miércoles, 30 de marzo de 2016

Batman v Superman, la guerra civil de DC

Pareciera que la guerra civil que anunció Marvel con su película se estuviera librando en su contraparte de DC con la cinta de Batman v Superman, tal ha sido el nivel de polémica que ha desatado entre quienes la han visto. Sus detractores la catalogan como poco menos que basura, mientras quienes la defienden dicen que es una maravilla. Al parecer no hay términos medios y esta es amada u odiada con igual frenesí.

Debo decir que la película me ha encantado. Crecí viendo a los superhéroes de DC mientras que el universo Marvel me cogió ya en la adolescencia, de niño veía La Liga de la Justicia que en esa época era conocido como Los Superamigos y siempre soñé con ver a Superman, Batman, la Mujer Maravilla, Linterna Verde, Flash y demás en la pantalla grande y me parece que la película no decepciona.

El tono de la película es diferente a la narrativa que tiene Marvel y donde estos ponen luz y toques de humor, DC es oscura y sombría, justo lo que habría de esperar de una película donde aparece Batman. Esto es algo que me parece no solamente bueno sino necesario, el cambiar una fórmula que aunque da buenos resultados ya empieza a mostrar ligeros síntomas de agotamiento tal como se vio en la segunda parte de Avengers.

Muchas de las críticas se empecinan en comparar a este Batman con el de la trilogía de Nolan sin comprender que este nuevo universo de DC es diferente. Las películas de Nolan intentan ser más realistas y cercanas y un Hombre Murciélago de estas características es imposible que exista en un mundo donde están Superman, la Mujer Maravilla y resto de metahumanos.

A nivel de actuaciones debo decir que los personajes y sus actuaciones están muy bien plasmadas. Ben Afleck cerró muchas bocas con su siniestro y atormentado Batman (discutir si es mejor o peor que Christian Bale es un sinsentido pues el enfoque del vigilante es distinto), Superman es el típico personaje ñoño de siempre y me parece que Henry Cavill sabe plasmarlo correctamente  y la gran sorpresa de la función es Gal Gadot en su rol de Mujer Maravilla: Sensual y misteriosa en su papel de Diane Prince y poderosa guerrera como la heroína.

Mucho se ha discutido con el Lex Luthor Jesse Eisenberg, dicen que intentan parecerse al Joker de El Caballero Oscuro y fracasa en ese intento. Para mí, este personaje es demasiado parecido a su interpretación de Mark Zukerberg en La Red Social: Un joven genio brillante a quien sólo le importa cumplir sus objetivos a toda costa, aunque en esta ocasión va más allá pues manipula, engaña y asesina para lograrlo. Es una lástima que el gran Bryan Craston no haya aceptado este papel ya que me parece pudo haber sido mejor aprovechado, aunque no me parece que sea el horror que muchos manifiestan.

La historia está muy bien. La trama vuelve a un tema que desde hace un par de años se plantea el universo de los superhéroes (tanto DC como Marvel) y son los dilemas morales en cuanto a los poderes de unos cuantos. ¿Se debe controlar a los superhéroes? ¿Son ellos responsables por los daños colaterales ocasionados por sus batallas? Parafraseando a Watchmen: ¿Quién vigila a los vigilantes?

Batman y Superman son opuestos, es por esa razón que exista una enemistad inicial, un recelo tanto en los métodos del uno como del otro que desemboca en la épica batalla. La película a pesar de empezar un poco lenta va subiendo en intensidad hasta que los hechos se desencadenan de la mejor manera.

Una de las principales críticas a la película es que para entenderla mejor se deben haber leído los comics, un sinsentido mayor. No negaré que la película está plagada de guiños a historias como El regreso del Caballero de la Noche, Una muerte en la familia, Injustice god among us, entre otras pero son eso, guiños. Un fanático puede identificarlos (y disfrutar con ellos) pero encontrarlos y entenderlos no son definitivos para entender la trama….Vamos, que esto no es una película de Kubrik.

