Una
de las constantes del ser humano es la insatisfacción. Somos insaciables por
naturaleza, siempre queremos más y más, I can´t get no satisfaction grita por
los micrófonos Mick Jagger y tiene razón. Si la raza humana se hubiera
conformado con lo que tenía seguramente a esta hora estaríamos todos en una
rama, a oscuras y tirándonos heces de mono a la cabeza.
El
ser humano es ambicioso y egoísta, si el Comunismo falló fue por no tomar en cuenta
la naturaleza humana, ¿por qué tener lo mismo que Juanito si puedo aspirar a
mucho más? Aunque en el otro extremo, el Capitalismo salvajemente competitivo y
asesino, tampoco es el mejor ejemplo a seguir.
Personalmente
me parece bien no conformarse. Siempre hay que estar buscando, observando,
aprendiendo, yendo más allá de las cosas simples que nos ofrece la vida.
¿Pero
cómo encontrar ese ‘algo más’ que buscamos? La mayoría cree que la respuesta
a esta insatisfacción está en los lujos de la vida moderna en tener un carro
último modelo, un apartamento lujoso, viajes cada ocho días, ropas costosas, aparatos
de última tecnología y accesorios de lujos.
Se vuelven simples lacayos de las cosas materiales, sirven a los objetos
que deberían servirles a ellos.
Otros
se desencantan por un hedonismo directo, sin contemplaciones. Una rumba perpetua: Bailes los jueves, viernes y sábados y guayabo los domingos. Fiestas, música a todo volumen para no pensar,
dejarse llevar por las sensaciones placenteras y efímeras para olvidar la
pregunta incesante. Un coctel peligroso que no responde nada y que aumenta el
desconcierto, despertando una
insaciabilidad perpetua que busca resolverse el próximo fin de semana pero que
será inútil porque al final siempre se acaba la fiesta, la música deja de
sonar, los besos terminan y quedamos más solos y vacíos que nunca.
¿Cuál
es la respuesta a esta interrogante? Por desgracia aquí no está.
Es un camino personal, la vida nos ofrece tantas opciones como estrellas en
el cielo y cada persona tiene una diferente, lo que diré es que lo
único importante es despojarse del miedo, quien vive con con él es esclavo de
sí mismo y nunca, jamás, podrá ser feliz por más que lo intente.
Yo
también espero encontrar ese ‘algo más’, quiero dejar que la vida me sorprenda
pero sorprendiéndola a su vez, hay que gozarse la existencia porque es una sola
pero no quedarse allí, hay que actuar, no esperar un salvador porque nadie va a
aparecer de la nada.
Es
cierto que hay que buscar ese ‘algo más’, pero creo que no por ello hay que
dejar abandonada la felicidad. No creo
que la búsqueda de una satisfacción y una felicidad tengan necesariamente que
reñir, al contrario, creo que se complementan, que esa búsqueda se ve
fortalecida si se aprecia lo que se tiene.
Ahora
bien los extremos son malos, si nos conformamos con lo que tenemos corremos el
riesgo de quedarnos estáticos, volvernos seres mediocres, esclavos del sistema
a la espera de una jubilación, morirnos de a pocos en vida. La solución está en priorizar: perseguir los sueños
y las respuestas, pero siendo consciente de lo que tenemos y alimentándonos de
ello para continuar el camino.
Mi
respuesta está en las letras. La vida me sorprende cada vez que me siento
frente al teclado y las historias surgen como por arte de magia, dejando que en
cada relato, en cada página pueda ver mil amaneceres de distintos colores.
Sé
que la literatura es mi camino. Que si quiero que sea mi opción de vida debo
tomármela en serio, con solemnidad, dándole la importancia que se merece, lo
cual no quiere decir que no me divierta al hacerlo. Pero no por ello dejaré de
amar con intensidad, ni permitiré que el
miedo guié mis actos, o perderé mi luz en el camino, sino por el contrario, la haré refulgir con mayor fuerza dándole calor a todos los que me rodean.
Sé que si sigo en mi empeño, si creo en mí, lograré el milagro y todos mis sueños
se harán realidad.
Los
dioses me susurran historias asombrosas y los muertos guían mi mano hacia el
teclado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario