Uno
de los misterios más insondables de la vida es el de la amistad. Puede nacer al
existir un gusto en común o porque
llegamos a un sitio, no conocemos a nadie y le hablamos a la persona que
tenemos al lado, o en ocasiones de un amor que nunca fue.
Lo
maravilloso es que es la elección más libre que tenemos: Nuestra familia nos
viene asignada de nacimiento, al igual que los compañeros del colegio o el
trabajo, pero decidimos de quienes somos
amigos y cuánto tiempo dura este vínculo.
Alguna
vez le preguntaron a un periodista famoso –Enrique Santos Calderón para más
señas- cuál era el secreto para su matrimonio. Respondió que al principio se había
basado en atracción física, pasional, pero que eso se acababa y si no existía
una complicidad, una verdadera amistad, su relación no hubiera durado más de un
año.
Pienso
que tiene razón pero que no se aplica solamente para la relación de pareja. Si
en una familia no existe la amistad, la comunicación, las cosas no fluirán y
las mentiras y los secretos pronto llenarán ese vacío existente y si en el
trabajo no se da seríamos como simples máquinas desempeñando fríamente alguna
función.
La
amistad se siembra como una semilla pero su fruto es más exquisito que el de
cualquier fruta conocida. Podrá sonar muy trillado, el cliché de los clichés
pero la persona que tiene un amigo no necesita tesoros porque a su lado ya
tiene uno, ni el elíxir de la eterna juventud porque vivirá para siempre en su
recuerdo.
Hoy
estoy muy feliz: He recibido un paquete que me ha llenado de mucha alegría, ha
llegado desde otro continente, atravesando países y mares de distancia. Se trata de un libro, de la segunda antología
de relatos del Ka-Tet-Corp donde dos de mis cuentos han sido incluidos. Siendo
una edición española era muy difícil adquirirla y ya me había resignado a la
satisfacción de saber que había sido publicado y que mis letras serían leídas.
Tengo
una amiga española a quien no tengo el placer de conocer personalmente, se
llama María Dorrego, Currutaca para los amigos, y la conocí a través del
mentado foro de Stephen King que
frecuento (www.ka-tet-corp.com),
lo que empezó como conversaciones sobre literatura pronto desembocó en una gran
amistad. Ella me ha brindado consejos, me ha puyado para que no abandone el
camino de la literatura y me ha animado en los momentos de mayores tristezas.
Pensé
que era un comportamiento especial para conmigo. Quizá –por alguna inexplicable
razón- le habían gustado mis cuentos o le había parecido simpático. Craso error
de mi parte, después, con un poco de celos incluido, habría de descubrir que su
maravillosa forma de ser no es única conmigo, que su dulzura la ofrece a todo
aquél que la necesite, que su generosidad y amabilidad es un privilegio del que
podamos contar todos aquellos que tengamos la inmensa fortuna de conocerla. (Y
que Adrián Granatto y George Valencia lo digan).
Pues
bien, y como ya habrán podido adivinar, María, Curru para los amigos, me envió
el libro con mis dos cuentos incluidos. Ha sido un detalle muy hermoso, un
gesto que no olvidaré jamás. Ver que mis letras estén impresas en un libro es
una emoción que difícilmente pueda ser equiparada, es un aliciente a seguir
escribiendo, una y otra vez hasta que las venas estén llenas de tinta o me
sangren las manos.
María,
estas letras no hacen justicia a lo que has hecho, pero quiero que sepas que
cuentas con un cariño inmenso, mi amistad infinita y mi agradecimiento eterno.
Después
de escribir estos párrafos he pensado que a pesar de los problemas, las
tristezas, los momentos de mandar todo a la mierda soy bastante afortunado.
Siempre he contado con buenos amigos: Personas
que me han enseñado, me han apoyado, han reído conmigo, me han leído y
corregido, se han burlado de mí y yo lo he hecho con ellos, me han regañado,
jalado las orejas, despertándome después de épocas de sequía, de letargo, de
querer volar sin mirar que los motores están dañados.
He
contado con amigos y amigas los cuales darían su vida por mí y por los cuales
yo haría lo mismo sin dudarlo. Algunos de ellos han desaparecido, se han alejado por los senderos que nos
ofrece la vida pero su voz, su presencia, sus enseñanzas nunca han sido
olvidadas; otros siguen a mi lado, haciendo de este trasegar un camino mucho
más amable , de los atardeceres crepúsculos hermosos y de las noches sin luna
estrellas que iluminan mi existencia.
A
mis amigos muchas gracias por existir y espero hacer por ustedes lo mismo que
han hecho por mí.
Palabras las tuyas, Tulio, muy sentidas, salidas desde muy adentro, que reflejan muy bien lo que es la amistad.
ResponderEliminarUna genia María, sin dudas.
¡Felicitaciones por tu publicación!
Saludos.