martes, 29 de septiembre de 2015

Libros leídos (11) – Así es como la pierdes de Junot Díaz



Título original: This is how you lose her
Sello: Literatura Mondadori
207 páginas

Sinopsis: Así es como la pierdes es un libro sobre mujeres que quitan el sentido y sobre el amor y el ardor. Y sobre la traición porque a veces traicionamos lo que más queremos, y también es un libro sobre el suplicio que pasamos después –los ruegos, las lágrimas, la sensación de estar atravesando un campo de minas– para intentar recuperar lo que perdimos. Aquello que creíamos que no queríamos, que no nos importaba.

Este podría ser un libro de amor, pero no hay amor; de sexo, pero el hambre de sus protagonistas no se sacia con él ni con la cantidad de mujeres con que se acuestan; de lo infieles que pueden ser los latinos, pero el tufillo triste del inmigrante y que está presente a lo largo del libro es universal y no se remite a una sola región, aunque quizá exista diferentes maneras de expresarlo.

Una amiga me lo recomendó mientras me decía que una de las conclusiones que le había dejado estos cuentos es que nunca se metería con un dominicano pues al parecer todos son perros… y no negaré que en estos nueve relatos esa es la constante (a excepción de uno que está contado desde el punto de vista femenino) pero me parece que reducir el contenido de este libro de Junot Díaz a esto es un poco injusto.

Comencemos por decir que la mayoría de relatos están protagonizados por Yunior (alter ego del autor) y la relación de él, y los hombres que lo rodean (como su papá y su hermano) con las mujeres. Para Yunior, inmigrante dominicano, al final los nombres de ellas, sus rostros y su cuerpo pierden importancia, recordará eso si el culo de una, los rizos de la otra, aquella vecina cuarentona que fue su amante durante su adolescencia, pero las irá reemplazando una después de otra porque sí, porque así es la vida, porque era inevitable engañarla y conseguir una o varias más.

A través de los ojos de Yunior vemos a esos Estados Unidos que no se nos muestra en las películas: Un país frío, duro, hostil. Un lugar donde la nostalgia por la tierra perdida, por los recuerdos de un pasado remoto se confunde con la nieve y un presente que no importa mucho más allá de las amantes que se convierten en ruedas de cambio.

Otro de los pilares de la historia es su familia. Entre relato y relato vemos cómo es su familia: El padre infiel y déspota y el hermano que se está muriendo de cáncer pero mujeriego y cínico, que habrán de forjar el carácter del protagonista y su relación hacia las mujeres, y la madre, fuerte, terca, quien se echa a hombros la responsabilidad de mantener a esa familia unida sin importar cómo o qué deba hacer.

Releo mis párrafos anteriores y pareciera que estuviera narrando una tragedia horrible y es posible que esté dando la impresión equivocada. La narrativa de Junot Díaz es relajada, alejada de dramatismos innecesarios, donde lo que se ve palpable una fina ironía hacia el tedio del amor, un recuento ameno por el hermano que se muere y prefiere hacerlo a su manera terca y orgullosa, rodeado de mujeres a las que no ama, que recibir ayuda.

Es esa maestría a la hora de contar relatos de Díaz, ganador del premio Pulitzer del 2008 con su novela La maravillosa vida breve de Óscar Wao, que nos hace leer la novela sin juzgar a nadie cuando sería tan fácil hacerlo. Es contemplando esa prosa despreocupada, en cierto sentido alegre, que comprendemos que los hermanos se mueren, las mujeres se pierden y la vida te cambia para siempre cuando decides ser un extranjero y eso está bien o quizá no, pero en cierto sentido es inevitable.


En un principio decía que el relato no trata sobre el amor, ni sobre el sexo o la inmigración, ni siquiera trata sobre Yunior. La novela trata sobre esas mujeres que se pierden. Sobre Nilda, Alma o Miss Pura, o tantas otras que aparecen en este libro, el amor que se vertió sobre ellas, la fortaleza de sus almas y la maravilla de sus cuerpos, la idiotez que se comete al dejarlas ir para luego conseguir otra igual de fabulosa a la que se le romperá el corazón o ellas lo harán con él. El libro trata de cómo nuestras vidas viven bajo la sinfonía permanente del influjo femenino y como orbitamos en torno a él una y otra y otra y otra vez.



