Creo que ninguna película por
maravillosa que sea podrá emular jamás la emoción que implica estar en una obra
teatral. En ningún lugar como en éste, puedes sentir con tal intensidad la
emoción y el nerviosismo previos a la gran función. Hay, desde luego, un telón,
unas cortinas que esperan el momento oportuno para abrirse o un escenario
aguardando la llegada de los actores, también están los espectadores quienes
verán las miserias, los triunfos y desgracias de esos personajes como si fueran
testigos indeseados, intrusos.
En Vidas al borde, escrita por Álvaro
Vanegas y dirigida por Alejandro Aguilar, esta sensación incómoda pero a la vez
morbosa de estar presentes en algo muy íntimo y privado se acrecienta. La
situación es lo de menos, podría ser una charla de pareja, un grupo de personas
que esperan bajo una parada de bus o una fiesta de cumpleaños como ocurre en
esta ocasión. Nos adentramos poco a poco en esta celebración donde poco irán
saliendo a luz los peores secretos de sus integrantes (y de qué manera) y
lo más abyecto y patético de la naturaleza humana.
Les juro que por más que intento
recordar los nombres de los personajes no lo logro. No es porque no tengan
fuerza y sean fácilmente olvidables, sino porque cada uno de ellas es un
estereotipo que va más allá de su nombre, está el escritor fracasado, con poca
personalidad y manipulado por su esposa, la arpía que pretende que todo sea
perfecto a pesar que ese barco, su barco, hace mucho se hundió, la estrella de
rock que vive de triunfos pasados, el petulante pedante y estúpido al que
provoca darle un par –o muchos más- golpes, el homosexual y la lujuriosa
alcohólica.
Ante estos personajes hubiera sido
muy sencillo caer en el cliché barato, en el humor sencillo, pero tanto el
guión, como la dirección y la estupenda actuación del reparto evitan esto.
Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos caído en algunos de estos
estereotipos, hemos sido el ebrio insoportable, el pedante hijo-de-puta, la
arpía severa de doble moral o esa persona que vive su vida a pesar de ser
juzgada por ello y la obra lo refleja a la perfección, sin exageraciones, sin
burlas, a pesar que Vidas al borde, entraría en la categoría de humor negro.
Las conversaciones y situaciones son
perfectamente creíbles y creo que más de uno hemos estado presentes en este
tipo de fiestas donde las cosas se salen de control, quizá ciertas acciones
sean un poco exageradas pero creo que precisamente la magia del teatro es
manipular de cierta forma la realidad para darle énfasis a ciertas temáticas.
Como dije anteriormente, las
actuaciones son destacables. Cada uno de los actores y actrices se meten por
completo en la piel de sus personajes y dejan el alma en ello. Hay además
ciertos elementos externos bastante recursivos dentro de la obra que le da
mayor fuerza a su papel (uno de ellos podría ser que en cierto momento todas
las luces se apagan y ellos se alumbran a la cara mientras hacen un monólogo).
Debo decir, y creo que ha quedado
claro con los párrafos anteriores, que la obra me ha encantado. Me ha gustado
la trama, la dirección, las actuaciones, esa magia que se respira a borbotones
en el Teatro Cámara….vayan a verla, les aseguro que no se arrepentirán, después
de todo ¿qué sería lo peor que podría pasar en este cumpleaños?
No hay comentarios:
Publicar un comentario