatriz. A los pocos días, una persona de rostro
inexpresivo pero con la consabida cicatriz fue capturado.
Hace una semana, el futbolista
uruguayo radicado en el país, Alexis ‘El pulpo’ Viera fue herido de bala en un
asalto que le hicieron en la ciudad de Cali, el criminal fue un hombre de raza
negra y al poco tiempo se señaló de manera automática que era alias “Barney”,
quien en el pasado fue encarcelado por hurto, el autor de los hechos.
¿Qué tienen en común ambas historias?
Al poco tiempo y ante los interrogatorios de la policía, la conductora del SITP
reconoció que había mentido. Nadie había abusado de ella e inventó la historia
para obtener beneficios personales en el trabajo; por su parte, “Barney”, al
recibir amenazas contra su vida por supuestamente haber atentado contra el
futbolista, decidió ir a la policía para aclarar su situación, la esposa del
deportista, quien estuvo presente durante el robo, negó que él hubiera
participado de este hecho.
A mi Facebook llegaron la imagen de
ambos personajes. La del hombre de la cicatriz por los enlaces de los
periódicos y la Barney por una foto compartida por un contacto donde ya se daba
por hecho que él era el criminal. Las fotos iban acompañadas de cientos de
comentarios llenos de odio donde los hombres ya habían sido condenados de
inmediato, las redes rezumaban rencor, se pedía que se asesinaran a tan
terribles canallas: Que se castrara al violador que se linchara al ladrón. Me
pregunto si las personas que imploraban de manera tan fervorosa sangre
habrían sentido algo de culpa si hubieran matado a los sospechosos y después
comprobado la inocencia.
No es algo que vea por primera vez.
Recuerdo hace poco el caso de un hombre que intentaba de manera infructuosa
limpiar su nombre. No sabía cómo pero su nombre había aparecido de manera
ligada a una historia sobre una violación, el pobre individuo no sabía qué
hacer pues ya había sido juzgado por la sociedad por un crimen que no había
cometido y del que no sabía cómo había sido acusado. La nota decía que el
hombre era tratado como un criminal y un paria por quien lo reconocía en la
calle.
Pareciera que las redes sociales nos
convierten en dioses. Tenemos el poder de juzgar, de condenar impunemente.
Decidimos quién es bueno y quién es malo, hermoso u horrible, culpable o
inocente por una foto o un post. Usamos clicks y likes para sentirnos parte de
una comunidad o superiores al resto de las personas pero olvidamos que acciones similares han desembocado en un acoso –o bullying- desaforado
desencadenando el suicidio de más de un adolescente.
Me llama la atención que las mismas
redes revelan un odio que revela una sociedad enferma y que francamente me
asusta. Mucha gente clama por asesinatos, guerras, y linchamientos, y muchas de
esas acusaciones recaen en personas diferentes, ya sea por aspecto, raza,
estrato social u orientación sexual. Me pregunto si la misma gente que exuda
tanto odio por los poros virtuales sería capaces en la realidad de cometer esos
actos. Lo dudo, pero crean el ambiente y hacen propicio que otras personas con
menos escrúpulos cometan esos crímenes sintiéndose respaldada por la sociedad.
Este ambiente me recuerda mucho a Historia
de dos ciudades, la genial novela de Charles Dickens. En ella, nos situamos
durante la revolución francesa y el gran novelista inglés nos muestra los
excesos cometidos durante dicha época y que pervirtieron los ideales de
libertad, igualdad y fraternidad en una orgía de sangre donde un rumor
era suficiente para conducirte a la guillotina ante un pueblo embriagado de
odio y resentimiento que aplaudía cayera quien cayera, siempre y cuando la
cesta se llenara de cabezas cercenadas.
Me llego un texto firmado por Ud y me di a la tarea de buscar su Blog en internet para opinar sobre algo que se esta volviendo viral y que ha exonerado de culpa a los verdaderos responsables.
ResponderEliminarComo pedirle a un cabeza de familia que le enseñe a sus hijos a comportarse como todos quisiéramos si a ellos mismos les han robado los derechos básicos, el acceso a la educación, la alimentación, la vivienda?.
Pero, y quien se los ha robado? Los mismos que han ostentado el poder político, social y económico es decir los mismos que Ud hoy exonera, Los Santos, Los Pastrana, Los Uribe, los Petro, etc, etc.
Hay un principio fundamental para que una sociedad funcione y es “PREDICAR CON EL EJEMPLO”. Y acaso los falsos positivos, Odebrecht, la mermelada, agro ingreso seguro, Los Sarmiento Angulo, LOs Ardila Lulle, los Paras, los Guerrillos, etc., no le han robado a todo el pueblo colombiano la oportunidad de ser una mejor persona, una mejor familia, una mejor sociedad, un mejor pais? Es eso un buen ejemplo?.
Como exigirle a un pueblo ignorante con hambre y sin oportunidades a que se comporte ejemplarmente si se levantan y no tiene para el desayuno y ni siquiera un trabajo con un ingreso digno?
Se ha preguntado Ud si esas personas tienen un Plasma 4K para ver un partido del mundial? O ud cree que los colombianos que grabaron los videos pertenecen a esos extractos sociales? No mi estimado amigo del Blog, la culpa no está río abajo sino en donde nace el río.
En un pais en donde ni siquiera nos hemos podido poner de acuerdo si resolvemos un problema con dialogo o a bala no podemos pedirle a los que no tienen para un pasaje en bus a que asuman la culpa de todos.