Miedo. Esa es la palabra que
define el ambiente del país en los últimos tiempos y el principal argumento que
usan nuestros corruptos e ineptos políticos para dirigir los hilos de la
nación.
Como sabrán, las elecciones presidenciales se definirán en segunda vuelta el próximo 15 de junio y la situación no podría estar peor, ambos candidatos han demostrado, con creces, su incapacidad para dirigir el país pero por desgracia para todos, toca elegir a uno para hacerlo.
De un lado, está el
presidente Juan Manuel Santos quien se queja ahora de la campaña sucia de su
rival cuando él mismo uso muchas de sus tácticas hace cuatro años contra el entonces
candidato Antanas Mockus. El juego sucio no es extraño para él, quien empleando
al siniestro JJ Rendón no dudo un solo segundo en vilipendear a su rival,
llegando incluso a la bajeza de apelar a la enfermedad del otro para ganar
votos.
No nos digamos mentiras, más de uno se sorprendió cuando al llegar a
la Casa de Nariño, Santos impuso su propia política y traicionó la macabra
ideología de su hasta entonces jefe Álvaro Uribe Vélez, y sin embargo, su gobierno ha sido el de los
espejismos, las propuestas que no se
cumplen, las palabras bonitas pero vacías y la obsesión casi enfermiza por
figurar en los libros como el hombre que logró la paz en Colombia.
Es Santos un jugador de
póker, astuto, callado, que se mueve a conveniencia, al que sólo le importa
beneficiar a sus amigos y el resto de la gente, como los campesinos y sus justos reclamos,
esos que en sus palabras “no existen”,
no sirven para otra cosa más que darle los votos que ahora anda buscando
tan desesperadamente.
Su gestión ha sido tan
triste que ni siquiera siendo presidente y teniendo a su disposición la
maquinaria del estado pudo lograr liderar la primera vuelta y logró apenas un
triste 25%, cifra que refleja un resentimiento, un disgusto de la población
quien no se siente identificada por su pobre gestión.
Por el otro lado está Uribe.
No usemos eufemismos ni nos engañemos, Óscar Iván Zuluaga no cuenta para nada,
es simplemente un médium que obedece la voluntad de un patrón. Basta mirar la transmisión
del discurso de victoria de Zuluaga: En una pantalla doble se mostró, por un
lado al candidato leyendo –porque ni siquiera es capaz de hacer sus propios
discursos- un texto escrito seguramente por Uribe y en la otra se mostraba
al expresidente desde sus cuarteles en Antioquia analizando la situación, su
semblante era sereno, pensativo pero con la soberbia de un pequeño emperador
que ve cumplidos sus designios al pie de la letra.
Álvaro Uribe Vélez es para
mí uno de los hombres que más daño le ha hecho al país en los últimos
años. Su bandera es el autoritarismo, el
engaño, la mentira y la corrupción. Con tal de lograr sus objetivos es capaz
incluso de cambiar la ley. Lo grave no es ni siquiera él, sino su política de ‘todo
vale’, de ‘el fin justifica los medios’.
Casi treinta años atrás, otro hombre impuso la misma ideología corrompiendo y
pervirtiendo todos los estamentos de la sociedad y sus consecuencias, a casi
veintiún años de su muerte, aún las
seguimos padeciendo. Su nombre era Pablo Escobar Gaviria.
Tanto Santos como Zuluaga
esgrimen la paz como caballo de batalla y mientras uno dice querer hacer la paz, el otro no duda en
usar el miedo y crear la necesidad de la guerra para ganar las elecciones.
Seré sincero: No creo en el
proceso de paz que se está llevando a cabo en la Habana. No porque creo que sea
improbable que se firme, es posible que así sea, sin embargo, eso no traerá la
tan anhelada paz. Simplemente será el desmonte de viejos guerrilleros y el
ascenso de otros quienes irán a parar a bandas criminales y narcotraficantes
donde seguirán sembrando el terror. Para lograr la paz se requieren cambios
sociales, reformas agrícolas y educativas gigantescas que requerirán muchos
años y muchas generaciones y que a ningún político le interesa iniciar.
Pero tampoco creo en la
fórmula Uribe. Incitar la violencia no resolvió nada el siglo pasado y no lo
hará éste. Ni siquiera el expresidente fue
tan bueno en la guerra como él mismo lo pregona a los cuatro vientos o si no ¿Por qué se tuvieron que asesinar a
jóvenes campesinos para hacerlos pasar como guerrilleros?
¿Qué hacer entonces? Si bien
me parece que Santos no ha desempeñado un buen papel, ha tenido también ciertos
aciertos. Como dije anteriormente, no creo en los diálogos de La Habana pero no
puedo negar que es algo bueno que se cambien las balas por ideas –sin llegar al
extremo patético de Pastrana que regaló todo el país a las Farc-. Volver a Uribe sería nefasto para el país, se
volverían a las épocas del terror, de no hablar en voz alta, de los peores
escándalos de corrupción en el país, los jóvenes asesinados y camuflados como
guerrilleros, de cambiar la ley al antojo y volver a una época de polarización
y miedo.
El próximo domingo 15 de
junio, acudiré a la urna y votaré muy a mi pesar por Santos, no lo hago por él,
ni porque crea en que pueda mejorar el
país o lograr la paz, lo haré en contra de un pensamiento, un hombre y una ideología que sólo puede traer muerte y destrucción para
el país.
Concuerdo en que no habrá paz si no se realizan primero reformas sociales en el país, no habrá paz mientras exista el hambre y la desigualdad, mientras la educación y la salud sea tan deficiente como nuestro sistema judicial
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