Ya
no te veré sentada a la vera de la ventana, con el reflejo del sol cayendo por
tu rostro y las pequeñas luminosidades iluminando tus iris oscuros veteándolos
con pequeñas partículas de color dorado,
no admiraré tu cabello negro cayendo como una cascada nocturna hacia el
infinito, ni tus piernas recogidas como si fueras una especie de felino
sigiloso mientras con la boca entreabierta repites de manera casi silenciosa
las palabras de un libro que admiras con deleite.
Los
demonios nunca duermen y los fantasmas son simplemente recuerdos que se
agazapan en nuestra alma esperando
ansiosos por salir a flote, casi siempre
en esas largas noches de insomnio,
cuando el universo parece dormitar y derivar de manera ciega y
empecinada a través de las estrellas. Es
en esos momentos en que leemos y escribimos aferrándonos a ese mundo limpio de
las letras, pretendiéndonos embarcar en esas aventuras y pensamientos
redactados por hombres y mujeres de cientos de lugares que vivieron y murieron antes que naciéramos,
pretendiendo hallar una respuesta que ellos buscaron durante sus efímeras vidas
con el mismo infructuoso resultado que tú y yo indagamos en sus almas y en su
soledad.
También
te ha ocurrido, ¿cierto? El levantarte a mitad de la noche, el creer escuchar
esa voz familiar que por tanto tiempo ha sido añorada, el sentir en tu piel el
eco de una caricia por la espalda que ya no existe, oler ese aroma que te hacía sentir segura, en casa,
pero que ya ha desaparecido por completo.
Despertarte y descubrir que la ausencia sigue presente y la cama vacía;
en esos momentos, supongo, te asomarás nuevamente a la ventana, sin ningún
propósito en específico, solamente contemplar las calles vacías y silenciosas,
mientras la luz de la luna te baña un poco más, a la vez que los segundos y horas pasan porque a pesar de
nuestros pensamientos, de los deseos autodestructivos que se repiten como un
eco lejano en la cabeza, el tiempo sigue avanzando sin volver la cabeza atrás.
¿Sabes?
Creo que la vida se compone de miles de
fragmentos irrepetibles, nuestras decisiones son las que guiarán la senda a
seguir. La mayoría de las veces tememos tomarlas, elegimos atarnos al pasado,
ceder ese control al dolor, a esa rabia silenciosa que nadie puede percibir
pero que nos desgarra por dentro… quien dijo que el amor y por consiguiente el
desamor –ambas caras de la misma moneda- no son capaces de matar se equivocaba,
lo hace, claro está, pero de manera cruel, en silencio y a largo plazo. Pretendes olvidarlo sumergiéndote en ese
mundo intelectual donde crees que no llegaran las voces y las memorias pero al
final siempre, y no importa lo que hagas, terminan hallándote.
Yo
también lo he hecho y lo hago a través de letras, de la construcciones de
cientos de mundos imaginarios –como éste-, donde edifico barreras y diques que pretenden
olvidar aquello que duele. Quizá mi mensaje llegué hasta alguien que pueda
sentirse identificado por lo que escribo o simplemente son letras muertas que
únicamente sirven para no acallar mis pensamientos. Lo único que tengo claro es
que debo escribir y escribir de manera testaruda, buscando un resquicio, una
respuesta que probablemente no exista.
A
pesar de ello, intento elegir acallar las voces del pasado, vivir en el
presente, en las memorias que construyo día tras día, quizá en una voz que me
devuelva la alegría, en tu mirada interrogativa y el recuerdo del tacto de tu
cuerpo en una noche donde hablamos hasta casi el amanecer.
Tu decisión
está tomada. Eres quien eres, para mí, serás quien eras. Seguirás junto a la
ventana mientras el sol te sigue bañando,
leyendo con las piernas recogidas y mirando a un horizonte infinito,
siempre lejana y ajena. Pero ya no te
veré.
YO TAMBIÉN LO HAGO PROTULS... ME SIENTO IDENTIFICADA!!!
ResponderEliminar