lunes, 8 de abril de 2019

El día en el que casi ayudo a morir a mamá


Hay un plano fijo en el que se ve una pareja. Él habla y dice lo que le va a hacer a  su esposa,  tiene una voz firme y serena; ella está recostada en un sillón rojo y tiene la mirada perdida (y cuántas veces yo mismo no vi esa misma mirada a pesar de no conocer a esta mujer) y su voz es solo un hilo débil  que se desgarra  en monosílabos. Él se llama Ángel Hernández, ella María José Carrasco. Ella sufría de esclerosis múltiple desde hacía treinta años, él la ayudo a morir, suministrándole una bebida que la ayudó a descansar de su cárcel de carne y huesos.

El caso ocurrió la semana pasada en España y, en esta aldea global que nos ha convertido este mundo tecnológico, tuve la oportunidad de ver el video y los ojos cansados y tristes de María José Carrasco se quedaron incrustados un largo momento en mi alma, como una especie de fotografía transportándome a una calurosa mañana de diciembre de 2016.

En ese momento el cáncer prácticamente había devorado a mi mamá. De la mujer sabia y alegre quedaban pocos retazos y  cada vez más el malhumor y el dolor se apoderaban de ella. Eso sin contar con lo que quedaba de su cuerpo, era un eco de sí misma, y aun así, a pesar de todo, siempre tuvo amor que darnos y fortaleza que enseñarnos hasta el final. Muchas mañanas le daba una vuelta por la unidad residencial donde vivía, como ya no tenía fuerzas para caminar yo la llevaba en silla de ruedas, siempre despacio porque hasta el más ligero cambio de superficie le ocasionaba dolor.

Durante nuestros paseos hablábamos, a veces de la vida, a veces de cosas más cotidianas, como el paisaje, el calor, lo que pasaba en la familia. Un día hice acopió de las fuerzas que tenía y le dije que si ella deseaba morir yo podía encargarme de todo y asumir las consecuencias. Era un tema que me estaba rondando por la cabeza durante varios días y que no tuve el valor de preguntar hasta ese día.

Mi mamá es quizá, y con el perdón de mi papá, el ser humano que más haya amado en mi vida. Ver el deterioro de la persona que más quieres no es fácil, no importa que tanto lo hayas visto en televisión, cuántos libros o relatos hayas conocido nunca estás preparado para ello. Ver a tu mamá prácticamente con la piel pegada al cuerpo, con dolores recurrentes,  sin ser capaz de comer nada porque todo le repugnaba, ni siquiera de ser capaz de leer sus libros favoritos porque su olor la mareaba, de vomitar prácticamente a diario y no tener fuerzas ni siquiera para caminar te puede partir el corazón de dolor. Lo peor es que no había ninguna salida: Mi hermana, ella y yo nos aferrábamos con la fe de un náufrago a un lejano tratamiento en la mítica Clínica Mayo a pesar que era una quimera, como después se demostró.

No sabía cuánto iba a demorarse todo en acabarse y a pesar de que la eutanasia en Colombia existe recordé el caso del padre del caricaturista ‘Matador’, el  cual tuvo que luchar durante bastante tiempo para que su padre tuviera una muerte digna. Yo no estaba dispuesto a esperar tanto, me dolía, me destrozaba, verla así e hice lo más sensato: Le pregunté a ella que quería.

Le dije que estaba bien lo que decidiera. Que no pensará en mi hermana, en mí o en las leyes de su dios que tan sordo se había mostrado a sus súplicas, que pensara que era verdaderamente lo que quería. Me pidió que nos detuviéramos, no lo pensó mucho y me dijo: ‘Quiero luchar. Hasta el final”. No volví a hablar del tema y ella luchó con toda su alma hasta el final cuando su débil cuerpo no aguanto más y su espíritu maravilloso por fin descansó.

Ella me dijo que no pero también me pudo decir que sí. Y si lo hubiera hecho no me habría temblado el pulso para hacerlo. Más allá de las leyes de los dioses o lo hombres y sus consecuencias lo habría hecho y con el más grande amor hacia ella.

Mucho se habla de la eutanasia y sus más enconados detractores siempre sacan la tarjeta de la religión en contra ¿Qué saben ellos? ¿Con qué huevos son capaces de decir que la única persona capaz de decir quién se muere y cuándo se muere es su dios? ¿Con qué derecho son capaces de hablar de ese tema si no han visto esa persona que aman vuelta mierda, llena de dolor y siendo testigo de cómo la vida se va apagando cada día más? ¿Son tan canallas de creer que si una persona ayuda a morir a otra lo hace lleno de alegría o por cobardía?  No hay acto de amor más grande que el de ayudar a descansar a quien no quiere continuar pero no tiene la fuerza para acabar por sí mismo con su vida. Pienso en si mamá me hubiera dicho que sí, habría sido lo más doloroso en mi vida, pero no me arrepentiría.

En el caso de Ángel y María José hay otro video. Ella ya acostada en la cama, él con el veneno disuelto en un vaso con agua. Son un matrimonio de más de treinta años, pienso en todo lo que hubo en esa pareja, pienso que si mamá hubiera dicho que sí yo podría haber sido Ángel y puedo ver en las palabras que él va diciendo todo el amor que siente por su esposa, amor que mucha gente no podrá entender jamás, le suministra el líquido y después le dice "A ver, dame la mano que quiero notar la ausencia definitiva de tu sufrimiento. Tranquila, ahora te dormirás enseguida".









1 comentario:

  1. Te entiendo pase por lo mismo con mi papa .. el ahora descansa ,pero que dolor era verlo vivir así

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