Junot Díaz.

viernes, 25 de septiembre de 2015

En los tiempos de la paz


Vivimos en tiempos extraños e históricos. Hace poco más de cinco años, el presidente era un hombre cuya única finalidad era exterminar a los grupos guerrilleros sin importar el método que usara, cuántas muertes “accidentales” ocurrieran en el camino o cuántas leyes debían ser ‘acomodadas’  para la ejecución de su política de guerra;  esta semana, uno de sus antiguos hombres de confianza, y quien ahora nos gobierna, optó por el camino del diálogo con la misma guerrilla y anuncia la paz para marzo del próximo año.

Resulta curioso ver el apretón de manos entre Santos y Timochenko. Recuerdo, como si fuera ayer, el discurso del jefe guerrillero después de la muerte de Alfonso Cano, anunciando guerra y muerte por doquier y qué decir de Juan Manuel Santos quien como Ministro de Defensa de Uribe propinó golpes tan certeros como la muerte de Raúl Reyes, El Mono Jojoy y Alfonso Cano. Verlos a ambos, vestido de blanco y dándose un apretón guiados por la mano de Raúl Castro resulta algo que nunca pensamos ver en nuestra vida.

Anunciaron que el 23 de marzo de 2016 será la fecha límite para la firma de la paz. Tal anuncio ha generado una honda división en el país: Existe un grupo que cree que se le está sirviendo el país a las Farc en bandeja de plata y que los rebeldes serán premiados con impunidad por sus actos terroristas; por otra parte, otras personas están cansadas de una guerra infructífera de más de sesenta años que lo único que ha hecho es abonar la tierra con cadáveres y que ya es hora de solucionar este camino con las palabras. En este ámbito, ¿quién tiene la razón?

Desde pequeños nos han enseñado el valor de la paz. La relacionamos con palomas, globos, desfiles y vestidos blancos, con abrazos y besos, algo de cierta forma tan lejano y utópico que creemos que nunca podremos alcanzar.

Si algo hemos aprendido de la historia es que la paz no es otra cosa que un periodo de descanso entre guerras. Ningún país que se precie de serlo vive en una quietud absoluta, siempre hay conflictos internos, problemas de delincuencia común, inmigrantes, inseguridad, miedo al país vecino, al extraño, porque en cierta forma seguimos siendo humanos y todo aquello que representa lo desconocido nos aterra.

Lo que se está logrando en Cuba no es la paz, ni siquiera algo que se le acerque. Si lo miramos de manera fría y cínica podríamos decir que es la jubilación de los peces gordos de la guerrilla quienes cambiaran su vida de violencia en el monte para venir a las ciudades y al Congreso a convertirse en aquello contra lo que lucharon por tantas décadas.

Hablamos de paz pero no se han solucionado los problemas del país. La guerrilla nunca fue la raíz del mal, simplemente un síntoma de aquello a lo que a nadie le importa resolver. Mucho diálogo en La Habana pero la justicia colombiana es una de las más ineptas y corruptas del mundo, criminales abyectos pero poderosos hacen fiesta cuando se les da la gana en una cárcel que parece de mentiras, mientras que fiscales y procuradores parece que sólo les importara figurar y no hacer en su trabajo eficiente y en silencio como ocurriría en un país serio.

Se culpa de todo a las Farc pero no se menciona que el Congreso es una letrina donde políticos se reparten el país de forma grotesca, donde hacen leyes inmundas que sólo les favorecen a ellos mientras anestesian al pueblo tonto y estúpido con reinas, fútbol y noticieros manejados al dedillo.


Y la gente parece olvidar un tema sumamente importante y controversial. Las drogas siguen siendo ilegales, y siguen siendo el mejor de los negocios, mientras esto no se resuelva muy pronto nuevos grupos criminales tomaran las banderas de los ya desaparecidos y los cultivos de drogas seguirán siendo nutridas por la sangre y el plomo de las personas.

