martes, 26 de abril de 2016

Un YouTuber en la Feria del libro de Bogotá

La visita del Youtuber chileno Germán Garmendia a la Feria del Libro de Bogotá (o Filbo) ha despertado más controversia que el más incendiario discurso del siempre poco ponderado Fernando Vallejo. Voces indignadas condenan la visita del joven y aseguran que su libro es poco menos que la llegada del apocalipsis cultural.

No estaría mal recordar lo que pasó: El pasado sábado 23 de abril, el youtuber (que como su nombre lo indica es una persona que se dedica a hacer videos por You Tube) Germán Garmendia estuvo en Corferias en la Filbo lanzando su nuevo libro #ChupaElPerro. La visita de este personaje ocasionó que todos sus seguidores colombianos (que ascienden a 27 millones en el mundo) fueran a visitarlo, poco más de quince mil niños y jóvenes se apoderaron de Corferias y antes del mediodía se tuvo que suspender la venta de boleterías de ese día.

De inmediato los adalides de la cultura se rasgaron las vestiduras: ¿Cómo era posible que la visita de este tipo hubiera ocasionado el colapso en la Filbo dejando por fuera a miles de lectores que querían entrar a leer? ¿Cómo es posible que los niños y jóvenes estén leyendo a este fulanito en lugar de culturizarse y leer a García Márquez, Dostoievski y Juan Rulfo? ¿De verdad el libro más leído de este evento tiene un nombre como #ChupaElPerro?, al margen de aseveraciones del tipo que la Feria se vendió, que este es el inicio del fin y que la Feria ya no es del libro sino de los YouTubers (diciendo esta última frase con tanto desprecio como quien pisa caca de perro).

Siempre he pensado que aquellos que van a acabar con la CULTURA (así en mayúsculas, como les gusta) son precisamente aquellos que dicen defenderla. Son ellos quienes elevan este concepto a la estratósfera, a un lugar inabarcable e inalcanzable, quienes convierten a Cervantes y a Shakespeare (a quienes en muchas ocasiones no han leído) en poco menos que dioses y verdades absolutas en lugar de disfrutar y contemplar esos universos maravillosos que dibujan en sus grandes historias.

Estos seres son incapaces de disfrutar un cuadro, reírse con una comedía o embriagarse mientras se oye alguna pieza musical, para ellos todo debe tener  una solemnidad y un protocolo que  es capaz de convertir en flores muertes al más bello de los jardínes, y braman y gruñen por todas partes pretendiendo que todo el mundo comparta su ridículo punto de vista.

Porque la cultura no es otra cosa que el reflejo de una época, de un pensamiento, de una forma de concebir la existencia. Germán Garmendia de cierta forma expresa la concepción de lo que es el comienzo de este milenio y su forma de comunicarse: Inmediata y masiva. El chileno habla un lenguaje que nosotros somos incapaces de comprender pero que les llega a los más jóvenes quienes se sienten identificados con su discurso, generando el nivel de fanatismo que se vio el sábado pasado en Corferias.

Dicen los ‘culturizadores’ que la juventud se está yendo a la basura por leer a Garmendia. Olvidan que la mayoría de los asistentes al evento eran jóvenes entre los diez y los dieciocho años, es estúpido pretender que a esa edad se lea (y se comprenda y se disfrute) a un Kafka, a un Cortázar o a un Dante; al contrario, el empeño que ponen estas personas en obligar a los más pequeños a leer a estas personas pueden provocar en ellas una aversión innecesaria a la lectura y conocer otras realidades que seguramente les interesará más en otro momento.

Porque todo tiene su lugar y su momento. Porque cuando fuimos adolescentes seguimos a un cantante, o vimos una película o leímos un libro que ahora nos avergüenza reconocer que en una época no podíamos vivir sin ella. Porque seguramente a día de hoy tenemos un placer culposo que no reconocemos pero en nuestra privacidad disfrutamos y se puede perfectamente leer el libro de Germán Garmendia, la saga de Juego de Tronos o los desgarradores libros de la nobel Svetlana Alexievich sin que nada de eso riña en lo absoluto.

Olvidan los defensores de la CULTURA, que la Feria del Libro es un espacio múltiple donde asisten tanto autores de libros de autoayuda, como de literatura y acádemicos y cuyo principal objetivo es dar a conocer y vender sus libros. Olvidan también que todos los libros, incluso los que no nos gustan cumplen su misión si dan un mensaje, si alivian un dolor o hacen soñar, que los libros son puertas y si comienzan a leer #ChupaElPerro, pueden despertar un interés que creían extintos y después pasar a un Tolkien, Mark Twain o, con el tiempo, un James Joyce y que según el Dane, el índice de lectura en el país es de 1,3 libros anuales para andar juzgando a quien coja un libro que no sea del agrado de estos jueces de lo correcto.

Es estúpido, como quieren hacer los culturizadores, demonizar la visita de Garmendia y centrar la Feria en ello. A la par de él en esta edición de la Filbo han estado presentes  la Premio Nobel de Literatura del año pasado, César Aira, Cees Nootebom, Helen Oyeyemi y Juan Gabriel Vásquez, solo por citar algunos nombres, pero como hablar de ellos no les da la relevancia e importancia que atacar a Garmendia….


Leer y sumergirse en otros mundos, otras mentes, sin joder ni que lo jodan a uno, he allí la concepción de felicidad.



6 comentarios:

  1. Cada época tiene sus referentes culturales, lo cual no gusta a los anteriores celadores de la anterior, creyendo siempre que lo pasado fue mejor cuando solo fue distinto.
    Un saludo.

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  2. Nunca había estado tan de acuerdo con un post tuyo, es ridículo el escándalo que estan haciendo por Germán, mueren de envidia al ver que el chico lleno Corferias de jovenes que quería una foto o una firma. Independientemente del tipo de contenido de su libro, es un libro y debe tener un espacio en la FILBo, de eso se trata la diversidad.

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  4. Ese día reflexioné brevemente que Garmendia no tenía la culpa de nada. Más bien permitió ver las fallas de la FILBo que, con o sin YouTuber, siempre están.
    Estos policías del intelecto que le echaron el valdado de agua sucia a Garmendia, como decís, son los que no permiten que la literatura deje de ser eso que, ante los ojos comunes, sea "esa vaina aburridora". Igual, parece que les ofendiera el hecho de que no sea "literatura". Si seguimos esos lineamientos, habría que cambiar el nombre del evento a Feria Internacional de Literatura de Bogotá. La FILBo es para los libros. El de Garmendia es un libro. ¿Por qué habría que prohibir su presencia en los anaqueles? ¿Acaso porque no es literatura? En ese caso, prohiban también la presencia de libros de cocina, manualidades y superación, que de esos vi muchos por ahí. Y si el problema no es el libro (un objeto físico) sino el autor, pues quién sabe a dónde iremos a parar con tanta depuración: si le cierran la puerta a Garmendia, se la tendrían que haber cerrado también al Padre Linero, Catalina Gómez y Flavia Dos Santos, que no escriben "literatura". Entonces entraríamos más a fondo y también le cerrarían la puerta a Mario Mendoza, Gabriela Arciniegas y Alvaro Vanegas, que comvocan a adolescentes y, a ojos de la crítica, se mueven en géneros literarios que no son de altura. Y entonces también ciérrenle la puerta a Vallejo, que no va a hablar de libros sino a despotricar del país año tras año. Y terminemos, de una vez por todas, escuchando a un clérigo leyendo la biblia en latín.

    -Mauro Vargas.

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