Título original: Les misérables
Autor: Víctor Hugo
Editorial: Penguin Random House (Sello Debolsillo)
1002 páginas
Un
prisionero en busca de redención; un policía que busca cumplir la ley aún si para
hacerlo debe pasar por encima de la bondad y la compasión; una prostituta cuyo
amor maternal es su condena, un par de estafadores con ínfulas de sabios y
muchos más personajes convergen en la Francia del siglo XIX, la gran miserable
del relato.
Los Miserables no es una obra que ya le pertenezca a ese
gigante de las letras que es Víctor Hugo, no es ni siquiera propiedad de su
época o de las calles francesas donde se desarrolla su trama, esta historia
relata la naturaleza de los hombres sin importar su patria o año por lo que su
contenido es patrimonio de la humanidad.
Adaptada inumerables veces al teatro, el cine, la
televisión, la animación e incluso hasta
un videojuego de pelea (aquí la prueba: http://www.youtube.com/watch?v=40PSeJFhXIY)
, la historia de Jean Valjean ha llegado a gentes de todas las edades de una y
otra forma convirtiéndose en parte de la cultura misma.
Sin embargo, y por si alguien no conoce la historia, haré
una breve sinopsis: Jean Valjean es condenado a prisión por robar una hogaza de
pan para su hermana y sobrinos quienes estaban a punto de morir de hambre, pasa
19 años en las mazmorras donde su corazón se llena de odio. Sale bajo libertad condicional
dispuesto a vengarse de la sociedad pero un encuentro con un bondadoso obispo
hace que dedique su vida a redimirse de sus pecados por lo que decide empezar
de cero y no volver a reportarse a la cárcel. En su camino encontrará al
policía Javert quien lo perseguirá incesantemente, a la prostituta Fantine y su hija Cosette a
quien deberá cuidar, y a una París post napoleónica a punto de estallar en
disturbios.
Ahora la pregunta del millón: ¿Es el libro mejor que las
numerosas adaptaciones que se le han hecho? Podría decirse que no hay una
respuesta correcta. Las adaptaciones son superiores en el sentido que son mucho
más directas, no tienen tanto rodeo y es capaz de conmover a la persona
promedio que busque simplemente una buena tragedia sin más; pero el libro es
superior porque al igual que un inmenso telar maneja cientos de subtramas, de
una riqueza inenarrable, además de que posee la maestría narrativa de Víctor
Hugo.
Aclaremos algo. No es un libro sencillo de leer y no lo
digo porque el autor maneje un lenguaje denso o complicado sino porque tiende a
salirse varias veces del camino, puede estar narrando una historia lineal y de
un momento a otro da paso a una reflexión de varias páginas, para luego
hablarnos de la situación urbana de tal calle en la Francia de la revolución
francesa para luego volver sin ningún anuncio previo a la acción como tal.
Dicha situación, ese espacio de caos narrativo, que no es
del todo cierto pues Víctor Hugo es un escritor tan cuidadoso en su prosa que
sería incapaz de dejar algún cabo suelto en su novela, se ve reflejada en toda
su obra en donde le dedica páginas y páginas a temas que son, en cierto sentido
ajenos a la trama principal, que cien páginas dedicadas a la batalla de
Waterloo (sólo para mencionar algo que podía haber dicho en solo dos), que
otras cincuenta para reflexionar sobre los monasterios y su importancia, otras
ciento setenta para describir con pelos y señales la vida y obra de un ministro
que morirá de viejo a la siguiente página. Lo diré de manera, clara, en mi
opinión al libro le sobra aproximadamente la mitad del relato, más o menos
quinientas páginas y si fuera un escritor menos talentoso se abandonaría el libro en la página veinte, pero
el francés es tan condenadamente genial que uno no puede despegarse del libro.
Los Miserables es una obra de personajes. Esta es su gran
fortaleza, están tan bien caracterizados, dotados con tanta fuerza que uno
siente como propio el esfuerzo de Jean
Valjean por hacer lo correcto a pesar de las circunstancias, sufre y siente ese
dolor latente de Fantine obligada a prostituirse y morir de hambre para
conseguir mantener a su hija, o se obsesiona con Javert en su objetivo por
cumplir la justicia a toda costa.
Y, al igual que en otro de sus libros, Nuestra señora de
París (o el Jorobado de Notre Dame como se le conoce) es la ciudad la
protagonista, y si en la historia de Quasimodo era la catedral de Notre Dame
quien hablaba, ahora es París quien habla en boca de sus estafadores, gamines
(término que descubrí por el libro es francés), asesinos, poetas,
revolucionarios muertos de hambre y ex alcaldes que alguna vez fueron
presidiarios convirtiéndose en el portavoz de ese coro disonante de esa gran
ciudad.
Todo lo que pueda decir de esta gran obra no es capaz de
hacerle justicia. No es una lectura fácil, repito, pero es una historia que
vale la pena leer una y otra vez para contemplar la gran genialidad de uno de
los mejores escritores de la historia (bueno eso después de leer la segunda
parte que para alegría –o desdicha- tiene aproximadamente la misma cantidad de
la primera).
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