Un
chispazo, un click inaudible, una sola mirada que contiene miles de vidas en un
segundo, puede pasar en la sala de un amigo, en la discoteca y parecer que a
primera vista nada haya cambiado pero en tu interior sientes miles de
engranajes moverse en pos de una dirección, de un olor, un tacto. Vuelves a
mirar, de reojo, despacito, no vaya a ser que te equivoques, que el click del
demonio haya sido imaginaciones causadas por un duende jugueton. Levantas la
cabeza. Ella sigue allí.
Las
mariposas que están en tu estómago empiezan a aletear con fuerza, intentas
calmarlas haciendo la tarea y acercándote a ese espécimen desconocido que sabes
podría costarte la existencia. Te
desplazas hacia ella en todas las direcciones: De lado, para atrás, en
diagonal, nunca de frente o de manera
brusca no vaya a ser que huya. Averiguas
con amigos de quién se trata, disimulas
de mala forma la ansiedad atragantándote de licor. Finalmente si hay música te levantas y con el
corazón en la boca pero sin que ella lo note le preguntas si quiere bailar.
La
sinfonía de los cuerpos se mueven en perfecta armonía al ritmo de los tambores,
el bongó y las trompetas, por un momento la vista deja de ser el sentido rey
para darle paso al tacto con el que nuevos paisajes anatómicos se abren y los
dedos exploran rincones nunca imaginados.
Si
se tiene suerte al final de la noche se habrá conseguido un teléfono, un beso o
un correo, de lo contrario la historia de amor tendrá un final que dista al de
los cuentos de hadas y habrá que buscar a otra princesa vagabunda con la cual
devorar perdices hasta el fin de los tiempos.
Llamas
la primera vez pensando si tal vez ella te recuerda. Suena el teléfono una vez,
dos veces, no contestó, lo dejas sonar cinco, seis veces más, debatiéndote en
colgarlo o llamar de nuevo, en ser ausente o ser intenso. Finalmente contesta,
no escucha tu ‘hola’ sin fuerza, no me va a reconocer. Si lo hace. Quedan en
verse pronto, mientras tanto la agregas a las redes sociales.
La
red es ahora un nido de amor cibernético, es
lo que para nuestros abuelos
eran las salidas al parque del pueblo y
para nuestros padres las salidas a tomar helado mientras buscaban tocar
disimuladamente una mano. Gracias a la
tecnología puedes tener una especie de hoja de vida de la persona en cuestión:
Gustos, familiares, mascotas, hobbies y perversiones, todo al alcance de la
mano, un universo contenido en un monitor.
Salen
y empiezan a crear un mundo compartido, a generar códigos comunes que durarán
el tiempo que estén juntos. Al principio
no comprenderás cómo es posible que un ser tan perfecto pudiera estar tan solo
en este mundo, te preguntarás si estás
idiotizado, drogado bajo los influjos de Venus, intentas mantener la cordura,
pero ella te toca y las lenguas se mezclan compartiendo la dulce saliva que ya
no es de ella o tuya sino de ambos. Luego vendrá la comunión de los cuerpos, el
intentar de manera vana fusionarse en un solo ser, una sola carne, el querer un
solo orgasmo que dure el resto de la existencia.
Tiempo
después -¿semanas? ¿meses? ¿años?- verás el primer defecto. Un rasgo minúsculo que antes no notabas,
quizá esa mancha en la piel, esos celos que tomabas por amor, esa posesión que
tomabas por atención; es algo, en verdad, nimio por lo que no vale la pena
terminar una relación tan maravillosa ¿verdad?
Posteriormente
te darás cuenta que ese pequeño error no sólo ha aumentado sino que se ha
multiplicado como granos de varicela. Esa persona aunque sigue siendo tan
especial, es humana y te horroriza descubrirlo. La habías idealizado en tus
patéticos sueños de adolescente tardío, en tus fantasías de revistas de
supermercado. Pero hay un hecho aún peor: Ella ha descubierto lo mismo, has
dejado de ser el príncipe del reino encantado para convertirte en el bufón de
la corte.
Las
discusiones antes amables, dulces y constructivas se convierten en juegos de
poder, peleas de orgullo, donde ceder un
poco no significa aprender del otro sino una muestra de debilidad y derrota. Alternado con un
grito viene un beso, un golpe por una caricia, y un ‘te odio’ se canjea por un ‘te
amo’, se sigue jugando por inercia, inercia de vivir, de no romper la rutina.