Ahora bien, no es una película perfecta, tiene errores y muy gordos que deben empezar a corregir de cara a una película de la Liga de la Justicia. El primero de ellos es el ritmo, a veces la película pareciera que no avanza, a veces lo hace de manera precipitada, a veces es un poco (aunque no mucho) repetitiva y en otras partes se aceleran de manera inexplicable, esos detalles en una película de superhéroes es imperdonable.

Lo segundo es, y en esto tienen razón los detractores de la cinta, es el afán que tienen tanto Snyder como la Warner de meter a toda prisa todo un universo en poco menos de una película. Lo que Marvel hizo de manera perfecta y elegante, presentar uno a uno los miembros de Los Avengers en una película individual, hacer que el público sintiera simpatía hasta por los más desconocidos de cara a la película donde todos se reúnen, acá lo quieren hacer con calzador, a toda carrera y unos pocos clips del computador de Lex Luthor del resto de sus miembros es algo muy pobre para hacerlo.

Ahora viene mi mayor queja hacia la película: Doomsday. Me parece que una de las máximas cagadas de la gente de Marketing fue mostrar el gran villano de la película desde los trailers, hacerlo quitó lo que pudo haber sido una gran sorpresa (además de mostrar un gran spoiler a los seguidores de los comics), además de esto no me queda claro lo de su creación, así como las intenciones de Lex Luthor y ese es un gran error, ¿cuál es a fin de cuentas lo que planea hacer Luthor? ¿Obtener conocimiento? ¿Poder? ¿Para hacer exactamente qué? Sus motivaciones son confusas y nunca se aclara que carajos quiere hacer con el monigote de marras.

Pero no es solo eso. Doomsday esta jodidamente mal diseñado, es un personaje que si bien es muy fuerte y poderoso no inspira ese terror, su figura recuerda más a un troll de El Señor de los Anillos o a una Tortuga Ninja que a un super villano, aunque debo decir que la batalla entre él y la trinidad de héroes está muy bien lograda.

Después de estas críticas debo reiterar que la película me ha encantado. Las batallas son espectaculares, me parece que estos superhéroes son mil veces más fuertes que los de Marvel y si estamos hablando solo de tres no me imagino lo que será la Liga con todos sus miembros.


Creo que lo mejor es que quienes no la hayan visto no se dejen influenciar por las críticas ni buenas ni malas –ni siquiera de esto que acaban de leer- y vayan al teatro más cercano para tener su propia opinión…les puedo garantizar que en el peor de los casos no se aburrirán, porque ¿quién en su sano juicio sería incapaz de hacerlo en una pelea entre los dos superhéroes más grandes de la todos tiempos?



jueves, 24 de marzo de 2016

Nostalgia

Hay una escena de una película que me encanta (Para más señas Youth, dirigida por Paolo Sorrentino y protagonizada por Michael Caine) donde un anciano y retirado director de orquesta y un joven actor caminan por un paradisiaco sendero  donde hablan sobre lo perdido y extrañado, uno de ellos, el joven, cita a Novalis: “Siempre estoy yendo a  mi casa. Siempre estoy yendo a casa de mi padre”.

Recordaba esto a propósito de esta tarde fui al apartamento donde mi papá vivió sus últimos años y donde murió la noche del 14 de agosto de 2014.  El sitio fue completamente remodelado ya que mi padre lo había dejado casi hecho una ruina pero aun así, a pesar de los cambios, la pintura nueva, el arreglo de los desperfectos no podía dejar de ver y de sentir un poco el espíritu de mi viejo flotando de manera tenue, casi imperceptible, por todo el lugar.

Creo que siempre estamos yendo a nuestra casa, a la casa de nuestros padres. No importa cuánto tiempo haya pasado, qué tan lejos nos hayamos ido, cuántas veces hayamos olvidado el camino de vuelta, siempre tendemos a volver a nuestras raíces, al lugar que nos vio nacer, así sea de manera fugaz como si fuéramos fantasmas proscritos para ver que las cosas siguen normales, para sentir que el tiempo se detiene por un par de días o de años.