Hay odios que no se olvidan, resentimientos que no mueren y que siguen presentes. La gente de las principales ciudades se refugia en sus fortalezas de concreto y olvidan que hay un país allá afuera, olvidan las masacres, la rabia, la zozobra por el acecho de grupos ya sean paramilitares o guerrilleros, las violaciones, el exilio y  la sangre, tanta tantísima sangre que parece ser el sino de este país. Mucho se deberá trabajar para cerrar heridas y seguir hacia adelante.

Decía anteriormente que las negociaciones de La Habana culminarán con la jubilación y, seamos sinceros, la amnistía de los peces gordos y medios de las Farc. Tengo el presentimiento que al guerrillero raso, a pesar de promesas y demás, le darán poco menos que una patada en el culo, y serán presa fácil de las bandas criminales y narcotraficantes que emergerán del viejo monstruo, las Bacrim se incrementarán y seguirán existiendo mientras las drogas sigan siendo ilegales y la pobreza siga azotando los campos.

Pero, y a pesar de todo lo que he dicho antes, tengo fe en el proceso que se está llevando a cabo en Cuba. Hemos vivido muchos años con la sombra de la guerrilla, con su existencia. Hemos teñido nuestra mente y nuestra alma con violencia, con odio, con muerte. Más de una década, más de medio siglo, quizá toda nuestra existencia como país, siendo un conflicto armado reemplazado tras otro tan sólo reemplazando los nombres de los grupos enfrentados y de sus protagonistas en una guerra que parece no tener fin.

Creo en este proceso porque vivimos en una era histórica, en tiempos de transición. Porque el país necesita cambiar su imaginario colectivo de violencia desmedida e inútil, de las políticas del fin justifica los medios y el todo vale de hombres tan disímiles pero a la vez tan parecidos como Pablo Escobar y Álvaro Uribe, por un pensamiento de reconciliación, de una nueva senda (que sí, será muy dolorosa) que será las puertas de un nuevo amanecer para Colombia.

Los retos, como algunos que he mencionado en este texto (y mucho me temo que sólo he rasgado muy por encima la punta del iceberg) son enormes, gigantescos y  no solamente del gobierno y de Juan Manuel Santos depende el futuro del país sino de  aquello que  hagamos todos como nación, y la manera en qué nos enfrentemos a los retos nos irá dando la respuesta a ello.

Decía que no creía que lo que se estuviera haciendo en La Habana sea la paz o algo parecido, pero creo que es un primer paso importantísimo para lograr si bien no ese estado utópico e inexistente, si una sana convivencia y un desarrollo real como país. ¿Estaremos listos para  responder a esta llamada histórica?






martes, 22 de septiembre de 2015

¿Es bueno o malo el final de Metal Gear Solid V The Phantom Pain?

V has come to...

El pasado 1 de septiembre y después de una gran espera (desde el 2012 se venía hablando del juego) finalmente salió la última parte de Metal Gear: Metal Gear Solid V The Phantom Pain, la despedida de Hideo Kojima de esta saga y de Konami, su casa por tantos años.

En cuanto a gráficos, mecánicas, mundo abierto, innovación y música (no olvidar temazos como Sins of the father o el Quiet’s theme), tanto la crítica como los jugadores han caído rendidos ante el juego, siendo las calificaciones más negativas las de un 9 sobre 10 y  siendo llamado por muchos como “título indispensable”  u “obra maestra”.

En cuanto a la historia y en especial el verdadero final titulado The man who sold the world, se ha creado una fuerte polémica donde algunos alaban el ingenio del japonés y su valentía por querer hacer algo diferente, mientras que otros (la gran mayoría, al parecer) consideran que el giro final es una bazofia: Pretencioso, estúpido y sin sentido. Ambos bandos parecen estar en sus trece y son radicales en su posición.

Pero, ¿es bueno o malo el final de la última aventura de Big Boss? Pues seré igual de ambiguo que el japonés de marras y diré que sí pero no, es decir…..


