domingo, 10 de junio de 2012

Shame: Escape sin salida




Hay momentos en la vida que nos cambian para siempre. Situaciones  de los que de una u otra forma vamos a querer escapar sin saber cómo, hay hechos que quedan marcados en el corazón y nos provoca una desazón tan grande que nada nos puede aliviar por lo que queremos simplemente gritar y huir para no volver a sentir ese dolor y nos evadimos de mil maneras, engañándonos, buscando una salida en los placeres y en la autodestrucción. De eso habla Shame, película dirigida por el inglés Steve McQueen y protagonizada por Michael Fassbender y Carey Mulligan.

Shame significa ‘Vergüenza’  pero fue infámemente traducida  como ‘Deseos culpables’  y  publicitada como la vida de un adicto al sexo, además de ser reconocida por el desnudo que hace Fassbender.  Sin embargo, el sexo en la película, aunque es una constante, es tan sólo un elemento accesorio, lo exterior de ese dolor que lleva agazapado su protagonista y que se hace evidente en cada uno de los actos que realiza.

La película nos narra la vida de Brandon Sullivan, un joven, exitoso y apuesto treintañero que vive en Nueva York. Su problema es que está obsesionado con el sexo: Contrata prostitutas todo el tiempo, tiene el computador (tanto el de su casa como el de la oficina) lleno de pornografía, se masturba en el trabajo, seduce a cuanta mujer se le atraviesa por el camino, sale de conquista todos los días con su  jefe (que es casado).

Al comienzo de la película vemos a una mujer que lo llama insistentemente al teléfono, que insiste en verlo, él la ignora una y otra vez hasta que ella decide visitarlo. Descubrimos que se trata de su hermana Sissy, cantante, inestable emocionalmente, autodestructiva y dependiente completamente del afecto de su hermano.

A pesar que nunca se menciona el pasado de manera explícita, a excepción de una frase que dice Sissy en uno de los momentos definitivos de la película, se intuye que hubo un hecho trascendental que influyo mucho en el destino de ambos, en donde cada uno asume  el duelo de distinta forma, consolidándose entre ellos hay una relación de amor- odio cargada de dolor  y necesidad, y que mientras el hombre intenta  escapar por medio del sexo sin sentido, la mujer lo hace por medio del dolor físico y el acercamiento obsesivo con su  hermano.

Uno de los grandes aciertos de la película es que no está plagado de diálogos sino de pequeños detalles que hacen patente el desazón de los personajes, su enorme tristeza que va incluso más allá de las palabras. Una de mis escenas favoritas es cuando Sissy se presenta en un bar y canta el famosísimo ‘New York, New York’, su voz y las lágrimas que derrama Brandon evocan una situación desgarradora.



La actuación de Fassbender es sencillamente magistral. Sin riesgo a querer exagerar su actuación es mejor que la de Gary Oldman en ‘Tinker, tailor, soldier, Spy’ (El topo)  y muy superior a la de Jean Dujardin  de ‘The Artist’  ganador del Oscar. Que no haya sido ni siquiera nominado por su rol es simplemente vergonzoso.  Como dije anteriormente la película no tiene muchos diálogos y Brandon es muy parco, pero podemos presenciar su cansancio en cada gesto, mirada y palabra que dice.

La película es implacable y no tiene piedad con sus personajes. Brandon está completamente solo y busca el sexo como un mecanismo de escape pero de manera infructuosa porque éste le duele, no lo satisface o hace feliz  pero lo sigue buscando, de manera compulsiva, no importa si es con prostitutas, o con hombres, con tríos, con desconocidas, sólo quiere dejarse llevar pero su deseo nunca es saciado ni lo será.

Una de las escenas claves para entender la película es cuando el protagonista intenta empezar una relación con una compañera de trabajo, hay química y él se da cuenta que puede sentir cosas por ella. La lleva hasta su apartamento pero no es capaz de tener una erección por lo que ella se va decepcionada luego de lo cual él llama a una prostituta con la que fornica sin problema.  Es simplemente sexo, sin ningún tipo de apego, es la incapacidad de poder relacionarse, de poder amar, porque ama duele y lastima.


También es de destacar la ambientación de ese  Nueva York, frío, lujoso y hostil, tan solitario a pesar de estar lleno de gente, tan parecido a Bogotá. Igual pasa con la música compuesta por Harry Escott, donde se nos muestra una música triste, sin contemplaciones, sin salida, con el tiempo –ese tic tac que suena de fondo- corriendo en contra. Una muestra:




Es una película dura, muy dura, sobre la culpa, la vergüenza, las inútiles maneras que tenemos de huir, de querer evadirnos y perdernos en los placeres para evitarnos los recuerdos, las acciones cometidas u omitidas. La dirección de McQueen es  formidable y las actuaciones son enormes, sin duda es muy  recomendada.







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