jueves, 12 de mayo de 2016

33

Segundos después de la medianoche contemplo lo poco que lleva del amanecer del 12 de mayo. Ningún sonido se escucha aparte del deglutir de la cerveza bajando por mi garganta y con la que contemplo el inicio de mis 33 años. Todo se ve sereno y silencioso, sólo una estrella se deja ver tímida y lejana desde la ventana de mi apartamento y parece que el mundo ha decidido desvanecerse en estos momentos.

Treinta y tres años….la edad en la que murieron Cristo y Alejandro Magno, si se ve desde ese panorama no es demasiado alentador, pero ambos en ese lapso lograron cosas magníficas y cada uno de ellos logró, a su manera, transformar la historia del mundo. Pienso en mis treinta y tres años y en lo que he logrado…si me comparo con los antes mencionados seguramente mi vida será insignificante pero si veo más a fondo encontraré que he amado, he odiado, reído, llorado, he lastimado y han vuelto mi corazón mierda, he conocido personas buenas y también canallas, he vivido con pasión, pero también he caído en periodos largos de apatía y auto conmiseración, he sido bueno y villano, inocente y diabólico, en pocas palabras he sido humano con todas las fallas y virtudes que eso conlleva y solo por eso mi vida ha valido completamente la pena.

Creo que esta es la edad de la madurez. Atrás quedan cosas insignificantes a las que quizá le di demasiada importancia, personas que quizá no valían tanto la pena como creí alguna vez. En los últimos tiempos aprendí que no se debe confiar en todas las personas porque la maldad se esconde principalmente en los pequeños actos maquiavélicos de la cotidianidad y que las palabras más dulces están cargadas de veneno. Los amigos de verdad se cuentan con los dedos de la mano y su presencia no se dice, se siente, y ellos siempre estarán presentes para ti, incluso cuando tú hayas olvidado el camino de vuelta a casa.

Aprendí que quien quiere estar contigo lo está, no importan las peleas, los desencuentros, las palabras que se hayan dicho o escrito en los peores momentos, quien de verdad quiere estar contigo encontrará la manera de volver o hacer que vuelvas.

También aprendí que, y a pesar de sonar como una verdad Perogrullo, es el amor quien podrá salvarnos, nunca el odio. Quien odia, quien está enojado simplemente se envenena solo y su infierno es peor de la persona a quien odia. Quien no nos quiere, nos detesta y busca hacernos daño, quien siembra su vida de actos canallas y egoístas está condenado a que sus acciones le exploten en la cara tarde o temprano y ellos no merecen nuestra ira, al contrario merecen nuestra lástima y ni siquiera ello, tal vez sola nuestra total indiferencia, pues nada se compara a la paz interna de nuestras almas y corazones.

Pero quizá la lección más valiosa que haya aprendido a través de tantos años es que al final todos se van: Las personas a quienes más amamos, nuestras mascotas, familia, amigos, amantes y enemigos…todos se van. Algunos viajarán a lugares lejanos a encontrarse con su destino; otros se irán desvaneciendo, habrán aprendido lo que tenían que aprender de nosotros –y viceversa-, y se marcharán sin despedirse; y otros se irán con el beso eterno de la muerte, abandonándonos en lo físico pero viviendo hasta el fin de nuestros días en nuestra mente y alma. Es por ello que no me arrepiento de vivir de la manera en que lo hago, con la intensidad de mis sentimientos a flor de piel, me gusta abrazar y besar con el alma como si de ello dependiera mi vida, porque en cierto sentido es así y porque al final uno mismo termina yéndose de una forma u otra y prefiero aprovechar el poco tiempo que me queda (porque en el caso de los seres humanos, el tiempo siempre será breve) en amar y dejar una huella en quienes me importan que en cosas tan insignificantes como conseguir dinero, efímera fama o aduladores.

Como siempre, muchas gracias a todos. Todas las personas que han estado a mi alrededor (tanto reales como virtuales) me han ayudado a convertirme en  la persona que soy –tanto con las cosas malas como las buenas- y no tengo palabras para decirles lo mucho que las quiero y significan para mí (incluso para ti lector, a quien no conozco y te tomas la molestia de pasarte por estas Letras Bizarrras). Soy afortunado en tenerlos y espero seguir contando con todos ustedes durante muchos años más.

Gracias.

Los quiero.