ES OBVIO POR EL TÍTULO DE ESTE POST QUE ESTA ENTRADA TIENE SPOILERS DEL FINAL DE METAL GEAR SOLID V THE PHANTOM PAIN PERO NO FALTARÁ EL DESUBICADO QUE NO SE HAYA DADO POR ENTERADO. LO QUE SIGUE A CONTINUACIÓN SE HABLARÁ DE MANERA EXPLÍCITA DEL MISMO POR LO QUE ES RECOMENDADO QUE YA LO HAYAN TERMINADO. ADVERTIDOS QUEDAN.


Torturas a manos de este par si lees esto y no has terminado el juego....



…A nivel argumental, un desastre


A manera de recorderís: Después de terminar con el villano del juego, Skull Face, el juego no termina sino que continúa repitiendo las mismas misiones (Wtf?) pero esta vez con diferente dificultad. Finalmente al llegar a la misión 46 debemos jugar nuevamente el prólogo donde escapábamos de la masacre del hospital guiados por un hombre en vendas que se hacía llamar Ishmael. Allí, finalmente la cruda verdad es revelada: Descubrimos que el vendado es el verdadero Big Boss mientras que el personaje con el que jugamos durante toda la aventura es el médico que apareció en Ground Zeros, al cual, por medio de hipnosis, se le ha convencido que es el protagonista de la serie, para que se convierta en una especie de señuelo o si se quiere de fantasma (de allí el título del juego) que sirva para distraer a los enemigos de Big Boss mientras éste se dedicaba a sus negocios y construir la verdadera Outer Heaven.

Comencemos por lo obvio: Nos vendieron el juego como algo completamente diferente de lo que terminó siendo. Se hablaba de que este sería el eslabón perdido entre Metal Gears, el descenso de Big Boss a los infiernos, su paso de héroe a villano, un hombre consumido por el odio y la venganza. Al final no hay tal. En primer lugar no jugamos como Big Boss por lo que perdemos la evolución de tan interesante personaje.

En segundo lugar, este Fantasma es más bueno que el pan. Uno se lo imaginaba (porque así lo dieron a entender los trailers) asesinando niños, en el juego los salva, acabando con sus propios hombres, lo hace sólo para salvar el mundo, ni siquiera es capaz de acabar con Huey Emmerich, traidor, cobarde y asesino, a quien simplemente se contenta con enviar al exilio.

En quien sí se ve este descenso a los infiernos es en Kazuhira ‘Master’ Miller, quien destila odio por sus poros y de ser un personaje alegre se ha convertido en un personaje amargado y dispuesto a llevar su venganza sin importar a quien se tenga que llevar por delante.
  
Peor aún, el concepto en el que reposa el juego es simplemente estúpido. Seleccionan a un tipo que “coincidencialmente” dura en coma lo mismo que Big Boss, lo hipnotizan para que se crea el personaje original y voila tenemos un clon idéntico al genio, un hombre que si bien era soldado, no tenía el mismo entrenamiento o las vivencias que el legendario guerrero… y me perdonarán pero a mi pueden ponerme la misma cara que a Ronaldo y hacerme creer que soy él, pero si me dan un balón no creo que nunca llegue al nivel del astro.


Big Boss redefiniendo el concepto de sacar a pasear al perro...


Además, si tener un tipo igualito a Big Boss era tan fácil, ¿para qué ponerse en el complique de crearle clones? Bastaba con tener a una manga de tipos convenciéndolos que eran él y ya estaba.

Lo peor viene a nivel argumental. Esta historia tiene más huecos que un queso gruyer, y más que contestar todas las preguntas lo que hace es abrir mil más.

-La personalidad de Big Boss cambia completamente. ¿Cómo es posible que el soldado más fuerte del mundo prefiera esconderse a vengarse? (La idea de que construye el verdadero Outer Heaven es muy floja) ¿Cómo es posible que cumpla los planes de Zero –de quien es original la idea del fantasma-y abandone a su mejor amigo Kazuhira Miller por que sí?

-¿Es Solid Snake idiota? ¿Cómo es posible que no se de cuenta que los dos Big Boss a los que se enfrentó eran distintos? ¿No se dio cuenta que uno tenía un cuerno en la cabeza y era manco y el otro no?

-¿Cómo es posible que Psyco Mantis con doce años tenga tanto poder para activar un Metal Gear, luego lo eleve por los mares, controle un helicóptero y sea prácticamente invencible y años después (cuando se supone debería ser más poderoso) en su enfrentamiento con Solid Snake lo único que hace es arrojarle jarrones telepáticamente?

