“Yo no sufro de locura,
La disfruto a cada minuto”
Les Luthiers
Mucho se ha dicho con respecto a la
locura. Se han escrito libros, ensayos,
fórmulas médicas y siquiátricas, se ha intentado estudiarla desde todos
los ámbitos conocidos; incluso, algunos
científicos han intentado comprenderla internándose en manicomios. Los
resultados en estos casos han sido, ciertamente, infructuosos: los doctores han
salido con daños cerebrales severos e irreversibles, terminando la mayoría, trabajando
como guionistas en Hollywood.
Yo me pregunto ¿Cuál es aquella
fascinación que ejerce la locura sobre la gente racional? ¿Cómo puede
interesarse alguien en esta enfermedad donde las personas viven en un mundo de
fantasía? En donde no existen las responsabilidades, donde no hay gobierno, ni
tráfico, ni impuestos, ni la hija mayor llora porque es tan fea que nadie la
saca a bailar o al hijo menor lo acaban de echar del sexto colegio consecutivo
por bruto, mientras que la mujer se queja porque el esposo escribe columnas
científicas en vez de aportar para pagar las cuentas de la casa. En un mundo donde
el director del hospital no me llama, digo, no llama a cualquiera para decirle ‘vemos con preocupación que el 99% de sus pacientes se quieren
suicidar….y digo con preocupación, porque eran pacientes que solo venían a un
examen de la vista’ a lo que el doctor, quien sea que fuere, pudo haber dicho:
‘Pero ¿qué pasó con ese 1% que no se quiso suicidar?’ a lo que el
director del hospital pudo responder, ‘Doctor,
ese paciente era sordo’.
Pero dejemos de lado esos ejemplos
hipotéticos, y volvamos a la pregunta ¿Es preferible vivir en un mundo de demencia
e inconsciencia que a un mundo cuerdo en donde los guías espirituales son Lady Gaga,
Uwe Boll, George Bush, Stephanie Meyer
y Paulo Coelho?
Para dilucidarlo he decidido indagar
en las aguas cenagosas y complejas de la
locura, diré que no pude sumergirme por
completo pues había marea baja, pero quisiera compartir con Ustedes algunas
historias de locos famosos.
Un perro en la antigua Grecia
En la antigua Grecia, en donde los
dioses no tenían problemas en andar disfrazándose de animales para poder
conquistar mujeres y donde, por regla general los hombres debían tener
descendencia con su madre mientras asesinaban a su padre o asesinando a su
madre para folgar con su padre, habría de nacer un hombre que asombraría a esta
caterva de degenerados y libidinosos.
Su nombre era Diógenes y era filósofo, que era el modo elegante de
referirse a aquellas personas que se dedicaban a vagabundear sin hacer nada productivo. Él se ganó el
apelativo de cínico, que en griego quiere decir ‘perro’, debido a que se
comportaba como uno más de ellos, ladrándoles y corriendo en cuatro patas detrás
de un hueso. Por desgracia, los perros nunca le entendieron al filósofo ya que
no sabían griego.
Si bien al principio fue un hombre
respetado y admirado, ¿Por que qué podían criticarle los ciudadanos de una
nación cuya historia patria con sus
dioses, musas, ninfas y monstruos se asemeja más a una telenovela mexicana que
a una nación, a un tipo que ladra y ruñe huesos?, muy pronto su estrella fue
decayendo y extinguiéndose, siendo la principal causa de esto que al filósofo empezó
a morder las canillas de los carteros griegos y a olerle la entrepierna
a las mujeres de los reyes y hombres importantes.
Triste fue el destino del pobre
cínico. Lo confinaron a la perrera municipal de Atenas y lo ejecutaron por accidente cuando por
políticas de la ciudad se sacrificaron a todos los canes callejeros. Se enterró
a Diógenes con los demás animales del centro y fue llorado, muy llorado, por
las pulgas que habitaban en su cuerpo.
De príncipes y escritores
Más conocido aún, es el caso del
príncipe danés –que ojo, no es de Danesia como llegué a pensar en un principio
sino de Dinamarca- Hamlet, quien asesinó a su madre, a su tío, al chambelán del
reino, a sus hijos y a su novia, diciendo obedecer mandatos de su padre ya
fallecido; como quien dice, una tragedia griega pero sin dioses libidinosos
acechando.
En el proceso seguido por la
justicia danesa, en el archivo 00000000000000000069, se acusó al joven príncipe
de regicidio, reinacidio, chambelacidio y hasta de perricidio pues el can de la
corte, un Gran Danés llamado Fritz, murió de horror al contemplar la espantosa escena.
En el juicio, Hamlet expuso sus
argumentos. Según él, el fantasma de su padre se le había aparecido para
confesarle que había sido asesinado por su esposa y su hermano. La voz fue quien
planeó todos los asesinatos, y si alguien debía ser encarcelado por los
crímenes debía de ser su progenitor ya muerto.
Ante el tribunal pasaron varios
testigos los cuales afirmaron que el príncipe vagaba todas las noches mientras
le hablaba a un cráneo y declamaba a todo pulmón:`Ser o no ser, esa es la
cuestión’.
Las autoridades escandalizadas,
internaron al pobre hombre en un centro de reclusión llamado ‘El príncipe
feliz’, con tan mala suerte que este escapó y nada más se volvió a saber de él.
Se rumora que el ex príncipe huyo hacia Inglaterra donde fue acogido por un
periodista amarillista de nombre William a quien le contó su historia y fue
adaptada al teatro, llenándose ambos de montañas de oro.
Caso similar ocurrió con un
novelista español de apellido Cervantes y al que le decían el ‘manco’. Dicho
novelista hizo crónicas muy vividas de cierto caballero andante y de su
escudero.