Y cuando lo hacemos, cuando volvemos, vemos el lugar donde crecimos infinitamente más pequeño de lo que recordamos. El sitio no ha cambiado, desde luego, pero es la propia vida quien lo ha hecho con nosotros, nuestras ilusiones de gloria, los sueños rutilantes de la niñez y adolescencia han cambiado se amoldaron a nuestros insignificantes y efímeros triunfos de adultos contra una existencia voraz e inmisericorde, entonces lo vemos más pequeño y entrañable porque éramos pequeños y entrañables y nuestros refugios (el acogedor cuarto donde vivíamos, el parque donde jugábamos hasta desfallecer, la esquina donde dimos de manera tímida y torpe nuestro primer beso) eran poco menos que rincones llenos de magia, los cuales éramos incapaces de ver como un simple agrupación de cemento y ladrillos.

Siempre estamos volviendo a la casa de nuestros padres. No solo de manera física sino en sueños, en un parpadeo, en un olor o una imagen que nos lleva de vuelta  a esos años que creímos eternos e infinitos. Pero no sólo regresamos a ese lugar, la nostalgia siempre nos hace volver a esos lugares y a esos momentos donde fuimos tan felices sin haber sido conscientes de ello y que añoramos más en los momentos de mayor soledad y tristeza. Volvemos al cuerpo de la amante que ahora está ausente, a ese amor que nunca nos correspondió pero que por esa razón siempre vivirá de manera irremediable – e inamovible- en nuestra memoria, de los años de la universidad y de colegio que tanto detestamos en su momento pero que ahora extrañamos de manera tiernamente  grotesca y a los muertos siempre presentes, siempre recordados, pero a quien cada año se  les olvida un poco más.
Y no somos conscientes que cada vez con mayor frecuencia el olvido nos gana un centímetro más la partida, apenas advertimos que de nuestra memoria se borra cierto perfume, el sabor de unos labios mezclados con saliva, un rostro de alguien que conocimos durante nuestra niñez y que cuando menos nos demos cuenta y estemos ancianos y contemplemos nuestra vida será como ver una película a la distancia de alguien completamente diferente a nosotros.

Nuestro presente es la nostalgia del pasado, así como el pasado es la del ahora. Todo lo vivido, lo amado, lo odiado, todo lo vivido y sentido es lo que quedará de nosotros en nuestra vejez y en nuestra muerte . Para aquellos que no creemos en un más allá y para quienes las puertas del paraíso siempre estarán cerradas sin importar que tan duro toquemos, nuestras acciones tanto buenas como malas y las huellas que dejemos en las personas que amamos será el único legado que dejemos en la tierra y que desaparecerá para siempre cuando la última de esas personas hayan exhalado el último aliento (dejando ellas mismas nuevos recuerdos, nuevos fantasmas para las generaciones que vendrán).

Contemplo el computador. El lugar donde debería poner la nueva palabra titila una y otra vez y pienso. En esas mujeres que alguna vez me dijeron que me amaban o que por lo menos me querían y ya no están, en las personas que amé y ahora están muertas  y en cómo a pesar de querer evitarlo cada vez olvido un poco más el tono de su voz, las facciones de su rostro al reír o el brillo de sus ojos y en aquellas personas cuyos caminos se han cruzado conmigo de manera efímera  y ya no están presentes siendo devoradas por su propia rutina y obligaciones y pienso si hice lo suficiente para ellas o si fallé de manera estruendosa, quizá sí, quizá no, siempre a pesar de las buenas intenciones habrá errores que no podrán remediarse, pero siempre tendré el consuelo que he querido de manera intensa y consecuente con mi esencia, con todo el corazón y creo que es la manera más honesta de vivir sin importar el costo….y porque siempre a pesar de quienes se van están quienes se quedan y están dispuestos a convertirse en nostalgias del futuro.

