No tengo a mi papá conmigo pero sus enseñanzas han hecho de
mí la persona que soy y su recuerdo me fortalece siempre
No tengo a mi mamá conmigo pero su amor siempre está presente
en mi vida. Todo lo bueno que soy y que puedo llegar a ser es gracias a ella.
No tengo a mi hermana cerca pero a pesar de la distancia ella
es mi todo. Mi luz, mi faro, mi consejera, vivir es saber que ella existe. La
persona más importante de mi universo, quien hace que todos los días, incluso
aquellos en los que no quiero levantarme, valgan la pena.
No tengo a mi mascota conmigo pero durante su breve
existencia mi perrito Gruñón me enseñó el amor por los animales, que las
mascotas pueden llegar a ser tus amigos más entrañables y son parte de la
familia.
No tengo a mi Nana conmigo pero de ella aprendí que el amor
no tiene color, edad y género. Que siempre oiré la voz alegre y llena de cariño
en mis recuerdos de mi negra hermosa.
No tengo novia pero he conocido el amor de mujeres
maravillosas, mucho mejores que yo en todo caso, que me han enseñado el
maravilloso y misterioso mundo femenino y me han brindado su cariño y apoyo
incluso cuando yo mismo no he creído en mí.
No tengo a Camilo conmigo pero de él aprendí que la amistad
nunca termina y ni siquiera algo tan poderoso e inevitable como la muerte es
capaz de ganarle al amor, que su presencia siempre me acompañará hasta el día
que muera.
No tengo a mis abuelos conmigo pero de ellos aprendí que nada
se ha ido del todo si vive en tu corazón.
Desde hace unos años tengo la tradición de que el inicio de
mi cumpleaños me coja escribiendo. Me gusta que la medianoche del once de mayo
me coja mientras tecleo en mi computador y hago este pequeño texto reflexionando
un poco sobre qué es cumplir un nuevo año.
Los 36 años me cogen reflexionando sobre lo que decía al
principio. He tenido algunas pérdidas. Gente que se ha ido para no volver jamás. Pero
si me comparo con otras personas soy muy afortunado pues tuve la oportunidad de
estar con estas personas, de poder decirles cuánto las amé, de aprender de
ellas y disfrutarlas todo lo que pude.
He vivido, viajado, amado, llorado, experimentado, reído y conocido.
Personas han partido sí, pero también otras han llegado para seguir
aprendiendo. A veces creo que el mundo en el que he crecido ha desaparecido, la
ciudad de mi niñez ya no existe y donde vivo ahora a pesar del tiempo que he estado nunca será
mía; a veces me gustaría encontrar un lugar en el mundo pero quizá crecer
consiste en creártelo tú mismo. Quizá todo el amor que he recibido y sigo
recibiendo es mi mundo, quizás mis letras son mi mundo, siempre cambiante,
siempre presente.
También están mis pequeños sobrinos, mi amada Verónica y mi
futuro sobrino (o sobrina) por venir, quienes me hacen luchar por un futuro
mejor, por dejarles a ellos un mundo mejor del que me tocó, sus ojillos me
hacen tener fe y esperanza en que todo estará bien en el mundo.
Y están ustedes, quienes me leen. A algunos he tenido el
placer de conocerlos en persona, otras solo de manera virtual, algunos más se
asoman acá como visitante efímeros, pero son todos y cada uno de ustedes
quienes con su presencia, paciencia, tolerancia y cariño me animan a seguir
escribiendo y por lo tanto a seguir siendo yo.
A todos, los presentes y los ausentes; a quienes han partido
y quienes no y los que llegaran, GRACIAS, por estar allí, por ser mi fuerza y
ánimo.
Nos estamos leyendo. Un abrazo.
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