El manco, siguió la ruta del
caballero por toda España hasta que este enfermó y posteriormente murió, luego
de lo cual el escritor publicó todas sus hazañas en dos voluminosos volúmenes
los cuales han sido estudiados por eruditos y resumidos en textos de diez
páginas ilustradas por mercenarios literarios, para el entendimientos de los
estudiantes vagos que tienen para el día siguiente examen de dicha novela y no
la han leído.
El relato cuenta la historia de cómo
dicho hidalgo, veía gigantes en donde debía haber molinos; ejércitos en donde
debía haber corderos y castillos reales en donde debían haber posadas humildes.
Las autoridades civiles y
eclesiásticas se escandalizaron con dicho manuscrito y dos años después de su
publicación, cuando por fin pudieron terminar la lectura de ambos tomos,
apresaron al señor Cervantes.
El escritor fue rápidamente
encarcelado y confinado a un sanatorio en Cádiz en donde presumiblemente murió.
Las autoridades nunca lograron comprender como dicho hombre podía ver molinos
de viento donde efectivamente había amenazadores gigantes o carneros en el lugar de dos temibles ejércitos
o confundir a la hermosa doncella del Toboso con una pastora.
Bienvenidos a la modernidad
Quisiera presentarles a continuación
dos casos representativos de esta loca modernidad.
El primero de ellos es el profesor
G., quien fungía como doctor en una reputada clínica alemana. Tenía dicho
doctor la costumbre oprobiosa de llamar a las líneas mal llamadas ‘calientes’,
en donde pagaba por tener sexo telefónico (costumbre, me imagino, practicada de
manera frecuente por los depravados dioses griegos)
En cierta ocasión, el doctor no
marcó, como era habitual, la línea 11111211, perteneciente al negocio sexual que frecuentaba, sino que
en cambio marcó la 11111121 que era la de la Arquidiócesis de
Leipzig. La llamada fue contestada por el señor Obispo a quien debido al
delicado timbre de voz se le conocía como ‘La Flauta ’.
El doctor G, confundiendo al hombre
de Dios con una de sus muchachas, comenzó una apasionada conversación. Cómo
sería el contenido de la misma, llena de frases sicalípticas y lujuriosas que
el señor Obispo quedó en shock y fruto de esa conversación murió tan solo
treinta años después.
El doctor fue enviado a un manicomio
para descansar su mente calenturienta, en dicho lugar hizo nuevos
descubrimientos y los aplicó en las enfermeras que lo atendían, las cuales al
poco tiempo se peleaban por atender al paciente. Finalmente, al año fue dejado
en libertad e hizo pública su revelación, desde ese momento, el punto G, vuelve
locas, por así decirlo, a las mujeres.
El último caso es también el más
peligroso de todos...al paciente a quien llamaré Jorgito Arbusto, se le
diagnosticó locura esquizofrénica ansiosa paranoica y en él se descubrieron
nuevos complejos y traumas.
Cuando era niño, Jorgito escuchaba
voces en su cabeza y pensaba que sus pequeños amiguitos pensaban atacarlo,
querían robarle y hasta matarle. Tenía además, complejo de inferioridad, era
racista, homofóbico, xenófobo y estúpido.
Cuando creció, los médicos vieron
que estos síntomas se habían agravado a
niveles extremos, su mirada abstracta llena de helio, fascinaba a los doctores,
quienes pidieron a Washington permiso para practicarle una lobotomía, el cual
para desgracia de todos, fue denegado.
El joven Arbusto, quebró cuanta empresa estuvo a su alcance, era ignorante,
torpe, grosero y altanero: el típico gringo promedio. Por eso no sorprendió a
nadie cuando fue electo presidente de su país.
En ese momento fue cuando le pudo
dar rienda suelta a toda su locura y
paranoia, invadiendo países lejanos en búsqueda de cosas que nunca habían existido.
Como todo loco que incursiona en el mundo de la política su nombre ha quedado
grabado con letras mayúsculas en la historia.
Conclusiones
En algún momento de mi vida quise escapar hacia otros mundos,
hacia otras realidades diferentes a la mía, quise experimentar la locura.
Debo confesarles que fracasé rotundamente.
Cuando me comporté como un perro, me llevaron a una perrera y me pusieron un
collar anti pulgas, luego de lo cual me soltaron; quise escribir un libro
completamente sin sentido y me gané varios premios literarios; por desgracia
puedo querer ser loco pero a diferencia de los periodistas y abogados aun tengo
escrúpulos por lo que prefiero evitar el camino de la política.
Mientras escribo esto, mi hija ha
roto los platos, llorando porque nadie la ha invitado a una fiesta, mi mujer no
deja de gritarme que soy un inútil y que no se sabe por qué se casó conmigo, y
mi hijo me trae la nota de expulsión de su séptimo colegio. Una voz en mi
cabeza me dice que tal vez debo seguir el ejemplo del joven Hamlet y ya sea que
me condenen a un manicomio o una prisión, de seguro estaré mucho mejor que en
este lugar.
La canción de la semana, ‘Fiesta de
locos’ de Calle 13:
jakjakjakjakjaka qué locura de texto, me divertí bastante leyéndolo--aunque si es verdad lo de tu mujer, tu hija, tu hijo y tu perro, te puedo recomendar un manicomio. Atienden el punto V, leen en voz alta y el silencio es el big boss.
ResponderEliminarAndrés: Gracias por el comentario....si te he sacado una sonrisa, entonces ¡objetivo logrado! En cuanto a la familia mandé a la mujer de vacaciones a Racoon City y a los muchachos a un pueblo tranquilo conocido como Silent Hill :D
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