¿Qué tienen en común un
votante inglés, un colombiano y uno gringo? No solamente evidencia el fracaso de la educación y la vulnerabilidad de
un sistema democrático que demuestra que el mandato de las mayorías no siempre
es el más sabio, sino que nos introduce, dieciséis años después, a lo que será
este siglo XXI, donde se combinará lo mejor de finales del siglo XX (la
tecnología) con lo peor del siglo pasado, sistemas de gobierno de derecha
basados en la ignorancia, el miedo y el odio.
Cada uno de estos casos tiene
sus propias particularidades. Ni Inglaterra ni Estados Unidos han vivido un
conflicto interno de sesenta años como Colombia, pero la manipulación a la
masas basadas en emociones, la desinformación y el constante bombardeo a una
amenaza inminente por parte de una entidad oscura que por lo general es de otra
raza, país o inclinación sexual ha sido igual en las tres elecciones.
Esto no es nada nuevo, el
tridente de patria, dios y familia ha sido caballito de batalla de gran parte
de los regímenes que dominaron gran parte del siglo pasado. Para ellos, el
problema siempre es externo y debe ser erradicado de inmediato, los judíos, los
negros y la oposición entran en el mismo saco. En la actualidad los inmigrantes
europeos, africanos y asiáticos, la invasión de latinoamericanos, y la amenaza
homosexual (y no puedo creer estar escribiendo esta idiotez) y el comunismo
ateo fueron los factores decisivos en la votación de este año siniestro que
empieza a configurar las piezas del ajedrez que será este siglo.
A pesar de todo el tema
resulta fascinante: Tanto el NO en el Brexit, como el SÍ en el plebiscito y la
elección de Hillary Clinton se daban como una certeza indiscutida. Sus
promotores estaban tan seguros de su triunfo que se confiaron y menospreciaron
a sus contendores. Estos no dejaron de trabajar activamente e incluso se
sorprendieron con su victoria. ¿Su secreto? Las verdades a medias, los datos
falsos, el incitar a la población para que “saliera a votar enverracada”, el
miedo, miedo y más miedo.
Las encuestas, los grandes
medios de comunicación y redes sociales demostraron su fracaso a nivel práctico
y dejaron muy en claro que quien en verdad elige son aquellos que han sido
ignorados muchas veces, satirizados por una élite quizá brillante pero
arrogante que ha sido incapaz de hablar en su mismo idioma y quien busca una
figura mesiánica como las de Uribe y Trump que le diga exactamente qué hacer,
cómo comportarse y que le diga que todos sus problemas no son su culpa sino de
los ‘otros’, de los extranjeros o los diferentes y que la solución es sencilla.
Sencilla y violenta.
Me parece que el péndulo de la
historia se está moviendo y retornando a lo sucedido en el periodo de después de
la ‘guerra que habría de terminar con todas las guerras’ o Primera Guerra
Mundial. Cuando veo hablar a Uribe, Ordóñez o la gente del Centro Democrático
no puedo dejar de pensar en las Falange española, o el discurso de odio de
Trump hacia los inmigrantes y su obsesión con hacer a los Estados Unidos
grandes otra vez me hace pensar en
Hitler y como apeló a la reconstrucción de Alemania en ese periodo para sembrar
las semillas de una nueva guerra.
Desde luego lo preocupante no
es que existan estas figuras mediáticas pues desde que el mundo es mundo
siempre han existido estos caudillos que basan su discurso en la destrucción y
la guerra, sino la acogida que su discurso tiene. El discurso de odio escudado
en la preservación de la paz y el orden ha calado muy bien. Es más fácil matar
y no firmar la paz que iniciar un proceso que puede llevar generaciones donde
se saneen problemas mucho más complejos y profundos. Los tres países (aunque
estoy seguro que si se hubieran hecho elecciones similares en otros países los
resultados serían similares) han hablado y su voz es el síntoma de un
descontento, una fiebre de un cuerpo quizá con una enfermedad más grave.
¿Quiere decir esto que crea
que una guerra se aproxima? Sí y no. Si algo nos dejó al final la Segunda
Guerra Mundial fue el miedo de que esta tragedia se repita. Hay mecanismos y
estamentos que vigilan que un conflicto mundial como este sea no ocurra tan
fácil, pero también hablamos de una época donde casi cualquier país puede
hacerse con un armamento nuclear y dado que ya han pasado setenta y un años
desde Hiroshima y Nagasaki y no quiero imaginarme lo que podría hacer en este
momento una bomba atómica, y si a esto le sumamos regímenes fanáticos como el
de Corea del Norte, Irán o lo que se avecina con Trump, el panorama es
aterrador. En cuanto a Colombia lo ocurrido puede generar un círculo vicioso
donde el conflicto que estuvo a punto de acabarse después de medio siglo continúe
de manera indefinida.
No creo que haya una guerra
inmediata pero siento que las piezas se están acomodando para ello. El miedo
genera odio, el odio violencia, la violencia muerte y la muerte más muerte y
venganza. Quizá personas como Trump y Uribe no sean quienes lleven las riendas
durante desastre, pero son quienes plantan la semilla que germinará en
resultados fatídicos.
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