martes, 4 de octubre de 2016

Colombia, el extraño caso del doctor Jeckyll y el señor Hyde


La mañana del 2 de octubre de 2016, Colombia amaneció bajo un cielo lleno de tormentas como un profetizando lo que ocurriría más tarde, una especie de presagio oscuro como el sueño de Santiago Nassar el día que lo iban a matar en Crónica de una muerte anunciada. A las cinco de la tarde se conocieron los resultados, el país le dio la espalda al plebiscito de los acuerdos realizados durante cuatro años en La Habana con las Farc, las banderas blancas se recogieron y la esperanza en acabar de una vez por todas con un conflicto que lleva más de medio siglo se vieron momentáneamente insatisfechas.

Puede decirse mucho de las causas del triunfo del NO en esta fecha histórica: Que el gobierno del presidente Santos estaba tan convencida de su triunfo que minimizaron a sus detractores y no actuaron con mayor diligencia, que muchos de quienes votaron negativamente ni siquiera lo hicieron por lo que significaban los acuerdos sino en contra de este gobierno por razones que no tenían nada que ver  como el matrimonio igualitario, la implementación de Uber o la adopción homosexual, que una gran parte del país fue incapaz de mirar hacia el futuro y cansados de décadas de barbarie de la guerrilla prefirieron quedarse con un discurso de odio y rencor por actos pasados y que la desinformación y el miedo jugaron un papel preponderante en estas elecciones.

Causa mucha tristeza que muchas regiones rurales donde la guerra ha estado presente durante años, donde la sangre y los muertos anegan sus campos decidieron dar una oportunidad de perdón y reconciliación y en grandes ciudades donde se vive prácticamente en una burbuja se arenga contra esto.

La mayoría de quienes están con el NO afirman con vehemencia que no están contra la paz sino contra esos acuerdos. Dicen que estos buscan impunidad para los crímenes de la guerrilla y se horrorizan con que un grupo guerrillero tenga participación política. Parecen olvidar que precisamente la falta de oportunidad e inclusión política fue la que dio origen a estos grupos. Peor aún, estas personas parecen no ser conscientes que se estaban realizando diálogos con este grupo porque el Estado (y los diferentes gobiernos incluyendo los ocho años de Álvaro Uribe) fue incapaz de derrotarlo por la vía armada y creen que lo que se estaba imponiendo eran condiciones de guerra a un grupo vencido militarmente cuando claramente no es así.

Empecemos por su discurso, todos hablan de las Farc como criminales y  terroristas, piden un castigo ejemplar para ellos y claman con que paguen con cárcel por sus acciones. Y no, no olvido los secuestros, los asesinatos a sangre fría, las vacunas y las bombas, pero si estamos dispuestos a una negociación son muchas las cosas en las que se deben ceder para lograrlo. Los procesos históricos en el mundo demuestran eso, las mismas Farc lo hicieron en en muchas de sus pretensiones en los acuerdos a los que habían llegado y la verdad no creo que ellas estén dispuestas a acceder a irse a la cárcel y no tener participación política cuando es uno de los motivos de su existencia. Yo por lo menos no lo haría.

Creo que se desaprovechó una oportunidad histórica por un cambio de mentalidad y de espíritu en el país y a pesar de las palabras llamando a la calma de todas las partes este proceso está gravemente herido y puede caerse en cualquier momento. Espero estar equivocado.

Más allá de todo esto hay un factor que me preocupa. Vivimos en un país profundamente dividido y polarizado. Como se vieron en estas elecciones no hubo un ganador definitivo, casi se habla de un 50% en cada bando y el NO ganó apenas por 60.000 votos, eso sin contar con la inmensa abstención (la mayoría de la población) quienes al parecer solo son colombianos cuando juega la selección de fútbol, se ganan medallas en los olímpicos o reaccionan furiosos cuando algún extranjero habla mal del país.

Con las elecciones queda demostrado que este sigue siendo un país conservador y de derecha. Colombia es una especie de Doctor Jeckyll y Mr Hyde, donde una mitad de la población busca un cambio social por medio de la inclusión y la igualdad mientras la otra sigue con el pensamiento de mediados del siglo pasado, donde cree que el país debe ser regido por preceptos religiosos, donde aparecen y se enaltecen figuras mesiánicas como Uribe,  donde al que no piensa como ellos debe ser eliminado, donde los homosexuales son poco menos que parias, la mujer no puede decidir sobre su cuerpo si va en contra de lo que está en la biblia, donde predomina un pensamiento clasista  y racista (siempre encubierto con doble moral) y donde ellos son los buenos y el diferente el malo.

Ha sido este pensamiento precisamente el que creo fenómenos como la guerrilla y La Violencia. El radicalismo que en el pasado  se expresó en gritos de Viva el partido Liberal o Conservador y generó el desplazamiento y la barbarie que a día de hoy estamos pagando y que de no corregir el rumbo estaremos dispuestos a repetir nuevamente en un ciclo donde los asesinatos seguirán ocurriendo una y otra vez y donde solo se cambiaran los protagonistas.

Y sin embargo no se puede obviar que ellos también son Colombia. Si algo demostró el fracaso de este plebiscito es que no se pueden obviar a estas seis millones de personas y su pensamiento. Ellos también tienen derecho a expresarse y participar en el futuro del país en el que viven, pero me aterra su discurso, su falta de argumentos y su radicalismo ciego. Quizá cuando hablamos de diálogo y negociaciones no debamos referirnos solamente a un grupo armado rebelde sino también a nuestro vecino, a quien no piensa como nosotros y llegar a acuerdos donde todos debamos ceder un poco y solo así, tal vez empezar a vislumbrar un nuevo país.


Twitter: @tuliofer69



4 comentarios:

  1. Visto en la distancia, parece que la influencia del anterior presidente ha tenido importancia, que no se han tenido en cuenta las víctimas y que se les hacían demasiadas concesiones a las farc. La paz todo lo vale, pero no todo el mundo la valora igual.
    Un saludo.

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  2. Sergio Ocampo Madrid6 de octubre de 2016, 22:37

    Muy buena columna, centrada, precisa, contextualizada. Un ejercicio de la inteligencia y la ecuanimidad. Qué lástima esta oportundiad que se nos está escapando.

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  3. Es dificil que eso pase, todavía nos hace falta mucha educación con respecto a la política y una capacidad intelectual mayor para entender que a veces hay que sentarse a hablar y no echarse bala para entenderse y hacer las cosas mejor.

    Hace tiempo no me pasaba por acá, no se si me recuerdas. Por ahí dejé una entrada en mi blog depués de dos años. Un abrazo.

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    1. Qué alegría verte por acá nuevamente. Claro que te recuerdo y me da mucha felicidad que me leas. He estado leyendo tu blog, pronto te dejo un comentario en él. Un abrazo gigante y espero todo siga bien.

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