miércoles, 9 de mayo de 2012

Amor


La ves y quedas atrapado en su mirada. Te concentras en su cara, en esos labios que te llaman, que exigen ser besados por los tuyos. Por ese olor que nadie más puede percibir, esos ojos que muestran colores que nunca antes habías visto.

Entras con los ojos cerrados y te sumerges de cabeza en un universo completamente nuevo. Sabes que puedes salir lastimado, con las tripas en las manos como los soldados de las películas de guerra, pero no te importa, sólo estás interesado en descifrar el misterio que se esconde detrás de una sonrisa, una palabra.

Haces parte de la vida de esa otra persona. Conoces su familia, sus amigos, sus cosas, su mundo se indexa al tuyo de manera lenta y natural hasta el día que te parece que siempre había sido así. A cambio compartes tus sueños, tus expectativas, tu manera de ver la existencia, tus secretos más recónditos.

Hay besos. Caricias. Noches de amarse hasta que el sol asome. Noches de dormir abrazados como si no importará el resto del mundo. Mensajes de celular. De Twitter. De Facebook. Hay besos furtivos. Besos públicos. Cogidas de mano. Pedida de cuadre. Presentación ante los amigos y familiares. Hay fiestas. Y baile. Y tragos. Hay días de lluvia. De tristeza. De abrazos. De enterrar tu cabeza en su hombro. También hay risas. Apodos. Momentos tontos pero profundamente significativos. Días. Atardeceres. Ocasos. Noches de estrellas y nubladas.

Hasta que un día despiertas. Todo se ha terminado. El espejismo se desvanece con la misma rapidez con que  apareció. Ella se va y te quedas preguntando qué carajos pasó,  tal vez lo sabes pero te niegues escucharlo o quizá la respuesta se escape a tu total entendimiento y se quede en el total misterio. A veces eres tú quien decide despertar del sueño y a la vez te conviertes en el verdugo de los sueños de a quien alguna vez amaste.

Finalmente el amor es eso: Entregarse, por completo, sin miramiento, sin precauciones, morir por la sonrisa de la otra persona. Hacer parte de ella y que ella se convierta en parte de ti.  El amor es aceptación, comprensión de que la otra persona es igual de humana a ti y que en cualquier momento te puede romper el corazón en mil pedazos, pero que ella también lo está arriesgando todo, que es una apuesta que hace por exponerse sin vestiduras, sin armaduras, sin caretas a quien escogió para darse sin miramientos. Es saber todo lo anterior e igual hacerlo porque no importa los daños, las bajas, las lágrimas posteriores, los suspiros que duran toda una noche, por un solo segundo vivido con esa persona, por sentir el leve roce de su mano, todo habrá valido.

Y después de la ruptura inevitable, de la muerte diaria de un corazón roto ¿cuál es la puta enseñanza? Lo siento pero esto no es una fábula. Acá la constante tortuga no vence al final, ni la zorra aprende a conformarse con lo que tiene o la cigarra es castigada por su pereza. El amor no enseña, el amor se da, se siente, se comparte,  se vive intensamente, a plenitud, porque, a pesar de todo, es lo que nos puede mantener en pie.


Vivimos en círculos eternos, infinitos y constantes del amor y el desamor

4 comentarios:

  1. Y la respiración se corta, y duele y pesa. Y cada minuto, cada hora son eternas. Y los días pasan, y pasan y ahí sigue el malestar, ese dolor en no sé qué parte del cuerpo. La pregunta del día, de la noche, la misma de siempre... consume, arde, para al final, después de los segundos, los minutos, los días, las semanas, y los meses, saber que no hay respuesta. Ese amor, toda esa energía, toda la entrega y la pasión, todos los sueños, las caricias, se diluyen, y al cabo de un tiempo se vuelven borrosas experiencias. Los ojos, la boca de la que hablas se van haciendo lejanos. El tiempo los diluye hasta volverla una difusa realidad de la que, a a duras penas, puedes acordarte. Y la nueva pregunta, el nuevo dolor, es saber si llegará el día en que ya no se sienta nada. En que ya no duela, en que ya no pese, en que los ojos se sequen y no haya más ganas de llorar. La pregunta se transforma en miedo, en saber si después de tanto dolor, de tanta tristeza, de haber entregado, de haber amado sin condiciones, será posible volver a amar de la misma manera.

    ResponderEliminar
  2. Dormirse en los brazos del amor y despertar. Eso es lo interesante y extremadamente loco en todo este asunto.
    Lo bueno: que siempre nos quedan los sueños...
    Abrazo Tulio.

    ResponderEliminar
  3. Geniales reflexiones, Tulio, muy fluidas en su lectura.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. El texto es hermoso. Sin embargo, me gustaría más si no fuese porque está basado en sentimientos reales y dolorosos...
    Ánimo y un abrazo!

    ResponderEliminar