La visita del Youtuber chileno
Germán Garmendia a la Feria del Libro de Bogotá (o Filbo) ha despertado más
controversia que el más incendiario discurso del siempre poco ponderado
Fernando Vallejo. Voces indignadas condenan la visita del joven y aseguran que
su libro es poco menos que la llegada del apocalipsis cultural.
No estaría mal recordar lo que
pasó: El pasado sábado 23 de abril, el youtuber (que como su nombre lo indica
es una persona que se dedica a hacer videos por You Tube) Germán Garmendia
estuvo en Corferias en la Filbo lanzando su nuevo libro #ChupaElPerro. La
visita de este personaje ocasionó que todos sus seguidores colombianos (que
ascienden a 27 millones en el mundo) fueran a visitarlo, poco más de quince mil
niños y jóvenes se apoderaron de Corferias y antes del mediodía se tuvo que
suspender la venta de boleterías de ese día.
De inmediato los adalides de
la cultura se rasgaron las vestiduras: ¿Cómo era posible que la visita de este
tipo hubiera ocasionado el colapso en la Filbo dejando por fuera a miles de
lectores que querían entrar a leer? ¿Cómo es posible que los niños y jóvenes
estén leyendo a este fulanito en lugar de culturizarse y leer a García Márquez,
Dostoievski y Juan Rulfo? ¿De verdad el libro más leído de este evento tiene un
nombre como #ChupaElPerro?, al margen de aseveraciones del tipo que la Feria se
vendió, que este es el inicio del fin y que la Feria ya no es del libro sino de
los YouTubers (diciendo esta última frase con tanto desprecio como quien pisa caca
de perro).
Siempre he pensado que
aquellos que van a acabar con la CULTURA (así en mayúsculas, como les gusta)
son precisamente aquellos que dicen defenderla. Son ellos quienes elevan este
concepto a la estratósfera, a un lugar inabarcable e inalcanzable, quienes convierten
a Cervantes y a Shakespeare (a quienes en muchas ocasiones no han leído) en
poco menos que dioses y verdades absolutas en lugar de disfrutar y contemplar
esos universos maravillosos que dibujan en sus grandes historias.
Estos seres son incapaces de
disfrutar un cuadro, reírse con una comedía o embriagarse mientras se oye
alguna pieza musical, para ellos todo debe tener una solemnidad y un protocolo que es capaz de convertir en flores muertes al más
bello de los jardínes, y braman y gruñen por todas partes pretendiendo que todo
el mundo comparta su ridículo punto de vista.
Porque la cultura no es otra
cosa que el reflejo de una época, de un pensamiento, de una forma de concebir
la existencia. Germán Garmendia de cierta forma expresa la concepción de lo que
es el comienzo de este milenio y su forma de comunicarse: Inmediata y masiva.
El chileno habla un lenguaje que nosotros somos incapaces de comprender pero
que les llega a los más jóvenes quienes se sienten identificados con su
discurso, generando el nivel de fanatismo que se vio el sábado pasado en
Corferias.
Dicen los ‘culturizadores’ que
la juventud se está yendo a la basura por leer a Garmendia. Olvidan que la
mayoría de los asistentes al evento eran jóvenes entre los diez y los dieciocho
años, es estúpido pretender que a esa edad se lea (y se comprenda y se
disfrute) a un Kafka, a un Cortázar o a un Dante; al contrario, el empeño que
ponen estas personas en obligar a los más pequeños a leer a estas personas
pueden provocar en ellas una aversión innecesaria a la lectura y conocer otras
realidades que seguramente les interesará más en otro momento.
Porque todo tiene su lugar y
su momento. Porque cuando fuimos adolescentes seguimos a un cantante, o vimos
una película o leímos un libro que ahora nos avergüenza reconocer que en una
época no podíamos vivir sin ella. Porque seguramente a día de hoy tenemos un
placer culposo que no reconocemos pero en nuestra privacidad disfrutamos y se
puede perfectamente leer el libro de Germán Garmendia, la saga de Juego de
Tronos o los desgarradores libros de la nobel Svetlana Alexievich sin que nada
de eso riña en lo absoluto.