-Miller dice que se quedará con el Fantasma de Big Boss apoyándolo y hasta el final del juego son amigos, sin embargo, ¿dónde estaba cuando ocurre el incidente de Outer Heaven en 1995? (Reaparece eso sí, en Zanzibar cuando ayuda a Solid a derrotar al verdadero Big Boss).

-Y lo más importante….Sahelantropus, es el Metal Gear más poderoso de toda la saga…¿Qué carajos hace Big Boss durante DIEZ AÑOS con esa arma tan poderosa en su poder si cuando se da el incidente de Outer Heaven sale con otro Metal Gear patético?

Para finalizar con esta parte, hay otro detalle en el cual no he visto que hayan hecho hincapié. El juego no da la sensación de tener un final sólido (ni siquiera con la cacareada misión 51 donde recupera el Sahelantropus de manos de Liquid), la cinemática del final donde nos damos cuenta de la verdad es muy forzada (no sabemos cómo, ni dónde llega esa cinta a nuestras manos) y no da la sensación de un epílogo brillante o épico como ocurrió con el Metal Gear Solid 3, 4 o incluso el Peace Walker.


Y sin embargo, a pesar de tantas carencias 



...es también una inteligente y brillante propuesta

No nos llamemos a engaños: Kojima siempre fue claro en sus juego. Desde los trailers previos al lanzamiento dio muchas pistas sobre lo que planeaba. Muchas personas sagaces se dieron cuenta que el jugador como tal no era Big Boss, aunque lo confundieron con Frank Jaegger, Gray Fox y nunca se imaginaron que alguien tan insignificante como el doctor pudiera ser el protagonista.

Ahí es precisamente donde radica el genio de Kojima. El doctor no es nadie, no existe, no tiene nombre ni pasado. Su rostro anterior lo creamos nosotros al inicio del juego, al igual que su nombre y su fecha de nacimiento. Todos los medios que han analizado este final no dudan en afirmar que lo que hace el japonés es ponernos a nosotros, los jugadores, en el papel de Big Boss, algo similar al truco del control con Psycho Mantis en el Metal Gear Solid 1 pero mucho más profundo y significativo y yo no podría más que darles la razón.

Mi teoría es la siguiente, para Hideo Kojima la historia de Big Boss ya estaba finalizada, no tenía nada más que añadir, sin embargo, a manera de despedida quiere hacernos un homenaje a nosotros, las personas que por tantos años lo hemos acompañado, que hemos vivido las aventuras de su personaje favorito. En este juego la figura del avatar da un paso más allá y en la parte final con el título de la maravillosa canción de David Bowie rompe la cuarta pared de forma genial como lo podemos ver en este video: 




En esta parte no es Big Boss quien está comunicándose con a su fantasma sino es el propio Kojima quien nos habla a través de la voz de Kiefer Sutherland a los jugadores. Todos somos Big Boss, a través de casi dos décadas hemos creado la leyenda, hemos sido ambos (el creador y el jugador) quienes han hecho grandes a esta saga y esta es la manera –retorcida y un poco troll, no nos digamos mentiras- de Kojima de agradecernos.


Conclusiones

Pienso que a pesar de todo es una fortuna contar con este juego. Su jugabilidad, gráficos y concepto dejará un legado para los juegos que vendrán a futuro.

A nivel argumental a pesar de todas las quejas que expresé y en las que me mantengo, creo que hay muchas cosas valiosas tales como la importancia del lenguaje y los personajes conocidos como Miller, Revolver Ocelot y Zero (a quien reivindica de una forma maravillosa) están excelentemente plasmados y otros como Skull Face, Quiet y Code Talker están bien plasmados aunque creo que la forma de episodios en que está planteado el juego.


