jueves, 2 de julio de 2015

Cm

Hace muchos años,  cuando el mundo era nuevo para mí, todas las personas eran jóvenes y la eternidad podía durar una tarde, lo conocí. Para ser más precisos, me topé con él en el patio de juegos del Colegio Berchmans. Nunca imaginé que ese grandulón (que desde esa época era altísimo) con imaginación desbordada, malicia infantil y traviesa –que a día de hoy conserva- y corazón de oro, seguiría siendo veinticinco años después, mi mejor amigo.
 
Podrá haber pasado el tiempo, haber estudiado, viajado, conocido y enfrentarse a la parte menos agradable de la vida, pero la esencia de mi amigo Carlos Mauricio Muriel –Cm para los amigos-sigue siendo la misma, quien lo conoce no puede resistirse a ese torrente de energía desbordada y emprender con él los proyectos más disparatados o perdonarle sus bromas cuando cruzan el límite mientras abre los ojos ante las acusaciones alegando inocencia como un niño pequeño que se niega a creer que lo culpen de actuar con mala intención.

Ambos parecemos dos caras de la misma moneda, él es el día y yo la noche. Él es  católico y creyente ferviente, defensor a ultranza de su Cali amada e hincha furibundo del Deportivo Cali, mientras que yo soy no tengo dios, no creo en patria ni naciones y el fútbol a excepción de ser una excusa para embriagarme o estar acompañado me sabe a poco.  Aunque quizá la mayor diferencia consiste en la visión que ambos tenemos hacia la vida, él es puro optimismo y tiene fe en la humanidad y en dios, mientras que yo, bueno, ya me conocen….

A pesar de lo cual, o quizá precisamente por ello, la búsqueda inefable de los opuestos y la búsqueda del equilibrio, nuestra amistad ha crecido fuerte en este primer cuarto de siglo. Su  familia hace parte de la mía y sé que también se aplica en sentido contrario. Gracias a él conocí a un grupo excepcional de amigos (Dani, los Diegos, Christian, Pipe, Paula y Pazos)  que sé que durarán hasta el día en que muera.  También ha estado presente en los momentos más difíciles como cuando murieron  Camilo o mi papá, a quien sé él quería muchísimo…

 Pues bien, todas estas palabras vienen a que Carlos Mauricio, fiel a su filosofía de vida, decidió convertirse en un médico para ayudar a las personas. Pero no se quedó solo con el título sino que hace tres años decidió especializarse en medicina interna. El camino no fue fácil, las puertas se le cerraron en varias partes pero él no se dio por vencido y como en el cuento de los tres cerditos sopló y sopló –y hasta tuvo que irse a soplar a Argentina- hasta que consiguió un cupo para cumplir su sueño, curiosamente, en la ciudad de sus amores.

 He sido testigo de su esfuerzo, de las trasnochadas, las madrugadas, la falta de una plata que antes tenía en un trabajo cómodo pero sin ambiciones reales, vi como a pesar del duro trabajo o el inclemente estudio siempre ha sacado tiempo para los amigos su más grande tesoro (no ha pasado una vez que vaya a Cali y no nos hayamos visto así fuera un par de horas), o como se las arregla para  entre trabajo y estudio estar en el chat de los amigos destilando un poco de esas bromas pesadas y humor de niño grande que nunca dejará de tener jamás (y que nadie quisiera que pasara, desde luego).

 Pero no ha sido un triunfo solitario. Detrás de él están Hernando y Amanda sus papás, sus ejemplos, los pilares más fuertes de su vida, también está Daniel, el hermano amado,  los amigos de toda la vida que siempre estamos con él y me alegra ver que ahora cuenta con Vicky, una gran mujer que lo ama y con la que sé podrá construir cosas maravillosas.

Cómo sé que él no es de leer cosas largas, mejor  paro acá….no me queda más que felicitarlo y decirle que estoy seguro que con ese optimismo, ese esfuerzo y esas ganas que le mete a la vida este será uno más de los mil logros que aguardan por él.

Te quiero grandulón…. 

 

3 comentarios:

  1. Muchas gracias por tomarte el tiempo de escribir tan bonito relato. Tu también eres y serás mi mejor amigo, te quiero mucho. Un abrazo, queda pendiente la celebración!!!

    ResponderEliminar
  2. Hacía tiempo que no te leía, Tulio, y, como siempre, hacerlo es un placer.
    Un canto a la amistad lo que has escrito; se nota en el texto lo mucho que se aprecian con tu amigo, y eso es genial.
    Espero pasar más seguido por «Letras bizarras», un lugar para disfrutar.
    ¡Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amigo Bass....qué alegría tenerte por acá. Siempre un placer que visites este lugar...

      Eliminar