Si la Cenicienta hubiera
nacido en esta época, el Príncipe Azul se habría evitado la correría por todo
el reino en busca de la misteriosa dueña de la zapatilla de cristal, seguramente le
habría tomado una foto a la misteriosa mujer y alguien la habría etiquetado
haciendo más fácil la parte de comer perdices; Romeo y Julieta habrían chateado
por Whatsapp un par de días antes de aburrirse y terminado evitando así varias
muertes en Verona, y La Bella y la
Bestia se habrían dado match en Tínder por sus gustos en común y las fotos de
la biblioteca del peludo.
La tecnología ha cambiado
para bien y para mal nuestra concepción del mundo. Todo lo que percibimos,
sabemos y conocemos está en gran parte supeditado al amplio, casi infinito
mundo de la red. La información que antes se demoraba días y semanas en llegar
a nuestras manos ahora la tenemos al alcance de un tweet o un post de Facebook.
La aldea global que predijo Marshall McLuhan se llevó a cabo en mucho menos
tiempo de lo esperado y el mundo está justo al alcance de nuestras manos.
El romance no podía ser
ajeno a este fenómeno, ya que el amor siempre se ha aprovechado de las
tecnologías para poder expresarse, así como pasamos de las cartas que Cyrano de
Bergerac le escribía a su amada, hasta los telegramas que Florentino Ariza le
mandaba a Fermina Daza en El amor en los tiempos del Cólera de Gabriel García
Márquez.
Es así como los enamorados
han encontrado en las redes sociales y en la tecnología una forma de consolidar
sus relaciones. Aquellas parejas que por razones del destino se encuentran
lejos, en diferentes ciudades o continentes no tienen que hacer el viaje de
varias semanas para saber de su amada como lo hizo Efraín al ir a ver a su
adorada María (novela de Jorge Isaacs para más de un despistado) sino que con
una simple llamada de Skype puede ver fresco y lozano el rostro de su amada.
Pero incluso no hay que
estar separados a miles de kilómetros de distancia para usar la tecnología en
las lides amorosas. Si una pareja no puede verse por uno o varios días siempre
estará la opción del whatsapp para saber cómo se encuentra. Hay mensajes de
voz, llamadas por el facetime, mensajes directos por el twitter o por snapchat
para todos los gustos y sabores. Incluso hay aplicaciones donde los novios
pueden darse regalos ya sean virtuales y reales.
Sin embargo no todos son ríos de miel y leche como dicen en la biblia en este paraíso de romance virtual. La tecnología nos ha facilitado tanto la vida que en cierto sentido nos ha vuelto perezosos, lo que antes nos esforzábamos en conseguir, ahora lo hacemos en un par de segundos sin ninguna dificultad, puedo hablar por ejemplo de películas, series y libros sólo por mencionar algunos.
El campo que hoy nos ocupa
no es la excepción. Hay aplicaciones como Tínder donde el amor –o por lo menos
el deseo- se tiene al alcance de un clic. Es sencillo: Ves fotos del sexo
opuesto, le das Me gusta a una persona que te haya llamado la atención y
esperas ser correspondido para entablar una conversación. A primera vista se ve
sencillo y práctico, pero me parece que en este tipo de aplicaciones falta lo
primordial: ¡La presencia humana! Una foto nunca podrá compararse con la primera
impresión de una persona que nos atrae, el tono de su voz, el olor que emana o
la profundidad de unos ojos en vivo y en directo. Algunos dirán que sí hay una
química virtual estas personas podrán conocerse y experimentarlo, pero habrán
perdido un poco la magia de ese primer encuentro sin antecedentes ni
prevenciones.
Ahora bien, en el campo de
las parejas establecidas la situación tampoco es tan sencilla. Las parejas se
han vuelto perezosas. Los hombres ahora mandan detalles virtuales, flores
compuestas por píxeles, mensajes de voz en vez de encuentros reales y hasta hay
casos donde uno de los dos termina la relación por un mensaje de whatsapp. Se
ha perdido un poco el detalle, el factor sorpresa, un ramo de flores reales en
la oficina, una salida a comer donde el celular y la tableta no existan por
unas horas.
No digo que la tecnología
sea mala para conseguir o mantener el amor. Es simplemente una herramienta que
está a nuestro servicio y que está a nuestra mano convertirla en una gran ayuda
o volvernos unos esclavos sin cerebro ni ideas de ella.
Una última anécdota sobre el
amor y la tecnología. Una amiga abrió una cuenta en LinkedIn, la red social que
permite establecer contactos laborales. A su cuenta le llegó un mensaje de un
inglés el cual le decía que se había enamorado con locura de ella y que no veía
la hora de llevársela a su natal Inglaterra para casarse con ella y tratarla
‘como una reina’, aparte de describirse cual currículum laboral, fulanito
inglés anexo un par de fotos de su anatomía (que por su contenido no se pueden
publicar en este prestigioso medio)…mi amiga desde luego bloqueó al Mr de su
cuenta, pero no dejó de preguntarme si tal vez haya una Mrs para este Casanova
digital y puedan tener un final feliz….que quepa en los 140 caracteres
obligatorios de twitter.
Nota publicada en el Periódico Al Derecho (Periódico de la Facultad de derecho de la Universidad de los Andes): https://www.facebook.com/periodicoAlderecho
Nota publicada en el Periódico Al Derecho (Periódico de la Facultad de derecho de la Universidad de los Andes): https://www.facebook.com/periodicoAlderecho
Hola Tulio.
ResponderEliminarPaso del espacio de Rodolfo, me parece unteresante y paso a leer el resto.
Cierto que la tecnología avanza, abre nuevos caminos, se puede uno enamorar del sentimiento en letras, o de una foto.
Pero también existen datos engaños y nada mejor que realidad natural por lenta y cruda que sea.
Muy interesante para meditar de como usamos la tecnología, sin tener sobresalto, o daño alguno, moral y físico.
Muy buen artículo, gracias.
Con tu permiso me quedo y te dejo este enlace, también va de alor pero diferente.
http://ambaringles.blogspot.co.uk/2016/03/loca-si.html
Un abrazo.
Ambar
Perdón.
ResponderEliminarMis dedos danzan y van a las teclas que no deben.
unteresante, engaños, alor
INTERESANTE, ENGAÑOSOS, AMOR.
Ambar
Muy interesante, estamos en un mundo con prisas, se obtienen resultados muy rápidos gracias a las nuevas tecnologías, el mundo y las relaciones personales cambian, no sé si para bien ;)
ResponderEliminarEl amor en un tweet, un like o un emoticón. Qué práctico se volvió amar pero frágil en todo caso, ya el número de amigos o tus comentarios se vuelven pruebas de divorcio. Que delgada está la cuerda que antes se ataba a través de cartas, largas llamadas, caminatas. Por eso es más fácil que se rompan las relaciones en este siglo, porque el amor desde la virtualidad pierde su sentido, ya no somos la generación de las caricias, ni siquiera de mirarse a los ojos. El amor debe aferrarse al sentido humano de conexión de los abrazos y de reír no a través de un teléfono o una video llamada, sino de reír juntos en la misma calle, respirando el mismo aire. Yo propongo recuperar el amor a la vieja usanza sin intermediarios tecnológicos, salir a la calle y enamorarse perdidamente de unos ojos, de una sonrisa o de una buena conversación.
ResponderEliminarMe encantó tu artículo TulioFer!