martes, 6 de octubre de 2015

Vamos a teatro: Vidas al borde de Álvaro Vanegas

Creo que ninguna película por maravillosa que sea podrá emular jamás la emoción que implica estar en una obra teatral. En ningún lugar como en éste, puedes sentir con tal intensidad la emoción y el nerviosismo previos a la gran función. Hay, desde luego, un telón, unas cortinas que esperan el momento oportuno para abrirse o un escenario aguardando la llegada de los actores, también están los espectadores quienes verán las miserias, los triunfos y desgracias de esos personajes como si fueran testigos indeseados, intrusos.

En Vidas al borde, escrita por Álvaro Vanegas y dirigida por Alejandro Aguilar, esta sensación incómoda pero a la vez morbosa de estar presentes en algo muy íntimo y privado se acrecienta. La situación es lo de menos, podría ser una charla de pareja, un grupo de personas que esperan bajo una parada de bus o una fiesta de cumpleaños como ocurre en esta ocasión. Nos adentramos poco a poco en esta celebración donde poco irán saliendo a luz los peores secretos de sus integrantes (y de qué manera)  y lo más abyecto y patético de la naturaleza humana.

Les juro que por más que intento recordar los nombres de los personajes no lo logro. No es porque no tengan fuerza y sean fácilmente olvidables, sino porque cada uno de ellas es un estereotipo que va más allá de su nombre, está el escritor fracasado, con poca personalidad y manipulado por su esposa, la arpía que pretende que todo sea perfecto a pesar que ese barco, su barco, hace mucho se hundió, la estrella de rock que vive de triunfos pasados, el petulante pedante y estúpido al que provoca darle un par –o muchos más- golpes, el homosexual y la lujuriosa alcohólica.

Ante estos personajes hubiera sido muy sencillo caer en el cliché barato, en el humor sencillo, pero tanto el guión, como la dirección y la estupenda actuación del reparto evitan esto. Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos caído en algunos de estos estereotipos, hemos sido el ebrio insoportable, el pedante hijo-de-puta, la arpía severa de doble moral o esa persona que vive su vida a pesar de ser juzgada por ello y la obra lo refleja a la perfección, sin exageraciones, sin burlas, a pesar que Vidas al borde, entraría en la categoría de humor negro.

Las conversaciones y situaciones son perfectamente creíbles y creo que más de uno hemos estado presentes en este tipo de fiestas donde las cosas se salen de control, quizá ciertas acciones sean un poco exageradas pero creo que precisamente la magia del teatro es manipular de cierta forma la realidad para darle énfasis a ciertas temáticas.

Como dije anteriormente, las actuaciones son destacables. Cada uno de los actores y actrices se meten por completo en la piel de sus personajes y dejan el alma en ello. Hay además ciertos elementos externos bastante recursivos dentro de la obra que le da mayor fuerza a su papel (uno de ellos podría ser que en cierto momento todas las luces se apagan y ellos se alumbran a la cara mientras hacen un monólogo).

Debo decir, y creo que ha quedado claro con los párrafos anteriores, que la obra me ha encantado. Me ha gustado la trama, la dirección, las actuaciones, esa magia que se respira a borbotones en el Teatro Cámara….vayan a verla, les aseguro que no se arrepentirán, después de todo ¿qué sería lo peor que podría pasar en este cumpleaños?





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