lunes, 25 de junio de 2018

Selección Colombia, 50 millones de gracias….


No se canta el himno nacional con mayor alegría y devoción que cuando se juega un partido de fútbol en un mundial. Es entonces cuando el país de manera conjunta cierra los ojos y canta, quienes están por fuera dejan caer una lágrima de añoranza mientras recuerdan esa tierra tan lejana que ya no les pertenece a ellos sino a su infancia o juventud, mientras que el resto del territorio se hace uno en un país de cincuenta millones de almas tan parecidas pero a la vez tan distintas.

Hace algunos meses estuve de vacaciones en el Perú y me sorprendió el orgullo nacional que existe en torno a su herencia indígena, en cómo a diferencia de acá no niegan la parte ‘india’ que los conforma sino que la aceptan y hace parte de su identidad como nación, lo mismo ocurre con los mexicanos y su orgullo siempre latente por su sangre azteca. Pienso en lo necesario que es que existan figuras en torno al cual construir un imaginario como nación y siento que en Colombia no hay una clara: García Márquez es un lugar común el cual la mayoría no ha leído, Antonio Nariño y los próceres son demasiado lejanos, y científicos como Rodolfo Llinás y Manuel Elkin Patarroyo si bien están despertando un renovado interés en las nuevas generaciones no representan al colombiano del común.

Pero pienso en el fútbol y creo que encuentro mi respuesta. No sólo en esta nueva generación que ha logrado milagros como el quinto lugar en Brasil y la resurrección en este Mundial sino en general. No hay colombiano que no piense en Willington Ortiz, Faustino Asprilla, Arnoldo Iguarán, El Pibe Valderrama, Freddy Rincón o René Higuita y no sonría. Esa es la magia del fútbol, hacer que un país más allá de sus diferencias políticas, religiosas, económicas o filosóficas se unan alrededor de once tipos en pantaloneta corriendo detrás de una pelota.

Muchos intelectuales, encabezados por el gran Jorge Luis Borges, desprecian el fútbol y lo consideran prácticamente una actividad digna de brutos, siendo incapaces de comprender la tristeza de regresar a casa después de que el equipo amado es eliminado o la euforia de la victoria, son incapaces de sentir como estos hombres no son simplemente ellos, sino la representación de los sueños y la pasión de la persona del común y su victoria es la de nosotros y su derrota duele al extremo de que personas incapaces de demostrar sus sentimientos lloran como niños pequeños abrazando una bandera.

Porque ya lo decía el gran Terry Pratchett, “Lo que pasa con el fútbol, lo verdaderamente importante del fútbol, es que no se trata solo de fútbol” y agregaría que se trata sobre la vida misma y que nuestra Selección Colombia nos representa a la perfección. Porque sus jugadores nos dan lecciones día a día: De avanzar sin importar ser hijos de la violencia como a Juan Guillermo Cuadrado quien a pesar de ver desde debajo de su cama como asesinaban a su papá es hoy una gran estrella de la Juventus; de aprovechar las segundas oportunidades de la vida como James Rodríguez suplente del Real Madrid de Zidane y ahora pilar del gran Bayern Munich, de la fe inquebrantable de Falcao García quien después de su terrible lesión que lo ausentó del Mundial pasado y ser sentenciado por muchos a ser un ‘ex jugador’  demuestra que vale la pena soñar y luchar por tus sueños, y podría seguir porque cada jugador es un universo aparte, una historia de superación y sacrificios para representar los colores del país.

A veces olvidamos que esto es un juego y que tal como ganamos hoy, perdemos mañana; que ningún jugador quiere equivocarse o perder el partido, que el equipo puede tener un mal día o un técnico se puede equivocar en la estrategia. Olvidamos que frente a la Selección se paran también once tipos que representan millones de sueños  del otro lado del mundo y que un grito de gol nuestro es un lamento para ellos y viceversa, y que al igual que los nuestros darán su alma para enorgullecer a su país.  Hoy celebramos la victoria sobre Polonia y esperamos volver a hacerlo el próximo jueves contra Senegal pero quiero de mi parte, y sin importar el resultado, decirles a cada uno de los integrantes del equipo lo profundamente orgullosos que estamos de ellos.

Albert Camus decía que la bandera de la patria es la camiseta de la selección nacional de fútbol y no puedo menos que estar de acuerdo con él. Cincuenta millones de gracias Selección Colombia y vamos por Senegal. #ConLaFeIntacta.     






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