Mientras
tanto o paralelo a este hecho están las
salidas a cine, el dormir juntos mientras se comparten los cuerpos, el
descubrimiento de un nuevo restaurante o discoteca, el convertir tu familia en
la mia, el limpiar una lágrima del rostro ajeno por la pérdida de un ser
querido o de un trabajo. Te casarás y
tendrás hijos o mantendrás un resquicio
de independencia y seguirás soltero pero comprarán un perro o un animal que los
mantenga distraídos. Quizá alguno de los dos consiga un amante o quizá se
sumergirán en un hobbie o un vicio para mantener la cordura en la loca decisión
de recorrer dos personas un sendero que
está diseñado sólo para una.
Crecerás
al lado de esa persona, aprenderás muchas cosas de ella; algunos días querrás
matarla a besos otros simplemente matarla; correrán bajo la lluvia y tendrán
días placidos de caminatas bajo un día soleado o de tranquilidad frente al
televisor. Verás su pelo ocultar su rostro moviéndose mecido por el viento y
cuando todo haya terminado, esa será la imagen más nítida que te quedará de
ella. Amarás, odiarás, llorarás y reirás con y por ella. Habrá momentos
divertidos y otros monótonamente rutinarios. Habrás vivido.
Pero
llegará un momento en que todo estallará, en que la magia terminará y el largo
click haya dejado de sonar. Es probable que la relación la termines tú o lo
haga ella. Cualquiera de los dos puede quebrarse primero pero ninguno querrá
reconocer el fracaso de otra relación rota. Uno y otro intentarán solucionar
las cosas, reconciliaciones pegadas con babas, amores muertos que intentan ser
revividos de la tumba inútilmente, más gasolina para un motor fundido.
Finalmente
llega el momento del adiós final. Promesas falsas de amistad, de encuentros
futuros que no se llevarán a cabo nunca más, separación de bienes, de besos, recuerdos y sentimientos. Tristezas a flor de piel y maldiciones por
haber amado. La sensación de sentir el corazón arrancado a tiras y abandonado
en un desierto para que los buitres se den un buen festín.
Podrás
pensar que todo ha sido una pérdida de tiempo, malgastando tus mejores días con
quien nunca valió la pena, pero algún día escucharás esa canción que te habrá
de devolver a una época de sueños y locuras, o despertarás con el olor de su
pelo en el corazón o el roce de sus manos en tu cabeza.
Un
día verás ese tiempo compartido con cariño y nostalgia y estarás listo para
entregarte nuevamente, para sumergirte nuevamente en ese océano desconocido de
las relaciones humanas, en aguzar los oídos del corazón para escuchar de nuevo
ese click maravilloso y conocer nuevas almas, nuevos ojos , nuevos labios,
nuevos encuentros y desencuentros.
Y
comprenderás que la vida es maravillosa….
No siempre se recuerda con cariño...no lo llamaría ensayo, tal vez reflexión...aunque no sea del todo reflexivo...mejor, opinión.
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ResponderEliminarHa sido una reflexión hermosa la que has escrito, hubieron fragmentos de este texto que me recordaron al estilo de otros autores, deberías enfatizarte más en un estilo propio,yo sé que debe ser un estilo maravilloso porque lo plasmas en la composición del texto, es solo mi humilde opinión.
ResponderEliminarUn placer pasarme por aquí, un beso grande.
Yo: Es, desde luego una reflexión u opinión personal, sólo que le puse el nombre de 'ensayo' como un pseudohomenaje a Saramago. Con respeto a lo otro que planteas no siempre se recuerda una relación con cariño, pero creo que mientras se rememore, habrá un sentimiento muy profundo ligado a ese persona, como diría Borges: 'El olvido es la única venganza y el único perdón'.
ResponderEliminarCarolina:Muchas gracias por leerme. Es un honor tenerte en este lugar. Es posible que mi estilo beba un poco de otros autores, supongo que es inevitable hacerlo un poco aunque la solución para esto es escribir, escribir y seguir escribiendo. Un abrazo.
Interesantes reflexiones, Tulio, y muy abundante y rico el uso de las palabras. Las felicitaciones de siempre. Abrazo.
ResponderEliminarMe encanta como estás escribiendo!! aunque no siempre comento SIEMPRE te leo!! Lina S.
ResponderEliminarJuanito: Los agradecimientos de siempre. Gracias por pasarte por acá, che.
ResponderEliminarK-Chu: Querida Lina, no sabía que me leías eso es para mi motivo de mucha alegría e incentivo para seguirme esforzando al máximo. Gracias por leerme y me encanta que te guste lo que escribo. Un abrazo, señorita.