Es inevitable no quedar con una sensación contradictoria al acabar este juego. Por un lado molesta –y mucho- tan poco esmero en la historia en atar los cabos sueltos tal como lo haría un escritor un poco más serio; pero por otra parte es un placer ver de nuevo a Big Boss, meternos en su piel –y nunca dicho con tanta exactitud- y recorrer el Medio Oriente o África, además que, por lo menos para mí, las palabras de agradecimiento de Kojima me calaron bastante. Ha sido un viaje largo y un privilegio vivir tantas aventuras en este maravilloso mundo. Gracias Kojima-San.



jueves, 17 de septiembre de 2015

Libros leídos (10) - Niebla al mediodía de Tomás González

Título original: Niebla al mediodía
Autor: Tomás González
Editorial Penguin Random House, sello Alfaguara.
148 páginas

En Niebla al mediodía, la más reciente novela de Tomás González (Medellín 1950) , al igual que en Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez, se nos dice desde el primer párrafo lo que va a suceder, pero está narrado de una manera tan magistral que el lector no podrá dejar de leer esta corta novela hasta haberla terminado.

La cuestión es la siguiente: Hombre conoce a mujer, se enamoran, se casan, mujer abandona a hombre y mujer desaparece misteriosamente. ¿Visto anteriormente? Por supuesto, pero la narrativa de González tiene la fuerza suficiente para inyectar de novedad una historia vista mil y una veces. Para lograrlo contará la historia desde ópticas diferentes, la de Raúl, el abandonado, Julia, la verduga y desaparecida; Raquel, la feroz hermana de Raúl, y Aleja la mejor amiga de Julia.

El novelista logra dotar a cada personaje de una voz independiente y poderosa en donde no los juzga sino que son sus lectores quienes deberán tomar parte. ¿Tenía razón Julia en abandonar a un hombre tan pragmático y en apariencia tan simple como Raúl? ¿El odio de Raquel hacia su ex cuñada es justificado? ¿Es compatible el Yoga con la bondad del corazón? son preguntas sin una respuesta clara, el autor sólo va dejando un rastro de hechos como piezas de rompecabezas con una figura que dependerá de quien se sumerja en esta niebla al mediodía.

El personaje principal es magnético y uno no puede dejar de ver al mismo Tomás González como protagonista de su propia novela, y está bien que Raúl se dedique al estudio de la guadua, que sea obeso y de un color de piel un poco oscuro, pero el escritor no puede engañar a sus lectores a pesar de intentarlo denodadamente a pesar del camuflaje, la figura del antioqueño auto exiliado en un paraje alejado de la ciudad  con esa aura de solitario y talentoso a partes iguales es visible incluso desde las primeras páginas de la novela.

Hay, sin embargo, un personaje que está presente durante toda la novela a pesar de no tener voz en la misma. Hablo de esa naturaleza, que crece indómita como si nada pudiera detenerla, esas montañas exuberantes que inundan los paisajes verdes y donde el agua es la reina de la narración. Agua que cae del cielo de manera torrencial, que se ve en las lagunas desbordantes sin fondo, que se manifiestan en forma de niebla que al mediodía que se mete en las fincas y las vidas de los personajes.

En contraste, los paisajes urbanos son feos y caóticos y las personas que llegan a las ciudades parecen sufrir un cambio que los vuelve en seres coléricos y fácilmente irritables y que deben recurrir al sexo y al amor para salvar sus almas.

Una de las fortalezas de la novela es su sentido del humor. El escritor no se frena a la hora de burlarse de temas que sin lugar a dudas podrá herir muchas susceptibilidades como los círculos mediocres de poesía, el yoga y su filosofía, la doble moral y el snobismo intelectual y donde el lector sonreirá mientras recordará conocer a alguien con estas características.

La novela es un placer para leer. Está repleta de párrafos concisos y llena de frases demoledoras de esas que son inevitables señalar o subrayar una y otra vez  y que aparecen en la mente del lector incluso días después de haber cerrado el libro. La extensión es otra de las fortalezas del libro, no le sobra ni le falta una página, y a pesar que el autor pudo haberle metido unas 10, 50 o 200 páginas más sin ningún problema, sabe terminar la  historia en el momento adecuado.