Olvidan los defensores de la
CULTURA, que la Feria del Libro es un espacio múltiple donde asisten tanto
autores de libros de autoayuda, como de literatura y acádemicos y cuyo
principal objetivo es dar a conocer y vender sus libros. Olvidan también que
todos los libros, incluso los que no nos gustan cumplen su misión si dan un
mensaje, si alivian un dolor o hacen soñar, que los libros son puertas y si
comienzan a leer #ChupaElPerro, pueden despertar un interés que creían extintos
y después pasar a un Tolkien, Mark Twain o, con el tiempo, un James Joyce y que
según el Dane, el índice de lectura en el país es de 1,3 libros anuales para
andar juzgando a quien coja un libro que no sea del agrado de estos jueces de
lo correcto.
Es estúpido, como quieren hacer
los culturizadores, demonizar la visita de Garmendia y centrar la Feria en
ello. A la par de él en esta edición de la Filbo han estado presentes la Premio Nobel de Literatura del año pasado,
César Aira, Cees Nootebom, Helen Oyeyemi y Juan Gabriel Vásquez, solo por citar
algunos nombres, pero como hablar de ellos no les da la relevancia e
importancia que atacar a Garmendia….
Leer y sumergirse en otros
mundos, otras mentes, sin joder ni que lo jodan a uno, he allí la concepción de
felicidad.
Cada época tiene sus referentes culturales, lo cual no gusta a los anteriores celadores de la anterior, creyendo siempre que lo pasado fue mejor cuando solo fue distinto.
ResponderEliminarUn saludo.
Genial. Y totalmente de acuerdo
ResponderEliminarNunca había estado tan de acuerdo con un post tuyo, es ridículo el escándalo que estan haciendo por Germán, mueren de envidia al ver que el chico lleno Corferias de jovenes que quería una foto o una firma. Independientemente del tipo de contenido de su libro, es un libro y debe tener un espacio en la FILBo, de eso se trata la diversidad.
ResponderEliminarMas de acuerdo no puedo estar.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEse día reflexioné brevemente que Garmendia no tenía la culpa de nada. Más bien permitió ver las fallas de la FILBo que, con o sin YouTuber, siempre están.
ResponderEliminarEstos policías del intelecto que le echaron el valdado de agua sucia a Garmendia, como decís, son los que no permiten que la literatura deje de ser eso que, ante los ojos comunes, sea "esa vaina aburridora". Igual, parece que les ofendiera el hecho de que no sea "literatura". Si seguimos esos lineamientos, habría que cambiar el nombre del evento a Feria Internacional de Literatura de Bogotá. La FILBo es para los libros. El de Garmendia es un libro. ¿Por qué habría que prohibir su presencia en los anaqueles? ¿Acaso porque no es literatura? En ese caso, prohiban también la presencia de libros de cocina, manualidades y superación, que de esos vi muchos por ahí. Y si el problema no es el libro (un objeto físico) sino el autor, pues quién sabe a dónde iremos a parar con tanta depuración: si le cierran la puerta a Garmendia, se la tendrían que haber cerrado también al Padre Linero, Catalina Gómez y Flavia Dos Santos, que no escriben "literatura". Entonces entraríamos más a fondo y también le cerrarían la puerta a Mario Mendoza, Gabriela Arciniegas y Alvaro Vanegas, que comvocan a adolescentes y, a ojos de la crítica, se mueven en géneros literarios que no son de altura. Y entonces también ciérrenle la puerta a Vallejo, que no va a hablar de libros sino a despotricar del país año tras año. Y terminemos, de una vez por todas, escuchando a un clérigo leyendo la biblia en latín.
-Mauro Vargas.