La culpa no es solo del hincha resentido que luego de la
derrota frente a Japón buscó a un mujer de ese país para burlarse de ella en un
vídeo; la culpa no es solamente de los hinchas que colaron de
manera ilegal aguardiente en el estadio y luego hicieron otro vídeo muertos de
la risa (qué tal el ingenio paisa,
dice una de las voces) orgullosos de su proeza. Ellos son simplemente el
reflejo de una sociedad putrefacta y dañada hasta la médula, en su espíritu y
su alma.
La culpa no es solamente de Duque, Petro, Gerlein, Roy
Barreras o Fajardo. Ni siquiera de Álvaro Uribe. Estamos enfermos desde
pequeños y no nos damos cuenta. Vivimos intoxicados por una sociedad que vive
por y para el odio, una cultura donde lo importante es conseguir o tener, donde
lo que vale es imponer las ideas y ‘triunfar’ de la manera que sea, sin
importar a qué costo, qué se deba hacer o por encima de quién se deba pasar.
Hemos vuelto un triste mantra aquello de ‘Traiga la plata mijo, si no puede
honradamente….traiga la plata mijo’
Vivimos convencidos de que solo los triunfadores tienen la
razón y queremos a toda costa pertenecer al bando de ellos, los vencedores, los
salvadores, los buenos. Queremos no solamente vencer al bando contrario sino
humillarlo, aniquilarlo, por eso somos incapaces de perdonar y construir sino
que preferimos destruir y hundirnos en un espiral de violencia y muerte, es por
eso mismo que también somos malos perdedores, incapaces de aceptar que el otro es mejor que nosotros, porque
seguramente si nos vence es porque hizo trampa, se dopó o se lo dio al jefe y por
lo tanto merece nuestra burla y humillación.
Es ese patético sentimiento de superioridad el que hace que
nos burlemos de quien no es igual que nosotros, incluso dentro del propio país generalizamos,
entonces el costeño es perezoso, el pastuso
bruto, el paisa aprovechado, la pereirana puta y el rolo hipócrita. Pero ay, de que alguien se
meta con nuestra región o ciudad, saltamos indignados pidiendo un respeto que
somos incapaces de ofrecer. También nos burlamos de los argentinos, gringos,
bolivianos o peruanos pero cuando en algún programa extranjero hacen alusión a
las drogas o a nuestros criminales que
se van al extranjero a delinquir, ponemos ojos de ternero degollado y con
lágrimas en los ojos pedimos que no nos estigmaticen y que no todos los
colombianos somos así, mientras a la vez
se sigue haciendo trampa y se busca sacar ventaja de la situación.
Porque la mentalidad del todo vale ha
permeado por completo la sociedad desde el estrato más pobre hasta el más rico.
Criticamos a los hinchas que entraron el trago de contrabando más que todo
porque están ahora en la palestra ni siquiera pública sino
mundial, pero cuántas veces no hemos
buscado hacerle el quiebre a la ley, sacar ventaja, cuánta gente no piensa en lo
que decía ese repugnante y misógino senador de que ‘las leyes son como las
mujeres, se hicieron para violarlas’, y cuando logramos evadir la norma, así
sea en una pendejada como no recoger la cagada de un perro, lo celebramos, nos
creemos los mejores, los más astutos, los de la ‘malicia indígena’.
Y creo que nada le ha hecho más daño a la psiquis del país
que la dichosa ‘malicia indígena’ que de indígena no tiene nada. La mentada premia
la mentira, el engaño, la ilegalidad. En vez del trabajo duro, se alaba la
pereza; en vez de la honestidad, se enaltece la mentira. Es el sumun que tiene
su culmen en aquello del vivo vive del bobo y es esa mentalidad tramposa y
mediocre y es algo que esté quien esté de presidente, nunca nos permitirá avanzar
como país.
Mucho se ha hablado de la importancia de la educación para
un cambio en la sociedad, y si bien es una de las claves para avanzar no dejo
de preguntarme, ¿no fueron los Nule a las mejores universidades? ¿No lo
hicieron los políticos corruptos que saquean al país? ¿Estos hinchas en en
Rusia no fueron al colegio? ¿son ellos el reflejo de nuestro país por más que lo
queramos negar? Debemos trabajar no solo en la educación sino en una sociedad
donde los valores sean importantes, donde el ser humano sea empático y, perdonarán la redundancia, humano. Los
japoneses nos derrotaron y en ningún momento se burlaron de nosotros, al
contrario se quedaron después del partido recogiendo la basura del estadio
porque eso es lo normal para ellos. Es por esa razón que ese país pasó de estar
destrozado por la guerra a ser una potencia en poco menos de cincuenta años
mientras que nosotros seguimos elegiendo gobernantes guiados por el miedo y el odio.
Pero creo que el cambio es posible y una buena señal es el
rugido nacional condenado estos infames hechos en Rusia. Ningún mesías nos va a
salvar. El cambio comienza por cada uno de nosotros y así y solo así quizá
algún día tengamos futuro como país.