Probablemente habrán oído mencionar que Tomás González es uno de los mejores escritores colombianos de la actualidad, sino el mejor; que sus novelas son una maravilla, que el manejo que hace del idioma es una maravilla y que sus novelas son fervientemente esperadas por sus seguidores, tal vez hayan oído algunos de los tantos halagos que los críticos y lectores hacen de su obra y se preguntarán si son merecidos y si tienen razón en ellas. La tienen.


martes, 8 de septiembre de 2015

Pax Santuna, Pax Gatuna


Por: El Gato Bandido

Mucho se ha dicho del proceso de paz que se adelanta en La Habana con las Farc. Que es una sinvergüencería, que es el colmo que no se haya resuelto en tres años un conflicto que lleva más de sesenta, que (Far)Santos resultó ser más guerrillero del Chicó que la boina del  Che Guevara y que a este país solo lo arregla el hombre de la “Mano Dura y el corazón grande” (que los ochos años que tuvo eran para calentar pero que si lo dejan unos doce añitos más en el poder seguro, seguro esta vez sí acaba con la guerrilla).

Nos acompaña hoy, el joven José Obdulio Uribe Ordóñez, estudiante de la maestría, La culpa es de las Far, dictada en el Centro Universitario Democrático de Colombia una nueva  institución experta en sacar estudiantes con mentalidad (falsa) positiva. Este adalid de la verdad nos ayudará a explicar sobre la falsa pax santuna y como es culpa suya desde el terremoto en Nepal hasta el peluquín de Donald Trump.

1.) Un equipo tan prestigioso como el América de Cali, 13 veces campeón de Colombia y 4 subcampeón de la Libertadores ha sido incapaz de subir al torneo de la A, dejando esta liga en manos de equipos como las Aguilas Doradas, los Jaguares y los Petroleros… no se extrañen donde próximamente vean equipos como los Lechones, los Cuys y los Armadillos. ¿Esta es la paz de Santos?

2.2.)  Que un libro de poesías como el de Roy Barreras no sólo vea la luz del sol sino que se venda en librerías cuando su uso debería estar restringido a lecturas a terroristas para que confiesen sus crímenes y clínicas contra el insomnio es señal inequívoca del apocalipsis. ¿Esta es la paz de Santos?

3.) Que un gran ciclista como Nairo Quintana tan solo haya conseguido el segundo puesto en el tour de Francia cuando en el gobierno de Uribe habría conseguido ganar todos los tours sin pestañear, es prueba de que las charlas Castrochavistas con las Far están minando la confianza de nuestros deportistas y dejando a nuestro país en ridículo. ¿Esta es la paz de Santos?

4.)  Hablando de deportes, ¿es normal que nuestra selección Colombia no haya podido ganar la Copa América? ¿No será más bien que el profe Pekerman le ordenó a los muchachos que perdieran de aposta no fuera ser que el presidente los llevara a Cuba a hacer un partido por los diálogos mientras Juanes amenizaba el cotejo con un nuevo concierto por la paz? ¿Esta es la paz de Santos?

 5.)  Cali, la Sucursal del Cielo, la ciudad de la brisa de los Farallones, el cholao y la brisa de la tarde anda tan caliente que cualquier cristiano puede poner dos huevos a freír en el andén  y tener su desayuno listo en par minutos. ¿No será que este calor insoportable es porque se abrieron las puertas del infierno con los diálogos con la gente de las Far? ¿Esta es la paz de Santos?

6.)  El Papa Francisco I ha visitado este año el continente americano. Ha estado en Ecuador, Bolivia, Paraguay y ha ignorado esta tierrita que tantos Santos ha dado como la Hermana Laura y Pachito. ¿No será que Su Santidad no viene al país del Divino Niño porque no está de acuerdo con los diálogos que se da con el Viruñas en tierras cubanas? ¿Esta es la paz de Santos?

7.)   Que desde hace tres años no tengamos un año bisiesto es señal divina que hasta los fenómenos naturales se oponen al estropicio que se están realizando en la tierra de Celia Cruz. ¿Esta es la paz de Santos?


Publicado originalmente en "El Gato", el mejor periódico humorístico del mundo y sus contornos






martes, 1 de septiembre de 2015

La parábola de la guillotina


El pasado mes de julio una conductora del SITP, un transporte público de Bogotá, aseguró que mientras conducía su vehículo había sido atacada y  violada por dos hombres y una mujer. Uno de los sujetos era, según el retrato hablado por ella, un hombre cuyo rostro era surcado por una cicatriz.  A los pocos días, una persona de rostro inexpresivo pero con la consabida cicatriz fue capturado.

