martes, 12 de mayo de 2020

37

Es la medianoche y un minuto del 12 de mayo del 2020. Afuera solo hay silencio como si yo fuera la única persona que existiera en el mundo. Tomo una copa de vino mientras contemplo el inicio de un nuevo amanecer. Hace 37 años estaba listo para salir del vientre de mi madre y enfrentarme a esta vida maravillosa y hermosa, trágica y triste.

Desde hace ocho años tengo la costumbre de escribir algo para mi cumpleaños. Comienzo a escribir desde las once de la noche del once de mayo y así me coge la medianoche. Reviso lo que he escrito años pasados para no repetirme, en parte es infructuoso, a pesar de todo sigo siendo la misma persona. Cambiarán algunas situaciones, personas se habrán ido, otras habrán llegado, pensaré distinto sobre ciertas cosas, pero al final la esencia sigue siendo la misma.

Este año me sorprende con un evento histórico –para bien o para mal- que no le tocó a nuestros padres o abuelos y que seguramente no se repetirá en mucho tiempo, si somos positivos. La pandemia me ha tocado solo, mi roomate, mi buen amigo Nelson Cadavid está pasando este suceso en Cali con su novia. En esta soledad pienso mucho en lo que ha sido mi vida, lo que he hecho, lo que he dejado de hacer, mis aciertos y errores, en lo que soy yo realmente, sin antifaces o máscaras.

Me gusta imaginar distintos escenarios, como miles  de granos de arena en la playa. En uno de ellos estoy casado y tengo hijos, en otro soy un novelista famoso, o tengo tanta plata para no tener que preocuparme nunca más por trabajar, en otros tengo una enfermedad larga y penosa e incluso en los más siniestros he muerto. A mi edad Alejandro Magno no sólo había conquistado todo el mundo conocido, sino que también había muerto; Jesucristo llevaba cuatro años de haber muerto y resucitado, también había muerto Rimbaud después de haber alcanzado la inmortalidad antes de cumplir los veinte años; José Saramago estaba a tres años de publicar su primera novela, mi papá aún era un soltero empedernido y mi mamá ya tenía dos hijos.

Es un ejercicio nada más, pero pienso mucho en el pasado, en las decisiones que he tomado, en la gente que he ayudado y a la que he lastimado. A veces creo que vivo demasiado en el pasado, en los días soleados de una Cali lejana y difusa donde mis padres, abuelos, la Nana y Camilo estaban vivos, incluso pienso en Gruñón, mi fiel perro, que siempre me recibía con una alegría inocente cuando iba de visita. Ellos ya no están y cada ausencia me ha servido para madurar, para crecer y aceptar que la muerte es una amiga que nos está vigilando hasta el día en que debemos partir con ella a la nada.

Pero también pienso en lo que mi gran amigo Esteban me dijo: Lo que somos ahora es producto de todo lo que hemos vivido, los malos y los buenos momentos, los actos hermosos y los horribles. Somos el producto de nuestras acciones y como repetía mi papá constantemente: Somos los arquitectos de nuestro destino, y a la larga a pesar de las malas decisiones no puedo quejarme. He conocido gente maravillosa, gente que me detesta, he viajado a lugares exóticos, he amado, he odiado, he conocido la bondad, la maldad, la traición, el odio…y acá sigo y de todo he aprendido.

Quizá es hora de dejar ir el pasado. No olvidarlo porque hace parte de mí y lo hará hasta el día en que muera y el amor de quienes han partido siempre me acompañará, pero también debo aprender a ver la belleza del presente, volver a sorprenderme con cada pequeño milagro de la vida tal y como lo hacen los niños.

Y sobre todos agradecerles a ustedes las personas que me han acompañado en este camino. A mi hermana, el gran motor de mi vida, a mis pequeños sobrinos en cuyos ojos veo un futuro brillante y hermoso, a todos mis amigos reales y virtuales que con su cariño y amor hacen de mi vida algo maravilloso, a todos GRACIAS, los amo.

De imagen pongo a Trunks de Dragon Ball Z (nunca dejaré de ser un niño, lo siento) porque un día como hoy, un doce de mayo a la diez de la mañana, dos terribles androides aparecerán para destruir el mundo, espero que no sea este año porque ya bastante tenemos con el Coronavirus y si así es espero que el gran Gokú defienda la tierra una vez más.




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