martes, 6 de septiembre de 2011

Escribir

Escribir
Escribir siempre. Porque tu gran amor te ha dejado para no volver, porque sigue a tu lado o precisamente porque no se quiere ir;  hacerlo para conquistarla, para que esos ojos verdes o violetas o ámbares o negros lean las palabras que ella inspira; escribir en tardes melancólicas de lluvia y tempestad, en noches llenas de licor y  luces de la ciudad que reemplazan las estrellas o en días calurosos donde no pasa nada. Escribir porque dios no existe, porque escribiendo se le mata a cada instante y resucita dependiendo del estado de ánimo del Demiurgo de las letras, o hacerlo a la gloria del creador de mundos, a la loa del gran arquitecto del universo. Escribir porque se ama, porque se odia, porque se desea sin explicación, porque las letras pueden servir como un triste émulo de la posesión carnal, porque un poema puede eternizar un momento de belleza que puede ser tan efímero como el tiempo en que demora una rosa en morir.  Escribir porque la vida es una mierda, porque el destino de quien es consciente de su propio fin no deja de ser trágico, porque conocemos y amamos para paulatinamente dejar a esas personas en el camino teniendo la incertidumbre de encontrarla de nuevo, mas sin embargo, disfrutando cada momento de ese infierno que es la vida, riéndonos de la misma con carcajadas que pretenden ahogar sus míseras tristezas.
Escribir porque no existe un mejor placer que hacerlo. Porque el cuerpo lo pide como si se fuera un adicto, un yonki de las letras. Escribir porque no existe una mejor manera de comunicación, porque las palabras son torpes, suenan estúpidas, se las lleva el viento;  porque buscamos, a la manera de Juan Pablo Castel, una persona que entienda nuestra manera desesperada de querer tender un puente solitario entre las almas. Escribir así te lea una persona, una sola, porque cuando ocurre es hermoso y el lector y el escritor se encuentran en un plano más allá de las palabras, de los encuentros y atisban la eternidad, y si te leen millones mucho mejor porque el universo se expande se divide en miles de galaxias, cada una con millones de realidades, porque la mente del lector es infinita y enriquece a quien escribe.
Escribir así hacerlo no sirva para nada, así el destino de quien lo hace contradiga el párrafo anterior y sea la soledad. Escribir porque la tristeza es infinita, porque la esperanza está perdida, porque se ha salido de un infierno y es necesario advertirlo a tiempo o porque se ha descubierto un secreto que no puede ser acallado por los dioses. Escribir porque se quiere denunciar la injusticia del mundo, se quiere cambiar la realidad de millones,  ignorando el hecho de que miles han buscado antes de manera infructuosa lo mismo y han fracasado y que otros miles de millones lo buscarán en el futuro con idénticos resultados. Escribir para entender las relaciones humanas, el propósito de la vida,  analizar al ser humano como un depredador de exquisitos gustos y crueldades increíbles, hacerlo para escapar de este mundo, creando miles más amables, más fantásticos y hermosos y refugiándose en ellos.


Escribir en papel, en servilletas, en madera, en pupitres, en paredes, tecleando frente a un computador. Hacerlo mientras el ser amado te observa en silencio sin saber si te comprende o  tan sólo te ama a pesar de hallarse tan lejana de ti. Escribir porque nunca serás comprendido, porque los  intentos de acercarte a otro ser humano serán infructuosos y  se disimulará en un manto de frivolidad y de noches de lujuria y excesos; escribir mientras se fuma y las letras se confunden con el humo, borracho hasta las medula, o completamente sobrio en un despacho psicorrígido; en completo silencio o acompañado de las voces de cantantes muertos, de amigos muertos, de familiares muertos, de novias muertas, de escritores muertos.
Escribir, escribir y escribir, viviendo por y para la pluma.
Cuando lo hago me siento como si estuviera poseído. Golpeo con fuerza las teclas de mi computador e ingenuamente me siento como una especie de Lizst, que destrozaba los pianos por la pasión con  que tocaba su música prodigiosa, sólo que de mis golpes furiosos no sale música sino que exprimo cada centímetro de mí. No tengo idea  de cuál va a ser la próxima letra que escriba, tan sólo me dejo llevar por los dedos, ellos saben exactamente a donde ir, como si fuera un mediúm, una herramienta, un vehículo de fuerzas que van más allá de mi comprensión. Por mi parte me dejo conducir como una oveja al sacrificio, dejo que las voces me susurren lo que les plazca mientras escribo y sus palabras las convierto en mías, sus manos son las letras que plasmo en este papel virtual y sus almas son las ideas que mueren al salir de mi mente.
Al momento de escribir escapo de la realidad. Este pequeño cuarto donde vivo – y desde donde redacto estas ideas- se expande de manera acelerada y grotesca hasta el infinito. No hay héroes ni villanos, sólo yo y una hoja en blanco esperando a ser llenada  y el miedo que tengo al no saber cómo completarla se reemplaza rápidamente con un exceso de palabras, de ideas, que salen y salen sin saber exactamente de dónde surgen y como detenerlas.
A pesar de ello, siempre tengo miedo de empezar, terror de saber hasta dónde puedo llegar, preguntándome si seré capaz de regresar a mi otra vida, a ese plano ‘normal’, donde vivo una vida gris que no me gusta, sintiéndome un farsante, llevando la vida de un doppelganger  que no me interesa, que es aburrida, donde una persona que luce como yo y habla como yo se desenvuelve de una manera torpe como si fuera una parodia de quien realmente soy. Me da miedo escribir porque me horroriza el pensar que alguna vez sea rechazado por las letras e intento huir, renegar de quien soy, escapar de la lectura, de la escritura, refugiarme en placeres que antes que llenarme me dejan incluso más vacío, pero siempre vuelvo como el hijo pródigo y siempre me recibe la diosa con una sonrisa leve de reproche por pretender ser otro.
Escribo aún cuando no empuño un lapicero o estoy tecleando en el computador. Escribo mientras camino por la calle y pienso en las historias que estoy entretejiendo y no veo la hora de volver a casa para seguir redactando el destino a veces trágico, a veces divertido de aquellos personajes para los que soy su dios, así como alguien en este momento escribe mi destino y el suyo, querido lector.
Escribo porque eso es lo que soy……

5 comentarios:

  1. A escribir se dijo entonces!!! :D

    Espectacular escrito, Tm69. Me gustó muchísimo, de verdad. Te felicito y te agradezco por esas palabras, que se notan escritas con el alma. :)

    Un abrazo! ;D

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  2. Siempre tan inspirador y melancólico :) saludito.

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  3. Calavera, Ale y Maldito Lobo....muchas gracias por sus comentarios.

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  4. hmmm interesante escrito viejo amigo tenemos que charlar un día con una tasa de café

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