Hace una semana, el futbolista uruguayo radicado en el país, Alexis ‘El pulpo’ Viera fue herido de bala en un asalto que le hicieron en la ciudad de Cali, el criminal fue un hombre de raza negra y al poco tiempo se señaló de manera automática que era alias “Barney”, quien en el pasado fue encarcelado por hurto, el autor de los hechos.

¿Qué tienen en común ambas historias? Al poco tiempo y ante los interrogatorios de la policía, la conductora del SITP reconoció que había mentido. Nadie había abusado de ella e inventó la historia para obtener beneficios personales en el trabajo; por su parte, “Barney”, al recibir amenazas contra su vida por supuestamente haber atentado contra el futbolista, decidió ir a la policía para aclarar su situación, la esposa del deportista, quien estuvo presente durante el robo, negó que él hubiera participado de este hecho.

A mi Facebook llegaron la imagen de ambos personajes. La del hombre de la cicatriz por los enlaces de los periódicos y la Barney por una foto compartida por un contacto donde ya se daba por hecho que él era el criminal. Las fotos iban acompañadas de cientos de comentarios llenos de odio donde los hombres ya habían sido condenados de inmediato, las redes rezumaban rencor, se pedía que se asesinaran a tan terribles canallas: Que se castrara al violador que se linchara al ladrón. Me pregunto si las personas que imploraban  de manera tan fervorosa sangre habrían sentido algo de culpa si hubieran matado a los sospechosos y después comprobado la inocencia.

No es algo que vea por primera vez. Recuerdo hace poco el caso de un hombre que intentaba de manera infructuosa limpiar su nombre. No sabía cómo pero su nombre había aparecido de manera ligada a una historia sobre una violación, el pobre individuo no sabía qué hacer pues ya había sido juzgado por la sociedad por un crimen que no había cometido y del que no sabía cómo había sido acusado. La nota decía que el hombre era tratado como un criminal y un paria por quien lo reconocía en la calle.

Pareciera que las redes sociales nos convierten en dioses. Tenemos el poder de juzgar, de condenar impunemente. Decidimos quién es bueno y quién es malo, hermoso u horrible, culpable o inocente por una foto o un post. Usamos clicks y likes para sentirnos parte de una comunidad o superiores al resto de las personas pero olvidamos que acciones similares han desembocado en un acoso –o bullying- desaforado desencadenando el suicidio de más de un adolescente.

Me llama la atención que las mismas redes revelan un odio que revela una sociedad enferma y que francamente me asusta. Mucha gente clama por asesinatos, guerras, y linchamientos, y muchas de esas acusaciones recaen en personas diferentes, ya sea por aspecto, raza, estrato social u orientación sexual. Me pregunto si la misma gente que exuda tanto odio por los poros virtuales sería capaces en la realidad de cometer esos actos. Lo dudo, pero crean el ambiente y hacen propicio que otras personas con menos escrúpulos cometan esos crímenes sintiéndose respaldada por la sociedad.

Este ambiente me recuerda mucho a Historia de dos ciudades, la genial novela de Charles Dickens. En ella, nos situamos durante la revolución francesa y el gran novelista inglés nos muestra los excesos cometidos durante dicha época y que pervirtieron los ideales de libertad,  igualdad y fraternidad en una orgía de sangre donde un rumor era suficiente para conducirte a la guillotina ante un pueblo embriagado de odio y resentimiento que aplaudía cayera quien cayera, siempre y cuando la cesta se llenara de cabezas cercenadas.

Lo curioso con la guillotina es lo siguiente, siempre tiene hambre y nunca parece saciarse de víctimas, no le importa si quien está debajo de ella es un rey, un hombre de una cicatriz, un ladrón, un sabio o un campesino. Espero que la marea de los tiempos no le pida a la guillotina virtual las cabezas de quien hasta hace poco lanzaba enardecidas acusaciones contra personas cuya culpabilidad nunca le constara.