miércoles, 25 de abril de 2012

Sin camisa de fuerza




“Yo no sufro de locura,
La disfruto a cada minuto”

Les Luthiers


Mucho se ha dicho con respecto a la locura. Se han escrito libros, ensayos,  fórmulas médicas y siquiátricas, se ha intentado estudiarla desde todos los ámbitos conocidos;  incluso, algunos científicos han intentado comprenderla internándose en manicomios. Los resultados en estos casos han sido, ciertamente, infructuosos: los doctores han salido con daños cerebrales severos e irreversibles, terminando la mayoría, trabajando como guionistas en Hollywood.

Yo me pregunto ¿Cuál es aquella fascinación que ejerce la locura sobre la gente racional? ¿Cómo puede interesarse alguien en esta enfermedad donde las personas viven en un mundo de fantasía? En donde no existen las responsabilidades, donde no hay gobierno, ni tráfico, ni impuestos, ni la hija mayor llora porque es tan fea que nadie la saca a bailar o al hijo menor lo acaban de echar del sexto colegio consecutivo por bruto, mientras que la mujer se queja porque el esposo escribe columnas científicas en vez de aportar para pagar las cuentas de la casa. En un mundo donde el director del hospital no me llama, digo, no llama a cualquiera  para decirle ‘vemos con preocupación que el 99% de sus pacientes se quieren suicidar….y digo con preocupación, porque eran pacientes que solo venían a un examen de la vista’ a lo que el doctor, quien sea que fuere, pudo haber dicho: ‘Pero ¿qué pasó con ese 1%  que no se quiso suicidar?’ a lo que el director del hospital pudo responder, ‘Doctor, ese paciente era sordo’.

Pero dejemos de lado esos ejemplos hipotéticos, y volvamos a la pregunta ¿Es preferible vivir en un mundo de demencia e  inconsciencia que a un mundo cuerdo  en donde los guías espirituales son Lady Gaga, Uwe Boll,  George Bush, Stephanie Meyer y  Paulo Coelho?

Para dilucidarlo he decidido indagar  en las aguas cenagosas y complejas de la locura, diré que  no pude sumergirme por completo pues había marea baja, pero quisiera compartir con Ustedes algunas historias de locos famosos.


Un perro en la antigua Grecia

En la antigua Grecia, en donde los dioses no tenían problemas en andar disfrazándose de animales para poder conquistar mujeres y donde, por regla general los hombres debían tener descendencia con su madre mientras asesinaban a su padre o asesinando a su madre para folgar con su padre, habría de nacer un hombre que asombraría a esta caterva de degenerados y libidinosos.

Su nombre era Diógenes y era  filósofo, que era el modo elegante de referirse a aquellas personas que se dedicaban a vagabundear  sin hacer nada productivo. Él se ganó el apelativo de cínico, que en griego quiere decir ‘perro’, debido a que se comportaba como uno más de ellos, ladrándoles y corriendo en cuatro patas detrás de un hueso. Por desgracia, los perros nunca le entendieron al filósofo ya que no sabían griego.

Si bien al principio fue un hombre respetado y admirado, ¿Por que qué podían criticarle los ciudadanos de una nación cuya historia patria  con sus dioses, musas, ninfas y monstruos se asemeja más a una telenovela mexicana que a una nación, a un tipo que ladra y ruñe huesos?, muy pronto su estrella fue decayendo y extinguiéndose, siendo la principal causa de esto que al filósofo  empezó  a morder las canillas de los carteros griegos y a olerle la entrepierna a las mujeres de los reyes y hombres importantes.

Triste fue el destino del pobre cínico. Lo confinaron a la perrera municipal de Atenas  y lo ejecutaron por accidente cuando por políticas de la ciudad se sacrificaron a todos los canes callejeros. Se enterró a Diógenes con los demás animales del centro y fue llorado, muy llorado, por las pulgas que habitaban en su cuerpo.


De príncipes y escritores

Más conocido aún, es el caso del príncipe danés –que ojo, no es de Danesia como llegué a pensar en un principio sino de Dinamarca- Hamlet, quien asesinó a su madre, a su tío, al chambelán del reino, a sus hijos y a su novia, diciendo obedecer mandatos de su padre ya fallecido; como quien dice, una tragedia griega pero sin dioses libidinosos acechando.

En el proceso seguido por la justicia danesa, en el archivo 00000000000000000069, se acusó al joven príncipe de regicidio, reinacidio, chambelacidio y hasta de perricidio pues el can de la corte, un Gran Danés  llamado  Fritz, murió de horror al contemplar la  espantosa escena.

En el juicio, Hamlet expuso sus argumentos. Según él, el fantasma de su padre se le había aparecido para confesarle que había sido asesinado por su esposa y su hermano. La voz fue quien planeó todos los asesinatos, y si alguien debía ser encarcelado por los crímenes debía de ser su progenitor ya muerto.

Ante el tribunal pasaron varios testigos los cuales afirmaron que el príncipe vagaba todas las noches mientras le hablaba a un cráneo y declamaba a todo pulmón:`Ser o no ser, esa es la cuestión’.

Las autoridades escandalizadas, internaron al pobre hombre en un centro de reclusión llamado ‘El príncipe feliz’, con tan mala suerte que este escapó y nada más se volvió a saber de él. Se rumora que el ex príncipe huyo hacia Inglaterra donde fue acogido por un periodista amarillista de nombre William a quien le contó su historia y fue adaptada al teatro, llenándose ambos de montañas de oro.

Caso similar ocurrió con un novelista español de apellido Cervantes y al que le decían el ‘manco’. Dicho novelista hizo crónicas muy vividas de cierto caballero andante y de su escudero.

