miércoles, 7 de enero de 2015

En memoria de Charlie Hebdo

La historia dirá que el siete de enero del 2015, dos hombres ingresaron a la sede de la revista humorística Charlie Hebdon y armados con fusiles kalashnikov asesinaron a parte de la planta de redacción, incluyendo a su director Stéphane Charbonnie, para luego huir cobárdemente. En total fueron doce las víctimas (diez periodistas y dos policías) de estos criminales. ¿Su pecado? Haberse atrevido a caricaturizar a Mahoma.

Si hay algo que caracteriza a los fanáticos (y no sólo religiosos sino de cualquier índole), a las dictaduras y a los malos gobiernos es que son enemigas del humor político. Cualquier manifestación de esta índole es un peligro que no dudarán en querer exterminar a como dé lugar. Piensen en el nazismo, en la inquisición, en las dictaduras, en cualquier régimen como el norcoreano donde se deifique a su líder y verán que esta expresión es inexistente.

¿Por qué temerle al humor? Es sencillo, la risa es enemiga de la solemnidad, de los dogmas; una buena carcajada nos hace más humanos menos divinos, y todos estos líderes, todos estos dioses buscan la adoración y la sumisión que pueden encontrar en el sufrimiento, la abnegación  y el dolor. Reír nos desnuda, nos muestra de manera hilarante un problema real despojándolo de toda seriedad  y eso es algo que las dictaduras no pueden permitir. Desde el monje Jorge de Burgos de la excelente novela El nombre de la rosa de Umberto Eco pasando por la mayoría de los papas y dictadores hasta el fanatismo islámico la risa ha intentado ser apagada sin éxito hasta el momento.

Un amigo muy querido me decía que quizá ellos no debían meterse con la religión y mucho menos con la islámica que es tan peligrosa, que hacerlo era firmar su sentencia de muerte. Pienso que esta publicación no se burlaba de la religión islámica en sí, ni de los millones de fieles pacíficos –quienes, por desgracia, serán víctimas de la futura xenofobia que se apoderará muy pronto de Europa- de esa religión, sino de los excesos de la misma, de ese fanatismo que impulsa a lapidar mujeres y vestirlas con burkas.

Desde el 2006 la Charlie Hebdon había sido amenazada por su contenido, ellos en lugar de aceptar las cobardes amenazas decidieron seguir lanza en ristre denunciando lo que consideraban que estaba mal en la sociedad, sabiendo que este gesto de valentía absoluta podía incluso a tener un fatal y tristísimo desenlace que hoy ha tenido. Es por actos como este que en cierto sentido parecen fútiles y efímeros se han acabado con abominaciones como el racismo, la esclavitud y gobiernos ineptos y dictaduras han llegado a su ocaso.

A los asesinos cobardes que perpetraron esta matanza sólo les digo que su acto ha tenido el efecto contrario de lo que anhelaban, Charlie Hebdon será como la Hidra y por una cabeza que corten otras dos saldrán de ella dispuestas a seguir con su legado.


Paz en la tumba de estos valientes, Charlie Hebdon no ha muerto. Je suis Charlie Hebdon.  


Acá alguna de sus portadas  traducidas al inglés: 





1 comentario:

  1. Esta no es una columna únicamente en honor a quienes fallecieron ayer en la masacre de Charlie Hebdo. Es una columna en nombre de todos aquellos que día a día mueren por intentar mostrar una verdad que el mundo no quiere ver. Una verdad que se esconde detrás de las columnas gruesas y ciegas del fanatismo, de religiones que se llevan a un extremo ciego y absurdo en donde más vale matar al que piensa diferente, al que pone en riesgo mi status quo (y obviamente a aquel que se atreve a criticar mi realidad). Un mundo en donde ya no sólo se imponen modas, sino formas de vida, de ser y de pensar. Sólo hay espacio para el cree y piensa lo mismo que yo.

    Gracias por robarnos de nuevo las palabras, por decir aquello que no sabemos como hacerlo. Por encontrar palabras para compartir las balas que bañan de sangre las salas de redacción y el mundo. Ojalá la vida nos permita ver un mundo donde no haya porque temer al pensar diferente, a la risa descarada en contra de los absurdos más absurdos de la sociedad.

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