Título original: Faithless: Tales of tansgression
Sello:
Alfaguara
552
páginas
Sinopsis:
Veintiún relatos intensos y provocadores en los
que Oates disecciona la psicología humana y su potencial para el bien y el mal
con una fuerza estremecedora. Un recorrido por el lado más oscuro del alma
humana, de la mano de una de las escritoras que mejor conocen los recovecos del
terror, la violencia y el misterio.
El subtítulo de esta colección de relatos de la
norteamericana Joyce Carol Oates es Historias
de transgresión. Según el diccionario de la Rae, transgresión viene de la
acción de transgredir –nunca lo hubiera imaginado, sabios intelectuales de la
Rae-,al pedir la definición de esta última palabra, me encuentro con lo
siguiente:
transgredir.
(Del lat. transgrĕdi).
1.
tr. Quebrantar, violar un precepto, ley o estatuto.
Podría decirse que en esto se resume esta excelente antología de relatos. El quebrantamiento de todas las normas y
leyes establecidas y no me refiero solamente a la parte sexual, que juega un
papel muy importante ya sea de manera implícita o explícita en la mayoría de
estos relatos, sino las leyes de la cordura y lo racional en donde sus
personajes se dejan arrastrar bajo la espiral de sus instintos, obsesiones y
bajas pasiones.
El libro se divide en tres partes y aunque a primera vista
pareciera que no hay un orden claro en ésta, podría pensar que yo lo he
encontrado. En la primera parte se habla de los apegos que tienen los
personajes hacia lugares, objetos y personas. Es así como vemos historias como la
de una mujer que busca venganza hacia un amante que la abandonó chocándolo con
un carro en el que depositará la frustración y el erotismo depositado en su
pareja, o la vida de una mujer, su sexualidad,
sus frustraciones y alegrías narradas a través de las armas que ha poseído.
La segunda parte habla sobre la inocencia perdida. En los cuatro
relatos que lo conforman sus protagonistas son niñas o adolescentes que se ven
enfrentadas a hechos violentos que las cambiarán de una u otra manera para
siempre (uno de los relatos, sin embargo, a pesar de ser protagonizada por una
niña es bastante tierno).
La última parte se centran en las obsesiones y los miedos.
Hombres y mujeres de todas clases y edades sufren de persecuciones reales e
imaginarias que alteran por completo su percepción de la realidad y relaciones
con los demás. Acá el perseguidor puede ser cualquiera, un hombre iracundo, la policía
en pleno o las ideas de cometer un asesinato o actos indescriptibles por parte
de la persona más inofensiva y menos pensada.
Aun así, la división de bloques temáticos no afectan la
unidad del conjunto total. En todos y cada uno de los relatos podemos percibir
con claridad ese estilo oscuro, paranoico y crudo de la autora donde la mayoría
de los personajes no parecen huir de la autodestrucción sino que la abrazan con
gusto.
Uno de los detalles que me llamó la atención es la fijación
que tiene Oates con la duplicidad: Esto
es palpable no sólo en las acciones de sus personajes, sino en detalles tan
sutiles como descubrir que en más de un relato a los personajes les encanta
usar más de un nombre, ya sea dando uno falso o usando un sobrenombre que los
hace sentir poderosos.
En la contraportada del libro aparece este comentario de la
autora: “Mis relatos cortos son verdaderas obras en miniatura: abordan la vida
entera de una persona, con un altísimo grado de condensación y concentración”,
al leer esta frase en un principio sentía que era un poco soberbia, pero
después de conocer los mundos de Joyce Carol Oates, quien suena constantemente
como firme candidata al Premio Nobel, no puedo dejar de estar de acuerdo una y
mil veces con este comentario.
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