El manco, siguió la ruta del caballero por toda España hasta que este enfermó y posteriormente murió, luego de lo cual el escritor publicó todas sus hazañas en dos voluminosos volúmenes los cuales han sido estudiados por eruditos y resumidos en textos de diez páginas ilustradas por mercenarios literarios, para el entendimientos de los estudiantes vagos que tienen para el día siguiente examen de dicha novela y no la han leído.

El relato cuenta la historia de cómo dicho hidalgo, veía gigantes en donde debía haber molinos; ejércitos en donde debía haber corderos y castillos reales en donde debían haber posadas humildes.

Las autoridades civiles y eclesiásticas se escandalizaron con dicho manuscrito y dos años después de su publicación, cuando por fin pudieron terminar la lectura de ambos tomos, apresaron al señor Cervantes.

El escritor fue rápidamente encarcelado y confinado a un sanatorio en Cádiz en donde presumiblemente murió. Las autoridades nunca lograron comprender como dicho hombre podía ver molinos de viento donde efectivamente había amenazadores gigantes o  carneros en el lugar de dos temibles ejércitos o confundir a la hermosa doncella del Toboso con una pastora.


Bienvenidos a la modernidad

Quisiera presentarles a continuación dos casos representativos de esta loca modernidad.
El primero de ellos es el profesor G., quien fungía como doctor en una reputada clínica alemana. Tenía dicho doctor la costumbre oprobiosa de llamar a las líneas mal llamadas ‘calientes’, en donde pagaba por tener sexo telefónico (costumbre, me imagino, practicada de manera frecuente por los depravados dioses griegos)

En cierta ocasión, el doctor no marcó, como era habitual, la línea 11111211, perteneciente  al negocio sexual que frecuentaba, sino que en cambio marcó la 11111121 que era la de la Arquidiócesis de Leipzig. La llamada fue contestada por el señor Obispo a quien debido al delicado timbre de voz se le conocía como ‘La Flauta’.

El doctor G, confundiendo al hombre de Dios con una de sus muchachas, comenzó una apasionada conversación. Cómo sería el contenido de la misma, llena de frases sicalípticas y lujuriosas que el señor Obispo quedó en shock y fruto de esa conversación murió tan solo treinta años después.

El doctor fue enviado a un manicomio para descansar su mente calenturienta, en dicho lugar hizo nuevos descubrimientos y los aplicó en las enfermeras que lo atendían, las cuales al poco tiempo se peleaban por atender al paciente. Finalmente, al año fue dejado en libertad e hizo pública su revelación, desde ese momento, el punto G, vuelve locas, por así decirlo,  a las mujeres.

El último caso es también el más peligroso de todos...al paciente a quien llamaré Jorgito Arbusto, se le diagnosticó locura esquizofrénica ansiosa paranoica y en él se descubrieron nuevos complejos y traumas.

Cuando era niño, Jorgito escuchaba voces en su cabeza y pensaba que sus pequeños amiguitos pensaban atacarlo, querían robarle y hasta matarle. Tenía además, complejo de inferioridad, era racista, homofóbico, xenófobo y estúpido.

Cuando creció, los médicos vieron que  estos síntomas se habían agravado a niveles extremos, su mirada abstracta llena de helio, fascinaba a los doctores, quienes pidieron a Washington permiso para practicarle una lobotomía, el cual para desgracia de todos, fue denegado.

  El joven Arbusto, quebró cuanta empresa estuvo a su alcance, era ignorante, torpe, grosero y altanero: el típico gringo promedio. Por eso no sorprendió a nadie cuando fue electo presidente de su país.

En ese momento fue cuando le pudo dar rienda suelta a toda su  locura y paranoia, invadiendo países lejanos en búsqueda de cosas que nunca habían existido. Como todo loco que incursiona en el mundo de la política su nombre ha quedado grabado con letras mayúsculas en la historia.


Conclusiones

En algún momento  de mi vida quise escapar hacia otros mundos, hacia otras realidades diferentes a la mía, quise experimentar la locura.

Debo confesarles que fracasé rotundamente. Cuando me comporté como un perro, me llevaron a una perrera y me pusieron un collar anti pulgas, luego de lo cual me soltaron; quise escribir un libro completamente sin sentido y me gané varios premios literarios; por desgracia puedo querer ser loco pero a diferencia de los periodistas y abogados aun tengo escrúpulos por lo que prefiero evitar el camino de la política.

Mientras escribo esto, mi hija ha roto los platos, llorando porque nadie la ha invitado a una fiesta, mi mujer no deja de gritarme que soy un inútil y que no se sabe por qué se casó conmigo, y mi hijo me trae la nota de expulsión de su séptimo colegio. Una voz en mi cabeza me dice que tal vez debo seguir el ejemplo del joven Hamlet y ya sea que me condenen a un manicomio o una prisión, de seguro estaré mucho mejor que en este lugar.

La canción de la semana, ‘Fiesta de locos’ de Calle 13:


2 comentarios:

  1. jakjakjakjakjaka qué locura de texto, me divertí bastante leyéndolo--aunque si es verdad lo de tu mujer, tu hija, tu hijo y tu perro, te puedo recomendar un manicomio. Atienden el punto V, leen en voz alta y el silencio es el big boss.

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  2. Andrés: Gracias por el comentario....si te he sacado una sonrisa, entonces ¡objetivo logrado! En cuanto a la familia mandé a la mujer de vacaciones a Racoon City y a los muchachos a un pueblo tranquilo conocido como Silent Hill :D

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