jueves, 12 de mayo de 2022

39

Me sorprende el amanecer de estos 39 años pensando en dos cosas que pasaron recientemente. La primera de ellas ha sido la muerte de algunos conocidos muy queridos, mi tía Hayde, el papá de mi querido amigo José Iván Pazos, Don Homero Pazos y la de Doña Elvia, abuela del siempre amado y recordado Camilo Reyes, de Sergio y mamá de mi adorada Piedad. Ellos siempre fueron parte de mi niñez y adolescencia y su presencia siempre cercana y cariñosa ayudaron a ser de mí una mejor persona.

Hablaba con mi buen amigo CM Muriel de esto, de lo sorprendente de estas muertes y él, que es médico y por lo tanto vive es más consciente de la muerte que nos acecha como un ángel asesino (como canta Fito) me decía, “Pues claro huevón, eran personas mayores que tuvieron una vida plena, lo que pasa es que nosotros ya estamos envejeciendo” y como no darle la razón, lentamente las personas con las que crecimos van partiendo hacia esa gran nada donde eventualmente iremos todos dejando en nuestro corazón ese vacío y los gratos  recuerdos que nos acompañarán hasta el final.

Lo segundo que ocurrió es que he recibido una gran noticia que podría cambiar mi vida para siempre, no la comparto aún porque no es algo confirmado y por agüero prefiero esperar a que se concrete, le decía a mi hermana que me gustaría que mis papás estuvieran vivos para que estuvieran presentes en ese momento y era triste que nunca lo supieran, ella con su infinita sabiduría me decía que era cierto, que había sentido lo mismo cuando nacieron sus hijos, el dolor de la ausencia de los padres, la falta que le siguen haciendo.

Cumplo 39 años y los 40 me respiran en la nuca, los lugares donde crecí ya no son iguales, la ciudad de mi infancia ya no existe, como persona que vive en otro lugar diferente a su tierra natal nunca estaré en un lugar que podré considerar como ‘mío’ y la gente que me vio nacer que me amó y crío (mis padres, abuelos y mi siempre querida tía Helena) ya no están. El cuerpo empieza a sentir el desgaste natural, el guayabo ya dura más días, disfrutas más tiempo durmiendo que antes (me gusta pensar que lentamente el sueño eterno nos va reclamando de a pocos) y lo que antes no te hacía ni cosquillas ahora puede convertirse en una lesión de cuidado.

Pero, ¿saben qué? Me estoy gozando el camino, quienes partieron antes que yo viven en mi corazón y recuerdos y sus enseñanzas son el  faro que guía mi vida, espero partir antes que las nuevas generaciones (mis sobrinos) y que guarden de mí el mejor recuerdo. Disfruto del amor y el cariño de tanta gente que me quiere y me aguanta, todo hay que decirlo, disfruto de hacer ejercicio, leer, escribir, abrazar, besar, sentir la lluvia sobre mi piel, un atardecer, un viaje a un lugar desconocido, los libros que leo, las historias que creo cuando escribo; disfruto de mi trabajo, las lecciones que aprendo, las dificultades que me ayudan a ser un mejor ser humano. La vida sin duda es difícil, y mucho más si vives en Colombia donde el futuro es por decirlo menos es difuso y no sabes lo que te espera a la vuelta a la esquina pero sin duda a pesar de todos los problemas es precioso vivir porque la vida como dice la canción aquella es ‘un ratico’.

Como siempre agradezco a todos por estar presentes aquí, a la gente que me quiere, que me apoya, que como dije antes me soporta (muchas veces no tengo idea de cómo lo hacen), es por ustedes que sigo siempre adelante y le dan sentido a mi vida. Las palabras muchas veces son incapaces de describir todo lo que siento por ustedes, pero de verdad los amo y mucho,

Mi gran amigo Esteban Cruz me dice lo siguiente, “Vendrán cosas muy buenas…las mejores”, estoy convencido que así será, de momento solo nos queda celebrar la vida, cada segundo de vida que podamos respirar, vivir y amar que es lo que verdaderamente le da sentido a esta vida en este loco, loco mundo.

Gracias por todo. Los quiero.    





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