Porque siempre estamos volviendo a nuestra casa. A casa de nuestros padres…

martes, 15 de marzo de 2016

El amor en los tiempos del twitter.

Si la Cenicienta hubiera nacido en esta época, el Príncipe Azul se habría evitado la correría por todo el reino en busca de la misteriosa dueña de la zapatilla de cristal, seguramente le habría tomado una foto a la misteriosa mujer y alguien la habría etiquetado haciendo más fácil la parte de comer perdices; Romeo y Julieta habrían chateado por Whatsapp un par de días antes de aburrirse y terminado evitando así varias muertes en Verona,  y La Bella y la Bestia se habrían dado match en Tínder por sus gustos en común y las fotos de la biblioteca del peludo.

La tecnología ha cambiado para bien y para mal nuestra concepción del mundo. Todo lo que percibimos, sabemos y conocemos está en gran parte supeditado al amplio, casi infinito mundo de la red. La información que antes se demoraba días y semanas en llegar a nuestras manos ahora la tenemos al alcance de un tweet o un post de Facebook. La aldea global que predijo Marshall McLuhan se llevó a cabo en mucho menos tiempo de lo esperado y el mundo está justo al alcance de nuestras manos.

El romance no podía ser ajeno a este fenómeno, ya que el amor siempre se ha aprovechado de las tecnologías para poder expresarse, así como pasamos de las cartas que Cyrano de Bergerac le escribía a su amada, hasta los telegramas que Florentino Ariza le mandaba a Fermina Daza en El amor en los tiempos del Cólera de Gabriel García Márquez.

Es así como los enamorados han encontrado en las redes sociales y en la tecnología una forma de consolidar sus relaciones. Aquellas parejas que por razones del destino se encuentran lejos, en diferentes ciudades o continentes no tienen que hacer el viaje de varias semanas para saber de su amada como lo hizo Efraín al ir a ver a su adorada María (novela de Jorge Isaacs para más de un despistado) sino que con una simple llamada de Skype puede ver fresco y lozano el rostro de su amada.

Pero incluso no hay que estar separados a miles de kilómetros de distancia para usar la tecnología en las lides amorosas. Si una pareja no puede verse por uno o varios días siempre estará la opción del whatsapp para saber cómo se encuentra. Hay mensajes de voz, llamadas por el facetime, mensajes directos por el twitter o por snapchat para todos los gustos y sabores. Incluso hay aplicaciones donde los novios pueden darse regalos ya sean virtuales y reales.

Sin embargo no todos son ríos de miel y leche como dicen en la biblia en este paraíso de romance virtual. La tecnología nos ha facilitado tanto la vida que en cierto sentido nos ha vuelto perezosos, lo que antes nos esforzábamos en conseguir, ahora lo hacemos en un par de segundos sin ninguna dificultad, puedo hablar por ejemplo de películas, series y libros sólo por mencionar algunos.


El campo que hoy nos ocupa no es la excepción. Hay aplicaciones como Tínder donde el amor –o por lo menos el deseo- se tiene al alcance de un clic. Es sencillo: Ves fotos del sexo opuesto, le das Me gusta a una persona que te haya llamado la atención y esperas ser correspondido para entablar una conversación. A primera vista se ve sencillo y práctico, pero me parece que en este tipo de aplicaciones falta lo primordial: ¡La presencia humana! Una foto nunca podrá compararse con la primera impresión de una persona que nos atrae, el tono de su voz, el olor que emana o la profundidad de unos ojos en vivo y en directo. Algunos dirán que sí hay una química virtual estas personas podrán conocerse y experimentarlo, pero habrán perdido un poco la magia de ese primer encuentro sin antecedentes ni prevenciones.

Ahora bien, en el campo de las parejas establecidas la situación tampoco es tan sencilla. Las parejas se han vuelto perezosas. Los hombres ahora mandan detalles virtuales, flores compuestas por píxeles, mensajes de voz en vez de encuentros reales y hasta hay casos donde uno de los dos termina la relación por un mensaje de whatsapp. Se ha perdido un poco el detalle, el factor sorpresa, un ramo de flores reales en la oficina, una salida a comer donde el celular y la tableta no existan por unas horas.

