viernes, 14 de septiembre de 2012

Caminante


El caminante contempló el paisaje.
Al frente, el sendero,
el camino que no existe
la nada eterna y sublime.
Atrás los pasos perdidos
construidos con sangre, lágrimas y recuerdos.

Caminante se detiene y otea el paisaje.
Duda sobre si continuar con su trasegar
o si detenerse, tomar aire y descansar.
Cada paso lo aleja más de su hogar,
Pero la búsqueda lo incita a indagar, a continuar.

Su senda ha sido la del llanto y la risa,
la del odio, el amor y la vida;
los amores perdidos, los familiares idos,
los amigos ausentes y los extraños que se vuelven hermanos;
los rostros que resurgen de la bruma
y el olor de la infancia a pesar de estar lejos de casa.

Por el día lo guían el cielo despejado y las gotas de lluvia.
De noche las hogueras, las fiestas y el firmamento estrellado.
Caminante camina,
no se detiene ni por los besos, las caricias, las amenazas o las súplicas,
ni por el cuerpo desnudo de la mujer que amó.
Su vida es el recorrer los campos de trigos,
las ciudades destruidas por las guerras,
el rostro de una madre, la sonrisa de un niño,
la muerte de un anciano, el nacimiento de un peregrino.

Al horizonte se extienden bifurcaciones como gotas en la mar.
Lo desconocido, la oscuridad sin tiempo, la vida sin concebir;
atrás el recuerdo de lo ajeno
tu rostro que se confunde con los paisajes
tu cuerpo que se ha convertido en las nubes.

La ví(d)a  es eterna y enigmática.
No tiene principio, no tiene fin,
solo el horizonte, el recorrido
y los pasos que damos.
Porque todos somos caminantes,
viajantes de la existencia
invitados efímeros de la eternidad.
Nuestras vivencias son el surco de lo que somos
y las cicatrices del viaje son la fuerza para continuar,
para limpiarse las lágrimas, mirar una estrella fugaz;
sonreír por haberte conocido y emprenderlo todo una vez más.
Paso a paso.
Vida a vida.


El caminante contempló el paisaje.
Al frente, el sendero,
el camino que no existe
la nada eterna y sublime.
Atrás los pasos perdidos
construidos con sangre, lágrimas y recuerdos.

Caminante se detiene y otea el paisaje.
Duda sobre si continuar con su trasegar
o si detenerse, tomar aire y descansar.
Cada paso lo aleja más de su hogar,
Pero la búsqueda lo incita a indagar, a continuar.

Su senda ha sido la del llanto y la risa,
la del odio, el amor y la vida;
los amores perdidos, los familiares idos,
los amigos ausentes y los extraños que se vuelven hermanos;
los rostros que resurgen de la bruma
y el olor de la infancia a pesar de estar lejos de casa.

Por el día lo guían el cielo despejado y las gotas de lluvia.
De noche las hogueras, las fiestas y el firmamento estrellado.
Caminante camina,
no se detiene ni por los besos, las caricias, las amenazas o las súplicas,
ni por el cuerpo desnudo de la mujer que amó.
Su vida es el recorrer los campos de trigos,
las ciudades destruidas por las guerras,
el rostro de una madre, la sonrisa de un niño,
la muerte de un anciano, el nacimiento de un peregrino.

Al horizonte se extienden bifurcaciones como gotas en la mar.
Lo desconocido, la oscuridad sin tiempo, la vida sin concebir;
atrás el recuerdo de lo ajeno
tu rostro que se confunde con los paisajes
tu cuerpo que se ha convertido en las nubes.

La ví(d)a  es eterna y enigmática.
No tiene principio, no tiene fin,
solo el horizonte, el recorrido
y los pasos que damos.
Porque todos somos caminantes,
viajantes de la existencia
invitados efímeros de la eternidad.
Nuestras vivencias son el surco de lo que somos
y las cicatrices del viaje son la fuerza para continuar,
para limpiarse las lágrimas, mirar una estrella fugaz;
sonreír por haberte conocido y emprenderlo todo una vez más.
Paso a paso.
Vida a vida.


Artículo publicado originalmente por la revista argentina digital Piso 13:   http://www.pisotrece.com.ar/index.php/arte-cultura-x/440-caminante

1 comentario:

  1. Recorrer caminos diferentes que conducen al mismo final. Para allá vamos todos.

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