martes, 20 de septiembre de 2011

(31) Libros leídos. Tokio Blues de Haruki Murakami: Amor y muerte escritos en un pétalo de cerezo

Al llegar a Alemania por un viaje de negocios, Toru Watanabe escucha la canción de los Beatles, Norwegian Wood, la cual le trae recuerdos de un antiguo amor, Naoko, quien en el colegio fue novia de su mejor amigo, Kizuki , el cual un día, y sin dar ninguna explicación, se suicida. Al ritmo de esa canción, Toru se sumerge en esa etapa dolorosa pero feliz de su juventud.




Nunca había leído nada de ningún autor japonés. Mi mayor acercamiento con la literatura oriental era a través de la lectura de mangas, pequeñas obras de arte, algunas las cuales no tienen nada que envidiarle a cualquier escrito pues retratan magistralmente diferentes aspectos de la humanidad y dudas existenciales.
Por desgracia, tampoco soy muy asiduo a la poesía, siempre he sido más de novela y de cuento; mi acercamiento a este género se reduce a unos pocos poemas que me han gustado y a escribir yo mismo algunos cuando estoy o muy triste o muy ebrio. Menciono esto para decir que tampoco he tenido un acercamiento a la poesía nipona que tiene su mayor expresión en los haikus, versos que en su mínima expresión son capaces de diseñar hermosos paisajes y situaciones.
Siempre he pensado en el japonés como un ser que se fija hasta el último detalle, en la minucia. Lo hace de manera obsesiva, compulsiva pero el resultado siempre es hermoso. Pienso en los haikus, en el cuidado que dispensan en esos árboles en miniatura que son los bonsáis, en sus tazas con grabados complejísimos, en sus mujeres con esas zapatillas casi diminutas…..
Por esta razón y a pesar de ser un fanático del manga y animación o animé japonesa, me acerqué con un poco de precaución a la obra del célebre escritor japonés, Haruki Murakami. Varias personas me lo habían recomendado pero siempre que iba a la biblioteca, sus libros estaban reservados hasta que finalmente pude dar con la obra que tuve el placer de leer: Tokio Blues.
Los estereotipos son una predisposición verdaderamente absurda: Decir que todos los colombianos somos narcotraficantes, que los gringos son unos estúpidos analfabetas e incultos, que los europeos son unos xenófobos y que los asiáticos son unos cuadriculados obsesivos y aburridos es caer en lugares comunes demasiado obvios. Continuamos con ello porque supongo que al hacerlo nos sentimos superiores a aquellas personas que encasillamos. Confieso que llegué a este libro un poco prevenido, pensando que me iba a encontrar con personajes cuadriculados, inflexibles y que sólo vivían para trabajar. Qué equivocado estaba.
Tokio Blues es un libro que habla del amor. Del amor en el recuerdo, en las palabras, en las caminatas silenciosas, en un aroma que nos trae a épocas diferentes, en conversaciones que se atesoran para el futuro, en canciones que hoy tarareamos pero que mañana habrán de traernos el recuerdo fugaz y casi olvidado de quienes amamos. Nos habla del amor y la muerte como reversos de una misma moneda. Es en definitiva, un libro muy hermoso.
En contra de mis prevenciones iniciales, el protagonista principal, Toru Watanabe es una persona con la que uno se puede identificar fácilmente. Es un estudiante universitario lleno de dudas, pero decidido a seguir su camino. Es una persona que comete errores, pero sus palabras, sus pensamientos y sus acciones despiertan la simpatía del lector.
Murakami pareciera que hubiera leído mi mente, pues se ríe de los prejuicios y crea un personaje compañero de piso de Toru al que se le conoce como Tropa-de-Asalto, el cual tiene todos los defectos de los estereotipos llevados al extremo, caricaturizándolos y siendo causante de muchas risas por mi parte al leer el libro.
                                  Naoko y Toru, un amor que vivirá a través de los recuerdos

En ese Japón de los sesenta todos están en una constante búsqueda. Toru busca su lugar en el mundo, Naoko intenta salir del hoyo oscuro de la depresión, su amigo Nagasawa cree encontrar una respuesta en el hedonismo, Midori a través de su optimismo y alegría sin importar los problemas. Sin embargo, la muerte, por medio del suicidio ronda a todos los protagonistas, en los silencios, en las conversaciones; no hay que olvidar que son orientales, quizá si fueran occidentales hallarían respuesta en una vida sin sentido, en un nihilismo como el  de un Horacio Oliveira de Rayuela o un Tomás de La insoportable levedad del ser, y aún peor, ellos son casi adolescentes y creen que la respuesta se puede hallar en el dulce silencio de la muerte.
Pero más allá de eso me gusta el concepto del libro, su base de partida. Creo que quien no ha amado, no ha vivido de verdad. Todos los humanos guardamos en nuestro corazón momentos de ternura junto a otra persona, de caminatas, de cenas románticas, de abrazos y de besos, momentos especiales que se atesoran en el recuerdo y cuando llega el momento de la separación (porque siempre hay un momento en que todo acaba), esa persona inevitablemente va abandonándonos y difuminándose lentamente, su sombra nos va dejando porque si siguiera siempre con la misma intensidad no podríamos seguir adelante con  la vida. Pero siempre habrá una canción, una comida, una foto, un olor, una palabra, que nos recuerde esos momentos, a ese ser, y nuestro espíritu se transporta a esa época maravillosa y trágica en donde  vemos a esa persona que ya no existe cerca a nosotros y creemos que tan sólo con estirar nuestra mano podremos tocarla y obtener de nuevo su sonrisa… y ese momento será especial triste y feliz a la vez, pero sólo nuestro y vivirá para siempre en nuestro interior.
A pesar de todo el relato es sumamente japonés. Respira aire nipón hasta la última letra, lo cual no es malo, pero no dejo de imaginarme al gran Haruki Murakami como un criador de bonsáis de las letras, como un poeta de haikus en prosa. Su libro es en verdad precioso, no le hace falta ninguna letra, no le sobra ninguna página. Es sencillamente una obra de arte y uno de los mejores libros que he leído este año.
Imprescindible.
PD
En el libro, el protagonista y su amigo Nagasawa comparten el gusto por el libro de F. Scott Fitzgerald, ‘El gran Gatsby’ y como además había visto al mismo Fitzgerald en la gran última película de Woody Allen, Medianoche en París, no pude evitar alquilar en la biblioteca y leerme a

(32) El Gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald.
En el Nueva York de la depresión poco a poco va surgiendo la figura enigmática de Jay Gatsby que organiza fiestas de gran renombre donde se reúne toda la crema y nata de la sociedad estadounidense, quienes intentan desvelar el secreto del origen de su anfitrión. Poco a poco el lector irá averiguando de dónde ha salido este misterioso personaje y descubrirá de lo que es capaz de hacer por amor.
Muchos críticos consideran este libro como una de los grandes clásicos de la literatura norteamericana del siglo pasado. Debo confesar que aunque me parece un muy buen libro, en especial la segunda parte ya que al inicio le cuesta un poco al autor despegar la obra –demasiadas fiestas ;) -, no me atrapó del todo. Quizá porque la sombra de Tokio Blues es demasiado larga o porque sencillamente hay mejores escritores gringos a mi juicio como Hemingway, no me pareció el gran clásico de quien todos hablan. Pero que no se malinterprenten mis palabras, es un libro altamente recomendable, a mi parecer, Jay Gatsby, es uno de los grandes personajes de la literatura y al leer hasta el final uno no puede menos que considerarlo como ‘El gran Gatsby’. No se me ocurre un mejor libro para que Watanabe se pueda sentir identificado………….

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