No digo que la tecnología sea mala para conseguir o mantener el amor. Es simplemente una herramienta que está a nuestro servicio y que está a nuestra mano convertirla en una gran ayuda o volvernos unos esclavos sin cerebro ni ideas de ella.

Una última anécdota sobre el amor y la tecnología. Una amiga abrió una cuenta en LinkedIn, la red social que permite establecer contactos laborales. A su cuenta le llegó un mensaje de un inglés el cual le decía que se había enamorado con locura de ella y que no veía la hora de llevársela a su natal Inglaterra para casarse con ella y tratarla ‘como una reina’, aparte de describirse cual currículum laboral, fulanito inglés anexo un par de fotos de su anatomía (que por su contenido no se pueden publicar en este prestigioso medio)…mi amiga desde luego bloqueó al Mr de su cuenta, pero no dejó de preguntarme si tal vez haya una Mrs para este Casanova digital y puedan tener un final feliz….que quepa en los 140 caracteres obligatorios de twitter.

Nota publicada en el Periódico Al Derecho (Periódico de la Facultad de derecho de la Universidad de los Andes):  https://www.facebook.com/periodicoAlderecho





miércoles, 2 de marzo de 2016

Anaqueles

El hombre caminó a lo largo de la infinita bodega de sus memorias. Los anaqueles se arrumaban como trastos viejos unos sobrepuestos por encima de otros a pesar de lo inabarcable de su espacio. Eran aquellos recuerdos que volverían hacía sí una y otra vez de manera repetitiva, podría decirse que obsesiva en los momentos de mayor efervescencia y febrilidad. Momentos malos que rememoraría en los peores épocas de su vida y aquellos exultantes y triunfantes que recordaría muy pocas veces, la mayoría cuando estuviera embriagado.

Tenía en sus manos un paquete de color rojo oscuro, ni muy grande ni muy pequeño, justo lo necesario para cargar con ambos brazos sin agotarse demasiado. Por un segundo le llamó la atención uno de los recuerdos, su mamá cantándole una canción de cuna mientras lloraba, siempre que lo percibía se preguntaba cuál era la razón de esas lágrimas, de esa tristeza que se denotaba principalmente en esa voz cascada que entonaba una melodía no demasiada melancólica pero que siempre lo llenaba de inquietud. Ya tendría tiempo para pensar en ese cuarto vacío, en esa madre que lloraba en silencio mientras cantaba, pero en ese momento tenía una misión, sus propias tristezas y preocupaciones que se materializaban en ese paquete, no demasiado grande ni pequeño que le exigía como un bebé que ruge por atención que se encargará de él.

Finalmente llegó al anaquel que estaba buscando. No había muchos paquetes en él, pues nuestro protagonista no era hombre que entregara su corazón con demasiada facilidad. Había amado más de una vez y menos de tres, siempre con resultados funestos. Antes de depositar el paquete en su lugar la curiosidad lo venció, depositó el paquete rojo oscuro en el piso y destapó uno de los que estaba en el lugar, era uno amarillo y vistoso, imposible no reparar en él. Al destapar una de sus puntas percibió un perfume poco sutil que lo transportó a otro momento, a otra vida, a una voz fuerte pero al mismo tiempo femenina, a una mujer de fuego con la que había compartido un par de meses agitados y fugaces similares a los fuegos artificiales destinados a explotar de manera fulgurante y brillar como nunca antes se habían visto para desaparecer con la misma rapidez, cerró el paquete cuando la misma voz le dijo ‘tenemos que hablar’ y recordó el McDonalds repleto de gente a la vez que su corazón era vaciado y tirado a la caneca de basura reciclable.

