martes, 24 de junio de 2014

Empezar de nuevo


 Desde que terminé mi novela no he podido escribir de nuevo. Es decir, he hecho un par de artículos para El Gato, el periódico humorístico donde colaboro con alguna frecuencia, y he escrito uno que otro relato breve –tal vez uno o dos, no más- pero no he sido capaz de ponerme de ponerme activo con toda la seriedad del caso en una nueva historia que absorba todas mis fuerzas y me haga escribir como endemoniado.

Me pregunto si para el resto de los escritores es algo normal: Stephen King escribe anualmente una novela o dos pero también conozco casos de novelistas quienes solo tienen una obra durante toda su vida o algunos que dejan pasar meses e incluso años para finalizar, o por lo menos empezar una nueva obra.

Debo confesar que ese escenario me aterra. Me refiero a haber escrito todo lo que tenía que decir, plasmado todos mis fantasmas en unas pocas páginas y no tener la habilidad de sumergirme de nuevo en otra historia. Es cierto que he tenido varias ideas que han rondado mi cabeza por días e incluso semanas. Llegan de manera silenciosa y de un momento a otro me encuentro fantaseando con ellas, soñando despierto con las posibilidades que tendrían si decidiera trabajar en ellas, estoy convencido que podrían tener una  buena posibilidad, pero llegado el momento apropiado, el de la hoja en blanco, no he podido concretarlas, es como si un ‘algo’ agarrotara mi manos y mis ideas e impidiera que me pusiera manos en la obra con ella. Naturalmente esas ideas mueren antes de nacer y abandonan mi cabeza con la misma rapidez con que llegan.

Rabia, mi novela, es un texto bastante pesado, tiene demasiadas cosas oscuras, muchas escenas donde el sexo es usado como una herramienta para olvidar o castigar, otras que tienen demasiada violencia, Ultraviolencia como diría Alex de Large de La naranja mecánica. Es cierto que necesitaba escribirla, que en cierto sentido me sirvió como catarsis para una época muy importante de mi vida que se ha extinguido para siempre y que una parte de mí se divirtió mucho escribiéndola, en especial las partes más decadentes y terribles, pero debo reconocer que escribirla y releeerla una y otra vez me ha dejado agotado, un poco exhausto como si hubiera vaciado gran parte de mis sesos en las páginas diligenciadas.

Cuenta Stephen King que después del accidente que casi le costó la vida, no era capaz de escribir. Dedicaba toda su energía a recuperarse y no fue sino hasta que su esposa Tabitha prácticamente lo empujara hasta su despacho y obligara a retomar su trabajo que redescubrió el placer que sentía en tejer historias. Al principio salían relatos flojos, páginas aún peores, pero conforme pasaba el tiempo y escribía con mayor frecuencia sentía retomar ese ritmo que lo hacía sentir bien consigo mismo.

En estos momentos, tengo una historia que empecé hace un par de años rondándome una y otra vez la cabeza, tengo un buen presentimiento sobre ella, además me ayudaría a cambiar el registro y aventurarme en algo menos duro, sé que debo retomarla, pocas cosas se comparan a la emoción de estar escribiendo en la madrugada de manera frenética, con los muertos y las musas susurrándote a los oídos mientras la ciudad duerme. Debo empezar, se requiere disciplina y orden pero sé que una vez lo haga me embarcaré irremediablemente en una nueva aventura. Sólo debo iniciar y las palabras irán llegando. Una a una.





1 comentario:

  1. Interesante conocer esa parte de un escritor, me encantaría leer Rabia. Espero puedas volver a retomar el ritmo y escribir, tener nuevos proyectos

    ResponderEliminar