martes, 26 de enero de 2016

Sobre las crisis

 Comienzan de cualquier manera: Puede ser algo que viste una noche en una discoteca que puede romper tu corazón en mil pedazos y cuyas imágenes te perseguirán durante mucho tiempo en las noches más tristes y solitarias, o un premonitorio tenemos que hablar cuyo desenlace sabes mucho antes de la consabida charla, o simplemente una llamada una mañana de trabajo llena de malas noticias que te dejan de piedra al saber que eres  completamente impotente ante la magnitud de los hechos.

Empieza la crisis. Te das cuenta que a pesar de la buena voluntad de muchos estás completamente solo. El mundo se convierte pues en un lugar inhóspito y agreste, no te apetece nada más que dormir y esperar que las malas noticias, los recuerdos dolorosos, las palabras y esas imágenes similares al fantasma de las navidades pasadas desaparezcan, pero no lo hacen. Esos hechos, esas palabras, eso que viste han llegado para quedarse, peor aún, con el transcurso de los días empiezan a tomar una fuerza inusitada, nacen, crecen y se hacen parte de ti, se convierten en una carga que no has pedido pero que definitivamente tendrás que cargar.

Decides alejarte de aquello que tanto te lastimó. A veces es sencillo, puedes irte lejos o mandar a la mierda ese problema o esa persona que lo hizo, otras veces sin embargo, es prácticamente imposible, el causante de tu sufrimiento está cercano a ti ya sea de manera física o simbólica y no hay una manera posible y cercana para alejarse de ella.

Aprendes a convivir con ello. Haces lo humanamente posible para adaptarte a la situación, resilencia que le llaman, te vuelves frío con el causante de tu sufrimiento sabiendo que esa persona ya es lejana e inexplicablemente feliz, a pesar de saber el dolor que te ha causado; cortas todo vínculo con lugares, situaciones y personas que te atan a ella a pesar de saber que no tienen culpa en este embrollo y te das cuenta, como dije más arriba, que estás solo. En ocasiones, la gente que más quieres está lejos, terriblemente lejos, a veces están a poco menos de una hora de vuelo en un avión pero sientes que la distancia es similar a mil años luz. Tienes amigos pero muchas veces son simplemente un mensaje rutinario en Whatsapp o que tienen sus propias vidas, sus propios problemas, entidades que se vuelven palabras, etéreas y distantes.

Te refugias en mundos lejanos y abstractos, distantes al devenir de la humanidad, los libros, el cine, las series, los hobbies, la escritura (yo mismo en una de las crisis más duras que he tenido escribí una novela, en palabras de alguien lo más macabro  y cursi que alguien pudiera haber escrito jamás) y tratas de que los recuerdos y el dolor no lleguen hasta ahí, pero ellos se apañan para encontrar los pequeños resquicios para colarse y recordarte que estás herido y que quizá esos vanos intentos por olvidar son simplemente cortinas de humo que no solucionarán el mal momento que estás pasando.

Y aprendes que hay dos tipos de personas. Está el pequeño cabrón, una persona sin importancia y patética, pequeño emperador sin corona quien simplemente cree que humillando a los demás se siente superior, un ser estúpido al que tú mismo le das una importancia que no merece, y aquella persona en la que confiaste, en la que creíste ciegamente, a quien le diste tu alma, corazón y  tiempo, quien olímpicamente pasó de ello y jugó billar con tus sentimientos. Es, desde luego, la que más duele, depositaste todo en ella, sin saber que también era humana y que de seguro no tuvo la misma importancia que tú creíste que tenía y te decepcionó de formas que no creías que existieran. Reflexionas y te das cuenta que has hecho exactamente lo mismo y has lastimado a otras personas que te han amado de igual manera.

Se dice que el amor es la fuerza más poderosa que existe en el mundo. Creo que tal vez ese sentimiento es el más sobrevalorado, también el dolor y la rabia tienen la misma intensidad, y sin embargo son mucho más agotadores. Cuando te mueves con esos impulsos puedes llegar muy lejos y no dejar que los recuerdos te destruyan por completo, pero al mismo tiempo son fuerzas que aunque necesarias en ciertos momentos pueden llegar a acabar contigo mismo.

Pero te da cuenta que a pesar del dolor, de aquello que te desgarra el corazón en las noches y en las más negra de las pesadillas, el mundo sigue girando. Tu verdugo continúa adelante con su vida, el sol sigue saliendo, las estrellas continúan fijas embelleciendo tu vista, las noticias siguen ocurriendo y las cuentas siguen sin pagar estés vuelto mierda o no.

Hay una frase de Haruki Murakami que me da vueltas en los momentos más aciagos: "Y una vez que la tormenta termine, no recordaras como lograste, como sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa si es segura. Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entro en ella. De eso se trata esta tormenta.". Esperemos que así sea.


El ser humano, ese universo tan complejo e infinito, tan efímero, pero a la vez tan lleno de cicatrices…..

3 comentarios:

  1. Simplemente ...me encanta lo que escribes y la forma en que lo haces....mejor imposible....

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  2. Entonces llegó el Dios de la Tormenta; los estrelló a todos contra riscos empapados por la lluvia, y un rayito travieso se rió de la fragilidad humana. Fin.

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