Tomó de nuevo lo que había venido a dejar. “Ya hemos llegado” susurró. Como un acto de despedida lo abrió una vez más y salieron todas las cosas tanta las buenas como las malas aunque pareció predominar la última vez que la había amado, los agonizantes momentos en que habían tenido una comunión más allá de los cuerpos y los tiempos. Recordó esa noche fría donde la mujer que él amaba, amaba a alguien más, recordó sus manos entrelazadas a ese otro, a un extranjero en su historia, un recién aparecido que con la facilidad de un tahúr venía a llevarse el premio mayor sin siquiera haber participado.

De manera irracional había culpado al sitio donde ocurrió todo. No volvería a asistir a ese restaurante de comida española donde se vendía la tortilla de patatas más deliciosas del mundo, ni transitaría por esas calles solitarias del centro, llenas de recuerdos donde llovía de manera constante como si el mundo se fuera acabar ese mismo día. Esa noche en que perdió su corazón salió del sitio y siguió a los amantes furtivos a través de las cuadras desiertas de la madrugada, donde se detenían cada dos por tres para besarse como si solo existieran ellos dos en el universo hasta que llegaron a una puerta roja y entraron tomados de la mano donde compartirían sus cuerpos hasta el último aliento, dejando al triste espía prendiendo un último cigarrillo y emprendiendo de nuevo su viaje de vuelta a casa, porque siempre, a pesar de los corazones rotos, los familiares muertos, las noches de excesos o de sexo sin sentido, siempre, volvemos a casa.

Depositó el paquete rojo oscuro en uno de los espacios vacíos de aquel gigantesco anaquel. Sintió como si hubiera dejado allí un gran peso que cargaba desde hace un buen tiempo al igual que gran parte de su alma. Ya todo le pertenecía al pasado y podría contemplar todo el panorama, la gran fotografía que ahora se dispersaba en mil fragmentos en toda su magnificencia en un futuro que no sabía si sería cercano o lejano, de nuevo lo dejaba en manos de aquella incertidumbre que tanto detestaba.

Empezó a alejarse cuando sin necesidad de ver nuevamente el paquete que ahora estaba cómodamente acomodado en su nuevo hogar empezó a rememorar otros momentos, otras realidades que había vivido con la creadora de ese rojo oscuro. Recordó momentos de silencio cómplice, una sonrisa fugaz, un parque vacío a excepción de ellos dos, su cabeza sobre su hombro y la inmortalidad en un segundo. Pensó que la había visto como nadie más lo había hecho, fragilidad enmarcada en una coraza de hielo, a la vez que ella había buceado en su alma, más allá de disfraces y máscaras para el mundo exterior, y había visto al hombre, su verdadero ser, más allá de rumores y mentiras, la esencia que sólo se guarda para sí mismos y para las pocas personas que nos llegan a conocer en nuestra existencia.

Tal vez el amor era eso, pensó. La fugacidad de un momento donde nos sentimos eternos e inmortales donde todas las desgracias y tristezas de un mundo ruin y hostil dispuesto a devorarte con la misma avidez de Cronos desaparecen en una sonrisa ajena, en contemplar a esa persona que se ha instalado en tu cabeza y en tu corazón dormir profundamente, soñando con un no sé qué, donde tú darías el resto de tu vida esperando a que fuera contigo y sin embargo no la despiertas sino que te quedas largas horas viendo sus ojos cerrados y su respiración acompasada.

Y sabes que al final la burbuja reventará, que por cada momento de felicidad vendrán dos o tres de profunda tristeza cuando esa persona se haya ido, porque al final todos nos terminamos yendo, pero no puedes evitar caer en esos complicados y a la vez simples engranajes, porque es ese sentimiento, con todas sus tristezas, vacíos y rabias lo que hace que la vida valga realmente la pena y porque es en él donde somos, así sea por efímeros momentos, más poderosos que la muerte.


El hombre siguió avanzando por la gran bodega de sus pensamientos silbaba la canción de cuna que treinta años atrás su madre había cantado para él, sin embargo no lloraba.